En las últimas semanas, en España, se ha utilizado el escrache como forma de acción ciudadana organizada, en especial a partir de las convocatorias lanzadas por las diferentes plataformas contrarias a los desahucios, una de las consecuencias más dramáticas de la crisis económica.
El término es relativamente nuevo y se originó en Argentina, en donde se usó a mediados de los años noventa para definir una protesta pacífica de los ciudadanos frente a los domicilios particulares o lugares de trabajo de personas significadas de la vida pública y, en aquel caso, relacionadas con los indultos concedidos por el presidente Menem a los implicados en los crímenes cometidos por la dictadura militar de aquel país. El objetivo prioritario que persiguen las organizaciones que lo usan -relacionadas siempre con movimientos en defensa de los derechos humanos o plataformas de afectados por problemas no resueltos por la política a pesar de existir una demanda social- es hacer visible el problema ante la opinión pública y ejercer una presión sobre los políticos encargados de legislar o gobernar sobre las cuestiones afectadas.
Aunque es un método pacífico de acción ciudadana y en los países democráticos, como tal, difícilmente perseguible por la legislación, no deja de contar con aristas peligrosas: en cualquier momento la situación puede irse de las manos y supone una inevitable molestia para los vecinos y para los familiares de los políticos a los que van dirigidos. Por eso, las organizaciones que los promueven deben ser muy celosas tanto en los límites como en su número.
Los políticos afectados han reaccionado de diversa manera: un diputado del PP por Orense se encontró con esta acción a la puerta de su casa cuando regresaba y se detuvo a hablar con normalidad con los participantes; los dirigentes de su partido, en cambio, en un alarde de exceso verbal, han llegado a acusar de proetarras y de uso de técnicas terroristas a los organizadores de los escraches.
Hay que partir de una realidad: los escraches son fruto de una situación en la que la politica ha fracasado al no recoger una demanda social justa y pertenecen a sistemas políticos y momentos históricos en los que nada funciona como debería. Son también la manifestación de que en esos países los ciudadanos todavía no han podido o no han sabido organizarse en grupos de presión a la manera de los grandes sectores corporativos empresariales o de intereses. En España hay una justificación que se comprenderá mejor con la lectura de las entradas precedentes: las mismas plataformas que han organizado estos escraches promovieron una iniciatvia legislativa ciudadana recogiendo decenas de miles de firmas, cuya aceptación por el partido en el gobierno costó y que se está descafeinando en su tramitación parlamentaria.
Los escraches, por lo tanto, son un producto lógico de una ciudadanía que por fin ha tomado conciencia -en España esto ha crecido sustancialmente desde el Movimiento del 15 de mayo- pero que aun no encuentra eco en el mundo político. La política tradicional ha reaccionado rechazándolos y torpedeando sus iniciativas, desde el ninguneo hasta el desprecio o la descalificación. Es un tipo de acción típica de un momento histórico de transición: los ciudadanos quieren tomar parte en la acción legislativa y en la creación de opinión pública precisamente por conciencia democrática. Los políticos harán mal en rechazar estas iniciativas y en ningunear las plataformas de ciudadanos que no responden a intereses partidistas. Si siguen despreciándolas, estas acciones irán creciendo en desprestigio de los mismos politicos que los rechazan. Si los diputados no tienen abierto despacho en sus circunscripciones para recibir a los ciudadanos, si los partidos políticos no abren sus puertas a los votantes aunque no sean militantes, si las instituciones -ayuntamientos, parlamentos regionales, parlamento nacional- siguen entendiendo el ejercicio de la política como una cosa muy seria que no puede dejarse en manos de los ciudadanos, no deberían extrañarse encontrar unas cuentas decenas de personas a las puertas de su casa. No lo justifico, solo lo explico: a un ciudadano no se le puede seguir marginando de toda acción democrática que vaya más allá de las urnas. Basta con mirar la historia para encontrar los resultados de esta forma de actuar.
Pues, yo, si lo justifico y aún me parece poco a lo que se ven abocados los políticos.
ResponderEliminarSi me van a echar de mi hogar, si no tengo trabajo con el que dar de comer a mi familia, si veo que el futuro de mis hijos pasa por una universidad que no podrán pagar, o que la salud de mis seres queridos esta en peligro...claro que me quejare, de forma pacifica, ante los hogares con trabajo, con hijos universitarios y con salud privada, todo ello pagado con mis impuestos, de los políticos.
