Pues habemus humus pa' dar y tomar en estos momentos en los que nos hemos dado cuenta, tarde ya, que su almacenaje ha sido muy descuidado... Y la Tierra ya no admite más contaminantes, su mecanismo de defensa natural está bajo mínimos.
Es frecuente en estos días, aunque siempre lo ha sido, escuchar a la cavernícola derecha, referirse a España como tierra de pícaros, como si fuese esa buena razón para explicar lo que nos ocurre en la ética-social y por ende en lo económico.
Ser pícaros quizás fuese símil de fruta más pobre, de la fruta picada, fea por fuera e incluso con herida profunda, que sin embargo, una vez retirada con navaja, permitía comer la sabrosa pulpa, e invitaba a seguir probando.
Y al ver su entrada, pensé en la teoría de la fruta podrida.
Esa teoría explica que si nos venden fruta que en apariencia es buena, pero al abrirla está podrida, no solo nos sentimos engañados, sino que además tendremos un rechazo a abrir y a comer el resto de la compra.
En estos días, según se abre el cesto del Estado español (PPeras, REYnetas, Ccocoo, Mango, PaPaya, Mangarina, DamAsco, FreSoenes e Icacos enfresarios, Plata-nos y Melones como guinda), se descubre que todos son gusanos, que aquello que la transición democrática nos vendió como de calidad suprema, aunque encerada y brillante fuera, al verla por dentro nos genera vómito.
Y toda la fruta política y referentes económicos, nos generan rechazo e imaginamos todo igual de corrupto y pútrido.
Necesitaremos no solo compostarla y eliminar los tóxicos, necesitaremos tiempo, mucho tiempo para superar el trauma y volver a morder sin miedo aquello que nos ofrezcan.
Si hay algo peor que la sensación de abrir una fruta fresca y lozana por fuera y comprobar que esta podrida, es que por dentro parezca también sana y le hinques el diente. Ese sabor a podrido queda un tu boca, te recuerda que no todo es como aparenta, que nos dejamos engañar por la envoltura, que seguramente escogimos la fruta perfecta por su color, su forma y textura, y nos traiciono nuestra forma de mirar. Una impresión terrible darte cuenta que no te puedes fiar de tus sentidos, te engañaste, el olor a podrido que no percibiste te deja sin poder seguir confiando en tu forma de elegir. Se te quitan las ganas de probar otra fruta durante un largo periodo de tiempo.
No sé podría haber expresado mejor que como lo hace Pamisola. Exactamente es buscar "lo positivo".
Claro que vista así la fruta podrida, no dan ganas de salvar nada, más bien lo que dan ganas es de tirar todo directamente a la basura y partir de cero.
No somos nadie, somos nada: Ya lo dejo dicho Góngora para siempre: no sólo en plata o viola troncada/ se vuelva, mas tú y ello juntamente/ en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
cuando la fruta se pudre y está dentro de un cajón cerrado, pudre al resto pero si la fruta se pudre en tierra es abono y humus fértil para fortalecer la vida
Un ataque masivo de spam me ha obligado a anular la posibilidad de comentarios anónimos en contra de lo que siempre ha ocurrido en La Acequia. En cuanto pueda solucionarlo, volverá a ser posible comentar de forma anónima.
Por seguir con el tono Cine-Oscar
ResponderEliminarEsto es buscar "El lado bueno de las cosas"
Abrazos.
Pues habemus humus pa' dar y tomar en estos momentos en los que nos hemos dado cuenta, tarde ya, que su almacenaje ha sido muy descuidado... Y la Tierra ya no admite más contaminantes, su mecanismo de defensa natural está bajo mínimos.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Estoy harta de tanta podredumbre moral! Respaldo la opinión de IMPERSONEM. Besotes lozanos, M.
ResponderEliminarSi desaparecen, algo bueno se sacará. Todo lo que no mata fortalece.
ResponderEliminarEn momentos difíciles se desecha la parte podrida utilizando la no contaminada.
