Recuerdo aun cuando entré por primera vez en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid. El edificio del Paseo de Recoletos estaba en una de sus muchas e interminables obras que duraron décadas, pero no importaba. Aun no se había iniciado el proceso de informatización ni nadie soñaba con que todos tuviéramos acceso, a través de Internet, a una biblioteca aún de mayor tamaño. Era imprescindible la consulta de las viejas fichas en cartón, anotadas pacientemente por la mano de los bibliotecarios. Todo me pareció inmenso porque yo era incapaz de fijarme entonces en las contradicciones y miserias que toda institución de este tipo guarda. No importaba.
En realidad, podriamos medir a un país por el número, cuidado y actividad que dedica a sus bibliotecas públicas. Debe haberlas de todos los niveles: para especialistas y para niños que aprenden a leer jugando con sus padres. Hoy un país se mide también por la facilidad con la que ha puesto en Internet, digitalizados, todos sus fondos de archivos y bibliotecas. España aun tiene un largo camino pendiente.
He visitado muchas a lo largo de mi vida -todos hemos tenido una de preferencia a lo largo de nuestra vida- y he visto también su trasformación: cuando yo era niño eran lugares en los que se podía oír el minutero de un reloj y el ruido que hacen las hojas de papel al pasarlas. Hoy es difícil que se guarde ese silencio en cualquier biblioteca española. Y he de reconocer que algunas se han convertido en espacios molestos y ruidosos, impulsados por modas a actividades de todo tipo que a veces molestan a los usuarios que solo quieren ir allí a leer. de hecho, muchas bibliotecas públicas han perdido su condición de espacio para leer y solo son lugares de préstamo de libros. Pero siempre es preferible a no tenerlas, por supuesto.
Noticias de nuestras lecturas
Pancho nos ofrece su primera aportación a esta serie. Como siempre, acierta: la lectura da satisfacciones, pero hay un nivel de esfuerzo que es parte también de esa recompensa. Su segunda entrada la escribe desde la emoción de quien no solo disfruta leyendo sino también de quien disfruta viendo leer a los demás, todo un ejemplo de cómo debe gestionarse una pequñea biblioteca pública. Imprescindible su lectura.
No os perdáis tampoco el cuento de Luz del Olmo sobre la lectura, oportunamente borgiano, por supuesto.
Mª Ángeles Merino nos da cuenta excelentemente de la exposición celebrada en Burgos sobre La familia de Pascual Duarte, una entrada que despierta las ganas de (re)leer esta novela, que tanto sirvió para remover las aguas de la literatura del siglos pasado.
Noticias de nuestra próxima lectura
Iniciamos la lectura de la Trilogía de Pío Baroja titulada La lucha por la vida. Como recordaréis, propuse su lectura porque quería comprender cómo los novelistas trataron en su día épocas de cambios críticos en la sociedad con el objetivo de entender mejor lo que nos pasa en estos momentos. El primer título de la trilogía, La busca (1904) nos ocupará desde hoy hasta mediados de enero.
simplemente dejarte un abrazo y beso lleno de energías PEDRO
ResponderEliminarpasa unas fiestas bellas en familia, que es lo verdaderamente importante, lo demás si llega, llega; y si no, siempre existirá la esperanza y la ilusión
Pedro, me encantan las bibliotecas con rincones de lectura, de descubrimiento, de relación dulce entre familias...
ResponderEliminarBuen homenaje a ese paso de hojas que espero nunca desaparezca del todo.
Mi Señor Ojeda,
ResponderEliminarCuando era niño, tener un carnet en la cartera te introducía en el mundo adulto; para muchos de nosotros el primer carné fue el de la biblioteca.
Hoy algunas bibliotecas son espacio escénico para cuentacuentos, en el mejor de los casos, o para el estudio previo a los exámenes (evitando así los jóvenes, las múltiples tentaciones multimedia del hogar.)
Y he podido comprobar que también para abandonar a los niños como si se tratase de una ludoteca o pequeteca improvisada, mientras el progenitor escapa a su clase de yoga de los miércoles.
Hoy se lee más novela (tipo sardina enlatada y música de fondo) en los FNAC que en las biblios.
En el futuro y según se tercie por la autoridad competente, no me extrañaría ver extendida una tasa por préstamo de libro (no en el FNAC, sino en las Bibliotecas públicas).
Suyo, Z+-----
Como ya te mencioné anteriormente, esta vez no os voy a acompañar en la lectura de esta trilogía pero seguiré vuestros comentarios con gran interés. Besotes lectores, M.
ResponderEliminarCreo que he sido usuario de la biblioteca en casi todas sus modalidades. Cierto es que a veces es complicado combinar todos los servicios sin afectar al silencio. Aún así yo opino que es muy interesante tener una oferta amplia que atraiga al máximo público.
ResponderEliminarLa trilogía de Pío Baroja me trae muy buenos recuerdos. Aprovechaba el tiempo libre después de comer y antes de entrar a trabajar para leer en el parque, en unos días deliciosos de primavera extremeña.
Me tenta mucho.
