Hay toda una estética mil veces narrada y contada en libros y películas sobre el corredor de fondo. Cuando se comienza a correr tras años sin hacer ningún tipo de deporte, cada uno tiene sus razones. Las mías fueron tan obvias que apenas merecen la pena ser dichas. Necesitaba correr para dejar de pensar durante unos minutos al día y hace ya tres años que me equipé con todo lo que recomiendan en las revistas especializadas y en las muchas tiendas que se han abierto para abastecer la demanda creciente de aficionados. De todo aquello solo necesito ya unas buenas zapatillas porque el resto puede ser muy barato o prescindible. Comencé a correr como quien se echa al monte para emboscarse. La consecuencia fue una lesión de rodilla que se curó con rehabilitación, consejos de mi traumatólogo y la costumbre de acudir a un gimnasio dos veces a la semana para fortalecer los músculos que sujetan la rótula. Llevo tres años dedicando varias horas a la semana a correr y ya he vencido todas mis propias marcas pero no quiero hacer de ello más que lo que es: unas horas a la semana en las que no pienso en nada.
He descubierto que me gusta correr con lluvia. Hoy hacía un día horrible de lluvia y viento que se ha trasformado en un hermoso día de lluvia y viento. Al pasar por el parque el suelo estaba lleno de ramas desprendidas de los árboles, ha comenzado a granizar y he tenido que saltar los charcos que anegaban los desniveles del terreno. Algunos tan grandes que he tenido que pisarlos, con precaución primero, con alegría despreocupada después. No he podido forzar, desde hace días tengo un dolor en las lumbares, y he tardado unos minutos más en el recorrido de costumbre. Corro sin equipo de música ni pulsómetro. Solo llevo en la múñeca un reloj digital de plástico, el mismo modelo del primero que compré hace treinta años. A mi pantalón corto y mi camiseta he añadido un impermeable. Me gusta ver cambiar el parque según las estaciones. Hoy llovía y hacía frío y no había nadie: solo las ardillas y los pavos reales, una enorme oca que se me enfrentó y los patos en los canales. A la cuarta vuelta ya estaba empapado y embarrado pero he seguido hasta completar cincuenta minutos a pesar de saber que el resultado iba a ser peor que hace una semana. Cuando me duchaba, al dejar correr el agua caliente sobre la zona resentida de la espalda, he pensado que me gusta correr bajo la lluvia y que ya no corro como quien se echa al monte sino porque mientras corro todo se hace presente y cada día cambia el color de las hojas de los árboles del parque.
Tiene mérito salir a correr en un día como hoy, un día de perros. También por aquí a todo el mundo le ha dado por correr. Yo lo dejé hace un par de años porque me empezó a doler una rodilla cuando corría, ahora solo ando que por lo menos no me duele nada.
ResponderEliminarAl ganso le parecerías un pato con tanta agua...
Corre sin prisa, que es muy sano.
Un abrazo.
para quien no tiene la costumbre de correr , lo peor que puede hacer es correr
ResponderEliminarprimero es comenzar a caminar a paso firme (par de semanas) , luego el trote (otro par de semanas) , y al final el correr sin esforzar la zancada
las articulaciones te lo agradecerán
acá está prohibido hacer cualquier actividad física, los incendios nos tienen el horizonte y el cielo nublado, Stgo es puro humo
besos y buen fin de semana
Te felicito por tu hábito en el correr. Tres años es un montón. Te felicito por la constancia, eso si, como te dice PANCHO sin exagerar, sin forzar. Y lo que dices de no pensar cuando corres, es fantástico. Solo tú, la Naturaleza, incl. la lluvia y la corrida con atención plena.
ResponderEliminarBesos
Saludos Pedro. Me alegra ver que sigues por aquí. Lo de correr bajo la lluvia lo entiendo perfectamente, he nadado bajo la lluvia.
ResponderEliminarFeliz 2014 y felices momentos.
Yo podría salir a correr ahora mismo bajo la incipiente lluvia que me temo que va a caer...
ResponderEliminarNo pensar en nada, eso es importante, dejar que la mente se nos vacíe, mientras que los pies, las piernas, cada músculo de nuestro cuerpo se encargan de llevarnos por charcos y parques...
Me gustan estas reflexiones tuyas en voz alta, y me gustan porque nos hacen a todos más cercanos, porque nuestras cosas son cosas de todos, un charco, unas hojas caídas, unos árboles que van cambiando de color, y nosotros corriendo sin pensar en nada...
Que sigas disfrutando de tus correrías!
Besos
;)
Maravillosamente escrito. Esta acequia cada día se parece más a un diario. Me gusta el tono personal que está cogiendo. El deporte es algo fantástico. Tuve la suerte de criarme en una familia de deportistas. Mi padre lo fue desde joven y nos transmitió la importancia del mismo. Estar activo,mantener el cuerpo sano,eleva el espíritu y la mente. Si encima es al aire libre...Sigue así. Me alegro. Ponte calor en las lumbares. P.M.Sancho
ResponderEliminarMe ha gustado su post de hoy,no soy de correr, si, de andar, deprisa,pero me ha recordado,mi San Silvestre Arandina,en la Absoluta,en el 2011,junto a mi yerno y mi nieto,una de las pocas cosas que viví con una emoción inusitada a mis 63 años, aunque no pude terminarla,pero seguí al año siguiente en otra categoría, ( mayores),y este año animando a mi familia, con mucha emoción y un poquito de envidia.
ResponderEliminarUn saludo y perdón por la extensión del texto.
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarDescubrir el pasarlo bien con lo que hacemos.