ResponderEliminarNo os preocupéis, la naturaleza es sabia.
ResponderEliminarUn abrazo
Lograremos, lograremos depurar los contaminantes. Es cuestión de insistir.
ResponderEliminarUn abrazo
Luz
Hola.
ResponderEliminarMucho interesante la sua postage. Para la Tierra, puede ser muy buena. Más, para la moral, la prodredumbre, es muy triste.
Un abrazo, desde Brazil
Una crisis, sin duda, además de un mal, también es una oportunidad para cambiar las cosas. Lo que pasa es que parece que siempre cambian a peor.
ResponderEliminarMi Señor Ojeda,
ResponderEliminarEs frecuente en estos días, aunque siempre lo ha sido, escuchar a la cavernícola derecha, referirse a España como tierra de pícaros, como si fuese esa buena razón para explicar lo que nos ocurre en la ética-social y por ende en lo económico.
Ser pícaros quizás fuese símil de fruta más pobre, de la fruta picada, fea por fuera e incluso con herida profunda, que sin embargo, una vez retirada con navaja, permitía comer la sabrosa pulpa, e invitaba a seguir probando.
Y al ver su entrada, pensé en la teoría de la fruta podrida.
Esa teoría explica que si nos venden fruta que en apariencia es buena, pero al abrirla está podrida, no solo nos sentimos engañados, sino que además tendremos un rechazo a abrir y a comer el resto de la compra.
En estos días, según se abre el cesto del Estado español (PPeras, REYnetas, Ccocoo, Mango, PaPaya, Mangarina, DamAsco, FreSoenes e Icacos enfresarios, Plata-nos y Melones como guinda), se descubre que todos son gusanos, que aquello que la transición democrática nos vendió como de calidad suprema, aunque encerada y brillante fuera, al verla por dentro nos genera vómito.
Y toda la fruta política y referentes económicos, nos generan rechazo e imaginamos todo igual de corrupto y pútrido.
Necesitaremos no solo compostarla y eliminar los tóxicos, necesitaremos tiempo, mucho tiempo para superar el trauma y volver a morder sin miedo aquello que nos ofrezcan.
Suyo, Z+-----
El comentario del Señor de la Vega es brillante, me uno a él.
ResponderEliminarHabría que sanear la fruta que esté podrida para que no se ponga mala la que está bien, ya es hora de hacer limpieza en el mundo de la política.
ResponderEliminarUn beso.
Si hay algo peor que la sensación de abrir una fruta fresca y lozana por fuera y comprobar que esta podrida, es que por dentro parezca también sana y le hinques el diente. Ese sabor a podrido queda un tu boca, te recuerda que no todo es como aparenta, que nos dejamos engañar por la envoltura, que seguramente escogimos la fruta perfecta por su color, su forma y textura, y nos traiciono nuestra forma de mirar.
ResponderEliminarUna impresión terrible darte cuenta que no te puedes fiar de tus sentidos, te engañaste, el olor a podrido que no percibiste te deja sin poder seguir confiando en tu forma de elegir. Se te quitan las ganas de probar otra fruta durante un largo periodo de tiempo.
Ya se echaba de menos una entrada optimista como esta, Pedro.
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé podría haber expresado mejor que como lo hace Pamisola. Exactamente es buscar "lo positivo".
ResponderEliminarClaro que vista así la fruta podrida, no dan ganas de salvar nada, más bien lo que dan ganas es de tirar todo directamente a la basura y partir de cero.
biquiños.
No somos nadie, somos nada: Ya lo dejo dicho Góngora para siempre:
ResponderEliminarno sólo en plata o viola troncada/
se vuelva, mas tú y ello juntamente/
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
cuando la fruta se pudre y está dentro de un cajón cerrado, pudre al resto
ResponderEliminarpero si la fruta se pudre en tierra es abono y humus fértil para fortalecer la vida
besitos ;)
Es lo que tiene...
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