Una de las fuentes más apreciables de las obras de arte procede de la herencia inmaterial, aquella que no se pesa en palacios o monedas, sino en afectos y tradición. Todos hemos recibido estas herencias, pero sólo unos pocos se encuentran en condiciones de apreciarlas y ponerlas en valor. Y legarlas a los demás, haciendo de lo que se ha recibido individualmente una donación colectiva.
Antonio Rey era un niño de Buenos Aires. Supongo que, como muchos, soñaría con ser una estrella del fútbol jugando en los solares de la ciudad. Hasta que su abuelo comenzó a contarle cosas de un lugar que estaba al otro lado del mar. Y lo hizo de forma tan viva que le inculcó el amor por la tierra que no conocía, por sus habitantes, leyendas y paisaje. Y por su lengua. Y, con sabor porteño -Buenos Aires es una de las ciudades con raíces del mejor cosmopolitismo-, comenzó a soñar en gallego.
Muchos años después. viajó a las tierras del abuelo, ya muerto.
Toda esa experiencia, centrada en la relación entre abuelo y nieto y el viaje de éste como una deuda a la sangre, se ha convertido en un libro lleno de emoción y literatura: Son galego. Me lo remitió el autor, comentarista de este blog, hace unos días.
En sus páginas, se expresa este encuentro con lo que está dentro de uno y sin lo que se está incompleto:
Dalgunha maneira, misteriosa, por certo,
viven en ti os que te precederon no camiño da vida;
falas a súa lingua, lonxe dos vales,
escoitas a súa música aínda que non véxa-las rías.
Es un libro que tiene la fuerza literaria de lo auténtico. En estas épocas de desarraigo, vivir a través de las palabras y la mirada de quien nos da un legado de un tiempo y un espacio ya destruido, es la mejor de las herencias.
Precioso el homenaje que le haces... pensar que nosotros tenmos nuestras raices aquí, y hasta hace poco nos daba vergüenza reconocer nuestra nacionalidad... un abrazo
ResponderEliminarPues así planteado parece una historia muy viva. Me ha encantado esa cita: en cuatro líneas se concentra toda la atmosfera gallega y el sentir de sus gentes.
ResponderEliminarUn saludo
Qué historia tan bonita... me dan muchas ganas de leerlo.
ResponderEliminarMe parece un bello post éste que dedicas a Antonio Rey, bonito homenaje.
ResponderEliminarSentir, disfrutando leyendo las palabras de un tiempo ya destruido, estoy de acuerdo contigo, que es uno de los mejores legados.
Un beso.
Pedro, muchas gracias por esta entrada sobre el libro de Antonio, que también yo recibí hace ya un tiempo de una forma muy similar a como lo has recibido ahora tu :-))
ResponderEliminarTen por seguro que no te ha llegado sólo un libro, si te lo envió es porque antes te habías ganado su aprecio y su amistad.
No sé si recuerdas que unos post tuyos más abajo hablabas de personas de sombra y yo te dije que también había personas de luz. Antonio es una de ellas. Al menos para mi siempre lo ha sido.
Un abrazo para ambos.
Suena precioso. Además seguro que me identifico al haber sido hija de emigrantes. Desde la lejanía se percibe a España de otra manera muy diferente... Entrañable post. Besotes, M.
ResponderEliminarMANUEL: todos somos, en mayor o menor medida, desarraigados de nuestro pasado. Aunque no nos aleje ni un metro de él. Un abrazo.
ResponderEliminarNOME DIGAS: además, no sé bien por qué -creo que nadie lo sabe-, los gallegos han señalado con fuerza este sentir.
FUSA: será difícil. El libro está editado en Buenos Aires y no creo que se distribuya bien en España. Es una lástima lo mal que conocemos la producción en español del otro lado del océano, a pesar de estar en el siglo XXI.
MARÍA: es la única forma digna de ser en el presente.
CUSPEDEPITA: sí recuerdo aquellas palabras tuyas. Ahora he conocido su libro y esos textos sólo puede escribirlos alguien como describes que es.
MERCHE: supongo que es un sentimiento parecido en todos los que habéis vivido lejos de las raíces familiares. Besos.
Gracias a todos por vuestras palabras. Un abrazo.
Amar una tierra que no conoces... puede ser hermoso. Y la lengua ¡La Lengua!
ResponderEliminarEl único patrimonio que nos pertenece a todos por igual sin necesidad de notarios ni leyes y que todos podemos enriquecer cada día.