Casi he podido ver cómo corría empapado, por el Campo Grande, y las ardillas y los pavos reales sin prestar atención.
Saludos.
Mens sana in corpore sano. El ejercicio es la mejor terapia para descargar los nubarrones mentales, y si corres bajo la lluvia te limpias aún más.
ResponderEliminarLa verdad es que nunca anduve muy lejos del deporte, lo acabé olvidando en la edad adulto. Con la diabetes I que me detectaron hace tres años me recomendaron actividad física. Desde entonces salgo a correr y voy en bici al trabajo.
ResponderEliminarEs un ejercicio de voluntad que me viene bien. Me encanta hacerlo bajo las condiciones climáticas más duras para estupor de los que me ven.
Imagina cuánto me identifico con tus palabras.
La diferencia es que cuando lo hago, si pienso. De otra forma, mas no ceso de hacerlo.
Abrazos.
Como soy andarina, admiro a los corredores que me encuentro en el camino. El paseo no vacía la mente, pero imprime otro ritmo a los pensamientos. Y nos quedamos en compañía de nuestro yo, a veces desconocido.
ResponderEliminarBarro, lluvia, rótulas delicadas...cuídate. Pero sigamos haciendo lo que nos hace bien.
Un abrazo desde Vandalia, un domingo que prepara la boche de Reyes.
Hace años corría, pero lo dejé. Ahora estoy en proceso de perder algunos kilos y tal vez empiece de nuevo a correr. Me gustaría participar en algún club en que novatos seamos entrenados. No sé hacer ejercicios de calentamiento y sé que puede ser muy negativo correr sin estirar. Si pierdo cuatro o cinco kilos me pondré a correr. Tengo ganas. El problema es que me aburre dar y dar vueltas en torno al mismo circuito en el parque. Puedo entender que te guste correr bajo la lluvia. A mí también me gustaba. Es una sensación única.
ResponderEliminarA ver si puedo compartir contigo esta práctica. Pero antes tengo que ponerme en algo de forma y perder peso.
Un cordial saludo.
Caminar bajo la lluvia es una de las actividades que más me gusta ejercer en esta vida... Pero me pongo música, y tampoco pienso en nada, y sin rumbo fijo, cambiando cada día el itinerario.
ResponderEliminarEs algo que experimento desde hace mucho tiempo.
Besos, Pedro.
Es bonita la sensación de correr bajo la lluvia y puedo imaginame a esas ocas obsevando unas piernas en movimiento como el que ve pasar la vida.
ResponderEliminarBesos.
Corro casi desde que tengo uso de razón y lo hago de forma intensa intensa desde hace veinte años. En este tiempo, he descubierto que no se corre para estar en forma, sino que se está en forma para correr. He centrado muchas horas de mi vida en el deporte practicado de forma intensiva y me ha servido no para dejar de pensar,sino para poner en orden mis pensamientos y contemplarme desde una perspectiva totalmente diferente.
ResponderEliminarEso sí, puedo correr en mil y una circunstancias, pero hay una que no me gusta. Es, precisamente, correr cuando llueve. En una ocasión, me pilló una tormenta a kilómetros y kilómetros de todo núcleo civilizado, en una llanura. Me tuve que colocar en posición fetal, con las suelas de las zapatillas bien asentadas en la tierra... y (casi) rezar para que todo pasase.
Correr para evadir la mente... està bien... es un buen mantenimiento de la mente y del cuerpo, y si disfrutas del entorno y de la meteorología pues mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Oye pues una forma muy sana de dejar la mente en blanco. Un beso.
ResponderEliminarQué imagen más potente, y plástica, la de un hombre corriendo a solas bajo una lluvia de granizo a través de un parque solitario, cubierto de charcos, hojas y ramas arrancadas de los árboles por el viento.
ResponderEliminar¿Quien corre huye de algo? :-)
Y además tienes tiempo para correr y gimnasio! Definitivamente eres el Hombre Duplicado
ResponderEliminarYa sé que no se deben tener propósitos y menos en estas fechas. De todas formas, quiero llegar a adorar esas "correrías". Aún no he llegado a ese punto maravilloso que algunos habéis conseguido alcanzar con vuestra constancia y esfuerzo.
ResponderEliminarFelicidades.
Salud, endorfinas, presencia ... rey de la tormenta, llegar así corriendo al nuevo año descubriendo bajo el frio y lluvia el color y la vida en el parque, qué más se le puede pedir a unas zapatillas? No desear tampoco tiene que ser necesariamente perder la ilusión, como vemos, por lo que nos rodea. Bonita estampa.
ResponderEliminarYo no corro, sólo ando y me encanta hacerlo por los campos. A veces voy acompañada y otras sola. Las dos formas son muy gratificantes, pero si no tengo compañía, siento, como dice abejita, que me encuentro a mi misma y eso, me parece imprescindible para el buen equilibrio de la persona
ResponderEliminarUn abrazo y cuídate.
Luz
Correr para escapar de la mente, de los recuerdos que vuelven y vuelven insistentemente, hay que ser muy rápido,las heridas de los sentimientos,necesita su tiempo.
ResponderEliminarHojas del árbol caídas
juguetes del viento son:
¡Las ilusiones perdidas
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón!
Tu anotación me ha hecho recordar lo que nos gustaba (bueno, en general), de pequeños, pisar los charcos. No sé si era rebeldía o una tendencia a lo salvaje innata que de chicos refrenamos apenas.
ResponderEliminarQué bien muestran los parques, como miniaturas de la naturaleza en el corazón de las ciudades, el paso del tiempo. Pero así, paseando por ellos regularmente y fijándose.