Dos formas tradicionales de gobierno cómodo hay para quien considera al otro como súbdito y no como ciudadano: el miedo y el consumismo. El neoliberalismo las practica ambas con alegría. Temor a perder lo que se tiene -sea poco o mucho-, temor a caer en la lista maldita de los enemigos de los poderosos -nuestro jefe, el presidente de la comunidad de vecinos, el líder del grupo en el que nos movemos-, temor a ser excluido de lo beneficios que solo tendrán los que participen del ideario del sistema, por una parte. Por otra, despertar el afán por el consumo que nos hace creer que somos ricos y tenemos de todo cuando nos hace aún más esclavos de quien sabe despertar nuestros apetitos. Cuando se juntan ambas estamos más perdidos: cuanto más tengo más temor a perderlo siento y más capaz soy de cualquier cosa, incluso de ceder mi propia condición de ser libre. Hábilmente, cada vez se nos enseña más a tener miedo -no otra cosa es la teoría de la felicidad neoliberal- y a desear más cosas. Ser ciudadano significa, entre otras cosas de alta calidad, no tener miedo y no caer en las redes de quienes nos crean espejismos de necesidad que solo benefician a otros. Hasta que no obliguemos a nuestros gobernantes a hablarnos a la razón antes que a nuestros instintos no viviremos en una auténtica democracia.
las cosas van y vienen}
ResponderEliminaracá estamos con incendios, el cielo es como de invierno, pero sofocante,
otros ya han perdido sus casas, el fuego todo lo arrasa
uno es apenas un soplo
besos
Es muy dificil salir de la rueda del consumismo, cuando tus propios amigos te miran como una bicha rara porque no tienes móvil de última generación o no vas a la moda. Meterle a la gente en la cabeza que no es más quien más tiene es tremendamente dificil, porque se han encargado desde arriba de que sea así, muchos años de consignas.
ResponderEliminarDe todas formas creo que hay que consumir, razonablemente, pero consumir. En el sistema que estamos me parece que es necesario.
Pd. Había leído mal el título del post, Miedo y comunismo, leí jajaja
Salud.
¿Quien conciencia a la masa?
ResponderEliminarpd... lo del consumismo tiene sus giros
ResponderEliminarclaro que el sistema te excluye y te encasilla como bicho raro y te aisla
las personas te "tasan" y te califican si eres "pro" y beneficioso para su conveniencia, y más aún para hacer amistad o relación personal más estrecha
incluso acá en la web ocurre
incluso entre los bloggeros
nadie queda fuera del sistema Pedro, ni siquiera tú
somos presas y usuarios del sistema , aunque nos pese
lo extremo sería irse y perderse en la selva verde junto con los bosquimanos y usar taparrabos y cazar nuestro alimento
pero para eso... tendríamos que nacer de nuevo
:D
Me parece a mí que está un poco chunga la cosa...
ResponderEliminarBesos!
;)
Así es, tal cual dices... pero es que el "poder condigno, el poder compesatorio y el poder condicionado" al que se refirió un prestigioso economista en su obra "la anatomía del poder" han hecho mucho para que las cosas sean como dices, o sea, para que la manada se mueva dentro de las vallas del poder... el miedo es libre, y en los tiempos que corren hasta comprensible.
ResponderEliminarTů crees que la democracia, en su significdo propio, existe en alguna parte del mundo? Yo creo que no... impera la plutocracia y no veo que a corto plazo vaya a desaparecer dicho imperio... ya ves que con una crisis artificial, hecha ad hoc para la ocasión y al servicio de los intereses de la élite de las élites, han medievalizado (este término noexiste, pero sirva para resumir) de un plumazo a la sociedad.
Un abrazo.
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ResponderEliminarMi querido Señor Ojeda,
ResponderEliminarRepetimos cual Casandra ese mantra de verdades,
que si sales a la calle parece que nadie escucha ¡pucha!
(¡pucha! dirían tal que en Chile, por ej.)