Todas las bibliotecas me gustan pero tengo un recuerdo muy especial para una que tenía ruedas: el bibliobús de la Comunidad de Madrid, una vez cada quince días en Campo Real, con un atento y eficiente bibliotecario siempre dispuesto a buscarte cualquier libro que le pidieras, aunque no estuviera en el bus.
ResponderEliminarEn el otro extremo, me disgustó mucho enterarme y constatar que en los institutos se suele usar la biblio como lugar de castigo, imperdonable.
Lo pasé muy bien recuperando a Cela. La semana pasada llegué tarde a la de los jueves,estuve de viaje, pero publiqué más tarde otra entrada acerca de las lecturas en clase. Y se me coló cierto ministro con uve doble.
Besos
¡Cómo me gustaba buscar en las antiguas fichas de cartón!
ResponderEliminarTe cuento una anécdota: Mi hija y yerno se conocieron en la Biblioteca Real de Bélgica en Bruselas. El iba a investigar para su trabajo en la UE y ella para hacer su tesis de Grado de la Sorbona, pero sobre un pintor belga. Sus miradas se cruzaron un segundo. Había silencio, los días pasaban, ella regresaba ya a París y viendo que él no se decidía a hablar con ella, el pícaro de Cupido los flechó, y no solo eso, le sopló a él las palabras justas para invitarla a un café...
Besos
PD- Los festejos del casamiento que duraron cuatro días, incluyeron un cocktail en esta Biblioteca tan querida por ambos.
MYRIAM ¡qué historia más romántica! Me ha encantado... Besotes, M.
ResponderEliminarMe encantan las bibliotecas, el olor que se desprende de ellas, sus libros... emocionada con La busca, empiezo ya, intentare comentar, dentro de mis posibilidades.
ResponderEliminarGracias por tu blog, para mi es una inyección de buenas intenciones y ánimos.
Un abrazo.
Rita,
La digitalización de fondos bibliográficos es uno de los grandes beneficios que ha aportado internet al mundo de la cultura, sobre todo para estudiosos e investigadores. El acceso a la hemeroteca digitalizada de periódicos y revistas históricos es un avance increíble. Algo impensable hace un par de décadas. Se está trabajando en ello, pero seguro que queda mucho por hacer. Pocas veces hemos sido pioneros en asuntos culturales.
ResponderEliminarUna de las ocupaciónes más importantes de los sábados por la mañana es acompañar y llevar a los hijos en edad escolar a la biblioteca pública. Siempre hay alguna actividad para ellos y para los padres que la aguantan a menudo con cara de aburrimiento.
Agradecido por partida doble por las dos referencias tan amables al asunto de la lectura que nos ocupa.
Soy, y todavía lo he sido más en el pasado, un asiduo visitante y usuario de las bibliotecas públicas. En Barceleona hay muchas y creo que hay que agradecerlo a las instituciones que las han promovido. Actualmente también están sufriendo los recortes y se nota...
ResponderEliminarPues no os voy a contar toda la historia por ser un poco larga.
ResponderEliminarTuve que esperar dos años para poder tener en mis manos este códice (no me ofrecieron guantes)ya que queria ver donde estaba escrito Qui est situm in suburbio de Vurgos, in flumen Aslanzon,subtus Villa-Vascones,ub omni integritate cum suis prestationibus et decaniis suis,etc.
La bibliotecaria de la Zabalburu ya tenia dispuesta la pag. deseada el dia que acordamos que me presentaria,ya que ella con el suficiente tiempo y conocimiento supo donde encontrarla.
Pues hubiera sido imposible para mi encontrar lo que buscaba , ya que desconozco la grafia y el latin de este códice del siglo XI
Un buen libro para estas fechas que estaremos más en casa.
ResponderEliminarTe deseo días agradables y mejor años 2013.
Un abrazo.
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarYa tengo preparado el libro de ‘La Busca’ de Pío Baroja
Seguiré la lectura.
En las Bibliotecas programan actividades que a los pequeños les encantan, ...y a los padres también.
Saludos.
Lo peor de las bibliotecas para mí, es que se me pasa el tiempo de préstamo en cuanto me descuido.
ResponderEliminarMe gusta eso de hablar bajo, lo comparo con estar en un templo con muchos "dioses" a los que adorar, eliges uno y te lo llevas a casa.
Saludos.
Por diversas circunstancias he usado poco las bibliotecas públicas en mi vida adulta, por decirlo así, pero sí las utilizaba cuando era estudiante, y sí, eran agradables. Ya entonces percibías con claridad que eso era otro mundo, no el mundo de los ruidos ni de las prisas. Creo que eso, en cierta manera, ha ido cambiando, como todo.
ResponderEliminarUn abrazo
hace mucho que no voy a la biblioteca, la verdad, pero justo ayer pedí por teléfono que me pusieran en la lista de espera de un libro... y la verdad, nunca la usé para leer, sólo para estudiar o para ir a buscar libros en préstamo.
ResponderEliminarbiquiños,
Lo del ruido es un tema interesante. Creía que las bibliotecas eran un lugar de estudio y concentración.
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