Pedro, hay que reforzar las decisiones, pacificas, que esta tomando la gente de este país; no se puede nadar y guardar la ropa. Parece como si fuera mejor callarse, no hacer nada o simplemente escribir, sin aportar soluciones, sobre lo mal que estamos y esperar que de un momento a otro el pueblo se canse y no sea pacifica su rebeldía…
Teresa
Yo sí justifico las protestas también. Es lo único con lo que no estoy de acuerdo de todo este texto, Pedro.
ResponderEliminarY es que, como no nos movamos, desapareceremos...Incluso, ellos.
manifestarse es un derecho inalienable de todo ser humano
ResponderEliminares parte de la Democracia y de la Política más elemental
ojalá todos lo ejercieran sin represiones en toda latitud planetaria
besitos
Aclaro mi poco afortunada expresión: que no lo justique no significa que lo condene. Mi intención era sobre todo explicar las causas.
ResponderEliminarNo lo justificas, ni lo condenas, seguimos sin saber si lo apruebas...
ResponderEliminar…¿Vas a entrar en política, Pedro?
Teresa
PEDRO así como vas no me extrañaría saberte en algún movimiento o dispuesto a jugarte el pellejo por tus ideales políticos
ResponderEliminarsi te postulas , desde ya te mando mis energías, el voto me es prohibido, no soy ciudadana española
besos
Pedro, me parece un poco contradictorio. Yo justifico este acoso frente al acoso. Nunca la violencia pero...¿cómo decirlo?...que se asusten un poco no vendrá mal. Creo que pocas salidas quedan y a ellos se les tiene que remover algo por dentro para que se den cuenta de que vamos en serio, de que esta situación es insostenible a medio plazo. Me da miedo, como ya dije en alguna ocasión, la posible actuación de una sociedad que no tiene nada que perder. Porque llegaremos a eso y entonces no habrá vuelta atrás...
ResponderEliminarVuelvo a aclarar mis palabras, ante vuestras preguntas. Estas acciones no necesitan "justificarse" (DRAE). Soy partidario de ellas en situaciones como las actuales y mientras no ejerzan violencia. Eso sí, me gustaría que no se dieran: hablaría de una ciudadanía que busca ejercer la democracia a diario y no solo cuando las cosas van mal y de un sistema que abre los necesarios cauces de participación de los ciudadanos, no solo el voto en las urnas. Carecemos de ambas cosas.
ResponderEliminarEs muy lógico, que los políticos no lo aprueben, es lo mas natural. ¿pero que se creían?, ¿que les mandarían la tuna??? Por Diós Pedro. ya que nadie devuelve un duro, que nadie suelta la poltrona. que es lo que hay que hacer para decir no, tanto abuso?,tanta mentira?
ResponderEliminarte saludo con toda cordialidad y respeto, profesor.
Me gustaría que Dn Euardo Torres-Dulce, fiscal Gral de la Nación, te leyera, que los políticos te leyeran e igualmente, la ciudadanía.
ResponderEliminarTu análisis de la situación puede despertar muchas conciencias.
Un abrazo
Así es, así debe ser.
ResponderEliminarVaya por delante que ni quito ni pongo rey como también -si ello es posible- que creo no tener señor, sólo me pregunto por qué no ha ocurrido hasta ahora, acontecimientos no han faltado.
ResponderEliminarEs un tema espinoso.
Un abrazo
La clave, como dejas dicho, está en el fracaso de la política y en la búsqueda de nuevos canales de "expresión" que permitan ser escuchados. La figura del escarche es radical (qué si no) pero, de alguna forma, obligada y necesaria.
ResponderEliminarCreo que se trata de un instrumento que se agotará con el tiempo, pero que está consiguiendo situar en primera página el problema que denuncia y aunque solo sea por ello, cumple un papel importante.
Esperemos que no se generen situaciones indeseadas.
Saludos!
Esto de los "escraches" es lo mínimo que puede hacer una ciudadanía harta y al borde de un ataque de nervios. Les apoyo totalmente. Besotes solidarios, M.
ResponderEliminar“Justificar”, según el DRAE, es también "Rectificar o hacer justo algo". En una palabra darle nuestra aprobación a algo, por ser justo.