En Agosto 2008, publiqué en mi cueva la segunda parte del [poema biográfico Zorro II ], donde intentaba dar respuesta a la pregunta ¿qué defiendo?, la verdad es que el poema no merece ni un retoque, nada se ha movido, ni un milímetro a mejor desde aquellos versos, ¡pucha! nuevamente, la cosa está peor y yo sigo defendiendo lo mismo ¡requetepucha!
Suyo, Z+-----
Con su mismo en lugar de consumismo.
ResponderEliminarCon su mismo móvil con su mismo coche, con su misma ropa...
Besos
Sabia reflexión que llega a las honduras del esclavismo. El vil metal contra la nobleza de la verdad.
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ResponderEliminarUna cosa es consumir lo estrictamente necesario. Otra muy distinta es ser consumista y llenarse de objetos innecesarios.
ResponderEliminarMuy de acuerdo contigo en la def. de ciudadano, ejerciendo como tal y sin miedo.
ResponderEliminarBesos
Cuando lo que nos prestigia socialmente no es lo que somos sino lo que tenemos, la sociedad entra en un estado de degradación mas o menos acentuado, porque no es lo que se aporta a la sociedad lo que se valora sino lo que se extrae. La corrupción se va apoderando entonces de todas las facetas de la vida.
ResponderEliminarEn cierta manera, leyendo y pensando su reflexión -muy acertada por cierto- parece que a nivel de desarrollo humano nos hubiéramos quedado atrapados en un estado semejante al que se encuentran algunos adolescentes atolondrados, y nuestra conducta estuviera dominada por ciertas estructuras subcorticales en el cerebro, relativas a las emociones más básicas y al sistema de gratificación instantánea. Exagerando: sexo, alcohol y drogas, moviéndonos, además, como borregos en pandillas sociales bien definidas y con visiones de futuro que no va más allá, por poner un ejemplo, de la compra del próximo telefonillo móvil de nueva generación. Como si, como ciudadanos, aún no hubiéramos desarrollado una personalidad "adulta" lo suficientemente estable que nos permitiera, en un momento dado, decir no a los excesos del consumo, desmarcándonos voluntariamente del grupo, si fuera necesario. Visto así, y exagerando un poco más, en los últimos veinte años hemos pasado de ser ciudadanos adolescentes a ciudadanos adolescentes y drogodependientes, en una sociedad completamente orientada al consumo, y nuestros políticos, jefes, presidentes, líderes etc. no son más que nuestros camellos, que a su vez, sólo son los mandaillos de los grandes narcotraficantes del neoliberalismo. Bajo este panorama social tan desolador, disculpe que no tenga mucha confianza ni en el raciocinio , ni en la capacidad de los camellos para ayudarnos a superarnos humanamente. Creo que no nos va a quedar más remedio que, miedosos pero valientes, con nuestro propio esfuerzo, a base de aprendizaje y renuncia, conectar esas estructuras cerebrales algo primitivas -no se trata de renunciar a ellas- con otras más evolucionadas del neocórtex, para poder así crear, uno a uno, una sociedad de ciudadanos algo menos hedonista pero sí más razonable. Quizás nos sea entonces posible, cambiar algunos de los camellos por verdaderos gobernantes, lo de la verdadera democracia, en mi opinión, creo que ya la tenemos y no es más que un reflejo de nosotros mismos. Disculpe la extensión y mi pesimismo optimista.
ResponderEliminarEstaremos atentos y saber diferenciar lo que realmente necesitamos. Besos Isabel
ResponderEliminarEstá bien claro, cuanto más se tiene, más infeliz es uno, es mejor es la ausencia de bienes lujosos, los justos para vivir, pero tener lleno el corazón para ser feliz.
ResponderEliminarUn beso.
Los que tan mal regentan el poder, tienen la mitad del trabajo hecho porque es la propia gente la que se encarga de presionar a los que tienen cerca para que consuman. Si no compras eres raro, si no vas a la moda estás "out", y lo de la tegnología, ya es el no va mas. Durante mucho tiempo me estuve resistiendo a tener un móvil. Constantemente se me decía desde mi círculo más cercano, que no me llamaban porque no tenía móvil. Ahora ya lo tengo y siguen sin llamarme. Hemos hecho de lo absurdo una cotidianidad.
ResponderEliminarYa estoy preso.
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