La vida transcurre entre luces y sombras. Exige buena vista para saber elegir un camino u otro entre tanto contraste de cruces. La verdad verdadera habita encerrada bajo llave.
Hay que entrar, atravesar la oscuridad y reconocer nuestros laberintos. Claro que sí! Otra cosa es encontrar la salida que conviene, que nos lleva a donde queremos. Pero hay que entrar. Saludos!
Pedro, preciosa entrada. Mi calle siempre la cruzo con mucha luz, a veces, es amarga, pero siempre merece la pena. La cruzo muchas veces, hay veces que es necesario. Gracias por post como estos, son bellísimos.
No se si podemos evitar nuestros laberintos interiores pero si transitarles preparados de la mejor forma posible. En compañía de la luz de los amigos, si somos capaces de encontrarles entre tanta oscuridad y con la esperanza de saber que siempre hay una salida, bien al otro lado de la calle o teniendo la valentía de volver sobre nuestros pasos.
¿Es Ávila? ¡Que ciudad tan hermosa! Creo recordar que al final de esa calle hay una vista magnifica, como la que vemos tras salir de nuestros enredos interiores.
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No podemos evitarlas, pero si transitarlas con una antorcha, un candil o una cerilla...
ResponderEliminarCreo que el evitarlas o transitar por ellas depende de lo valiente que seamos.
ResponderEliminarUn abrazo
Luz
Una calle que conozco bien y por la que he pasado mil veces
ResponderEliminarLos laberintos interiores, son dífíciles de evitar, porque están muy adentro en la oscuridad.
ResponderEliminarUn beso.
Pedro, te estás haciendo un experto en enigmas y acertijos...me encanta el juego...jajajaja
ResponderEliminarabrazos profesor!
Ruelas excusas existem que preferível é evitá-las...mas nem sempre isso é possível, infelizmente.
ResponderEliminarBons sonhos, querido amigo mio.
No, también me temo que no se pueda...
ResponderEliminarY de poder, a veces hasta te los impone el destino.
Besos, Pedro.
Me encanta el nombre de la calle... Cruz Vieja... Besotes laberínticos, M.
ResponderEliminarCalles misteriosas.
ResponderEliminarAnte todo evitar que te guíen sus fantasmas (siempre te engañan en el precio).
ResponderEliminarDespiertan curiosidad y cierto temor. Ambos ingredientes tienen su "QUÉ"...
ResponderEliminarDe chaval me gustaba transitarlas para reafirmarme...
La vida transcurre entre luces y sombras. Exige buena vista para saber elegir un camino u otro entre tanto contraste de cruces. La verdad verdadera habita encerrada bajo llave.
ResponderEliminarSin embargo, hay cruces viejas que es mejor dejar atrás...
ResponderEliminarHay que entrar, atravesar la oscuridad y reconocer nuestros laberintos. Claro que sí!
ResponderEliminarOtra cosa es encontrar la salida que conviene, que nos lleva a donde queremos.
Pero hay que entrar.
Saludos!
Quizá podríamos intentarlo con la adecuada compañía.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay que arriesgarse y penetrar todos los callejones, incluido el de la cruz. Besito.
ResponderEliminarPedro, preciosa entrada. Mi calle siempre la cruzo con mucha luz, a veces, es amarga, pero siempre merece la pena. La cruzo muchas veces, hay veces que es necesario. Gracias por post como estos, son bellísimos.
ResponderEliminarRita.
No se si podemos evitar nuestros laberintos interiores pero si transitarles preparados de la mejor forma posible. En compañía de la luz de los amigos, si somos capaces de encontrarles entre tanta oscuridad y con la esperanza de saber que siempre hay una salida, bien al otro lado de la calle o teniendo la valentía de volver sobre nuestros pasos.
ResponderEliminar¿Es Ávila? ¡Que ciudad tan hermosa! Creo recordar que al final de esa calle hay una vista magnifica, como la que vemos tras salir de nuestros enredos interiores.
¿y si probamos con una buena luz que nos guíe mientras la atravesamos? Seguro que así no nos resultará tan peligrosa.
ResponderEliminarun abrazo
en las callejuelas propias están todos los pasos que dimos , los que saltamos y los que corrimos huyendo del dolor...
ResponderEliminarbuena jornada
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhay calles en nuestro interior, que más vale evitar, seríamos capaces de echarnos a correr y no mirar atrás
ResponderEliminar.
saludos, profe poeta
Y cuando se unen a los exteriores, imposible encontrar la salida.
ResponderEliminarBesos
Creo que muchos hemos atravesado la noche oscura del alma, y ahi, no hay calles que no cruces...
ResponderEliminarTe abrazo mi querido amigo!
Ali
Es inevitable a veces, lo que hay que hacer, es abandonarla y transitar por una gran avenida.
ResponderEliminarLas buenas reflexiones, cuanto dan que pensar.
Un abrazo
A simple vista, parece que no tiene salida, y se busca y sales, para después volver, es inevitable.
ResponderEliminarAbrazos.
Hola, Pedro. Recién salida de un "callejón", vuelvo a tu acequia.
ResponderEliminarAbrazos
Bueno, supongo que lo peor es no poder salir de ellas.
ResponderEliminarUn abrazo
opino igualito que Myr, que no se pueden evitar, eso sí, hay que pasarlas de la mejor manera posible.
ResponderEliminarel sábado por la mañana escribí estos dos versos:
"hay días de cuestas empinadas
y espinas en los talones,
en los que luchar
es la única esperanza!.
biquiños,.
Es que nos hacen daño tantas cosas, y no nos podemos proteger. Forman parte de nosotros. A lo mejor somos nosotros los que, per se, nos hacemos daño.
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