ResponderEliminarDespués de una exposición tan buena, de la actualidad política, no podía quedarse tu justificación, en la que siempre creí, en entredicho.
Y sí, es cierto que las urnas, no son el único modo de participar; creo que es el menos valido, en unas votaciones, donde no gobierna el que más votos recibe y donde hay millones de votos que no se tienen en cuenta.
Y tienes razón, pero todos hacemos lo mismo, quejarnos solo cuando y donde nos duele.
Teresa
Ha muerto un hombre que decía las cosas bastante claras (según mi criterio), José Luís Sampedro.
ResponderEliminarTERESA: Permíteme que sea algo puntilloso en el uso de algunos conceptos, sabiendo que no es esto lo que querías hacerme notar: justificar, en esa acepción del DRAE consiste en dar validez a algo que no la tenía de inicio (por ejemplo, justificar una agresión, justificar una revolución, justificar un golpe de estado). No creo que sea lo que pasa con los escraches, que tienen justicia en sí mismos. No se debe justificar algo que en sí mismo ya es justo. Eso es lo que quise decir en mi texto, aunque reconozco que no lo expresé con demasiada claridad.
ResponderEliminarEn cuanto a la legalidad (que es otra cosa), leo en las noticias de la mañana que el Fiscal general ha dado instrucciones para que se vigilen y se actúe judicialmente, así que eso nos lo resolverán los jueces.
Todo un placer que tus intervenciones me sirvan para aclarar mi escrito.
Pues lo lo justifico y lo apoyo totalmente.
ResponderEliminarBesos
Ha habido ejemplos de acciones similares y no premeditadas, por ejemplo, algún "indeseable" iba a un restaurant o sitio público, la gente que estaba allí, al reconocerlo, comenzaba a abuchearlo pidiendo que se fuera y, ante la presión suscitada, el personaje debía retirarse, ya sea por su cuenta o por sugerencia del responsable del lugar.
ResponderEliminarSon reacciones espontáneas que se generan a consecuencia del propio accionar político de distintos personajes. Creo que son válidas, mientras no apelen a la violencia o generen daño en la propiedad en donde se desarrolla.
Un tema que veo, ha despertado muchos debates por allí.
un abrazo
¿qué tendrán los pueblos, para hacer saber su opinión?
ResponderEliminar-los políticos, luego de las elecciones se divorcian del pueblo
-los jueces son ultrasónicos con los trabajadores que manifiestan por las calles y ultralentos con los de guantes blancos
-la policía apalea al indignado
-la prensa acomoda su cuerpo para quedar bien con el poder y obtener sus expensas por los anuncios estatales
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decid basta!
duela a quien duela
mi solidaridad de siempre
Qué claro lo expones, Pedro, pero por esto mismo y por todo lo que nos ha dejado dicho la Historia yo casi que no espero mucho ni de los escraches ni de la democracia real ya ni de nada. El grito de vivan las caenas se dio en España, ese país, mi país, del que Machado dijo que de cada diez cabezas nueve embisten y una razona. Y eso que no conoció a esta generación de jóvenes que no la levanta, la cabeza, ni los pulgares, de un teléfono móvil así los maten.
ResponderEliminarEn fin, no sé, yo de esta situación me puedo esperar lo peor o más de lo mismo hasta el infinito.
Saludos
"Basta con mirar la historia"...
ResponderEliminar- ¡¡Ay!! Yo miro mi cabeza... rodar y rodar barranco abajo...
Firmado:
Louis XVI
Yo no lo veo muy claro, este tipo de manifestaciones a la puerta de la casa del político. Pero efectivamente es un indicio, un indicio del grado de indignación de la ciudadanía. Por otra parte, cómo se canaliza la fluidez de relaciones entre los administrados y los políticos. Tendrán, estos últimos, que pulsar la opinión de la calle de alguna forma.
ResponderEliminarLa verdad es que cuando empezaron lo dude un poco, pero según va pasando su historia tengo que confesar que cada vez los comprendo mejor y su actuación está avalada porque si alguien ejerce violencia son las propias leyes aprobadas por los polítos que dejan sin casa las personas.
ResponderEliminarUn abrazo
Luz
gracias por tu huella PEDRO
ResponderEliminarten una jornada preciosa
besos