Cuando se retiran todos los adornos del parque temático y se echa el cierre por fin de temporada queda siempre un solar triste. Es lo que tiene pasarse la vida anhelando la feria permanente sin comprobar que las paredes son de cartón piedra y no refugian de los temporales.
Puede ser que necesitemos adornarlo todo, porque la vida así, a pelo, sería muy triste y aburrida. Y lo peor es que los adornos se ajan y hay que renovarlos constantemente. Esto en todos los aspectos de la vida.
ResponderEliminarCreo que me puse demasiado transcendente.
Besos.
Tienes mucha razón, triste el circo que se monta alrededor... ¡Toda una parafernalia sin sentido!.
ResponderEliminarPorque reuniones familiares y de amigos deseadas, son también gozadas y no tienen nada de cartón piedra, al contrario, más bien nutren el espíritu porque nacen del genuino deseo de reunirse.
Besos
Creo que nos perdemos en demasiados absurdos, en demasiadas necesidades creadas por sucios intereses...
ResponderEliminarFelices sueños. Los necesitamos!
Hola profesor: Es triste porque esta pensado para grandes fiestas, pero si no ayh todos loa ingredientes para hacerlo funcionar,entonces se queda mas triste y solitario que otro solar cualquiera.
ResponderEliminarSaludos muy cordiales.
los sueños seguirán engalanando las paredes de nuestro propio solar que es en definitiva el mejor nido
ResponderEliminarbesos
Se acabó la fiesta, la farsa, la comedia ¿y ahora qué? volveremos a dormir el tiempo, subiendo la cuesta de enero antes de que llegue la de febrero, volviendo a representar la parodia de la agonía del reloj de arena, volveremos a dormir el invierno, mientras otros se encargan de sacudirnos la bolsa en sigilo para no despertarnos, para que no veamos el desaguisado y continuemos sumidos en el letargo...o se abrirán los ojos al fin, para ver la tragedia que se esconde, disfrazada de farsa y de comedia... o atacamos el futuro revolviéndolo todo, con un cambio forzoso que se está pidiendo a gritos sordos. Las paredes de cartón piedra no nos protegerán de los temporales a menos que las convirtamos en trincheras.
ResponderEliminarMi Señor Ojeda,
ResponderEliminarHay demasiadas personas en el mundo y cada vez más cerca, adultas y niños, que no disfrutan siquiera del parque temático, del cartón piedra, de la farsa del regalo por seres maravillosos o mágicos; y donde el temporal es su único paisaje y lápida.
Suyo, Z+-----
LAS DESIERTAS ABARCAS
"Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas."
Miguel Hernández
ResponderEliminarQuizá los adornos solo hayan conseguido esconder la verdad: la tristeza parace que se va imponiendo.
saludos
Qué bello pero que triste el poema de Miguel Hernández que nos regala el SEÑOR DE LA VEGA. Al igual que ese local cuando le quiten todos los abalorios... Besotes sin adornos, M.
ResponderEliminarMe lo veía venir, todo cartón piedra.
ResponderEliminarRegreso también después de una larga y forzosa desconecxión.
Besito.
Aja, como la casa de paja del cerdito...
ResponderEliminar¡Feliz año!
nada es eterno... hay que aprender a convivir con la tristeza del solar y con el marchitarse de las rosas.
ResponderEliminarbiquiños,
Necesito paredes de cemento o de hierro, que aguanten el temporal, y que me resguarden mientras dura.
ResponderEliminarBellísimo post.
Rita.
gracias por todas las huellas que me ragalas PEDRO
ResponderEliminarbesitos y ten una semana mágica
Realmente, son los espacios más tristes y los más parecidos a la realidad.
ResponderEliminarEse cambio es el que hace unas fechas diferentes de otras.
ResponderEliminarUn abrazo
De los días pasados, me quedo con algunos ratos compartidos con amigos de verdad, con mis hijas y con mi compañera; con el dolor de las ausencias que me ayudan a mantener vivos a los que se fueron; con las sonrisas sinceras de los peques que tengo cerca... sin adornos ;-)
ResponderEliminarPura fachada para engañarnos.
ResponderEliminarBesos otra vez.
Es maquillar y disfrazar la realidad. Igual que ahora, que después de las fiestas, volvemos a encontrarnos con lo que hay: la dura realidad.
ResponderEliminarUn beso.
Los carruseles son ilusion para los niños,pero los mayores sabemos que la vida es otra cosa.
ResponderEliminarSupongo que los niños viven, todo este carrusel, de manera distinta. Todos fuimos niños una vez. En cierta manera estas fiestas son, en parte, una farsa en la que todos participamos en mayor o menor medida y convencimiento. Mi convencimiento decae año tras año, aunque las reuniones familiares ayudan a mantenerlo, esa es la verdad. Pero tengo que hacer esfuerzos, y no creo que sea el único.
ResponderEliminarUn abrazo
Se acabó, hasta el año que viene.
ResponderEliminarTriste, en efecto. Y dura tan poco. Queda, sin embargo, lo afectuoso, que tarda en evaporarse de la memoria. En cambio lo hueco, aún rutilante, ya está olvidado.
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