En muchos lugares del mundo la transmisión oral fue la única manera de poder perpetuar leyendas y lenguas... de esto saben mucho los hombres azules del Desierto... en sus noches cuando se reunen en torno una fogata los mayores cuentan historias maravillosas en su lengua, pocas quedan reflejadas en libros, muy pocas por desgracia... su lengua y su cultura están cada vez más amenazadas, acorraladas...
ResponderEliminarUn beso Pedro!
Tengo que leer ese libro, Pedro.
ResponderEliminarSin duda.
Un cordial saludo!
Cuántas historias habrá habido como ésta tan hermosa. Un saludo
ResponderEliminarMe encantó. Hay un camino que recorrieron quienes te precedieron que alguna vez te pareció lejano y extraño... hasta que te descubres en él. Parte del mío está en Portugal, desde donde llegó un hombre llamado Antonio para ser mi abuelo.
ResponderEliminarFRANCISCO: la lengua es la más hermosa de nuestras patrias.
ResponderEliminarSELMA: buena referencia. Son todo un ejemplo. Un beso.
CORNELIUS: ojala se pueda conseguir desde la Península. Saludos.
MANZACOSAS: cada emigrante -y todos lo somos de una forma u otra-, tiene una dentro.
PABLO: esa historia y tu reencuento con las raíces merece ser contada.
ResponderEliminarEn pocas ocasiones una breve descripción de un libro me incita a tenerlo entre mis manos. De momento mi camino itinerante no me permite el conseguirlo, pero anotado queda en la lista de “necesidades” literarias para un futuro. Ojala que en cualquier librería de las que visito, lo pudiera encontrar.
ResponderEliminarUn abrazo
Pedro: estoy muy halagado por la reseña de mi libro que has publicado en La Acequia.
ResponderEliminarQuiero aclarar que está escrito en gallego.
Para los que quieran ver el rostro del abuelo aquí tenéis alguna imagen: http://cuspedepita.blogspot.com/2008/07/un-galego.html
Muchas gracias.
Un fuerte abrazo agradecido.
Antón.
Sin querer y de absoluta casualidad, he llegado al blog de Antonio Rey, pero por el blog del otro colaborador que escribe, sin saber que era de Antonio Rey, es que no me lo puedo creer.
ResponderEliminarSaludos desde aquí a Antonio Rey.
JAN: que se cruce en tu viaje. Un abrazo.
ResponderEliminarANTÓN: gracias a ti por enviármelo. Ha sido un placer leerlo y comentarlo aquí. Un abrazo.
MARÍA: la vida tiene estos felices cruces.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminareste libro seguro que ayuda a entender mejor el fenómeno de la inmigración/emigración, cuando uno se va de casa deja un trozo de su alma porque sabe que alguna vez volvera a recogerlo.
ResponderEliminarParece bueno el libro por lo que cuentas, lo tendré en cuenta.. El conocerse estas dos culturas a través de dos generaciones de una misma familia, eso enriquece mucho..
ResponderEliminarbesos
MAFALDIA: no sólo eso, sino el de los descendientes de los emigrantes que siguen sintiendo suya la tierra de la que salió la familia.
ResponderEliminarESTHER: enriquece y ennoblece al que recibe esa herencia.
esta entrada tuya me ha tocado..Conozco el libro, es el más morriñento que tengo leído. En mi clase de Bibliotecas tenemos una compañera argentina y otra venezolana. La argentina adora galicia y el gallego, cada día intenta aprenderse una o dos expresiones y por cierto que se le da muy bien, es un idioma muy rico y por lo tanto dificil; la venzolana no comparte esa pasión y rechaza todo lo relacionado con él.
ResponderEliminarTAREIXA: en la lengua están todas nuestras emociones.
ResponderEliminarAsí pensaría Julio Verne, en viajes que nunca hizo...
ResponderEliminarBIPOLAR: así pensamos muchos, en todos los viajes que nos debemos.
ResponderEliminarel pasado creo que influye notablemente en nuestra vida presente y futura, al menos así es en mi caso.
ResponderEliminarbicos,
ALDABRA: somos, en el porcentaje más alto, recuerdo del pasado. Besos.
ResponderEliminarUn viaje a la tierra de nuestros ancestros. De tanto oírla llegas y parece que siempre hubieras estado allí.
ResponderEliminarUn abrazo.
ANTÒNIA: a veces, decepciona y quieres seguir viviendo en lo que soñaron otros por ti. Otras, cumple con lo dicho. Un abrazo.
ResponderEliminarYo tengo la suerte de tener un ejemplar, que me ragaló en Galicia, mi Amiga Marisa Alvarez, eu una xuntanza que ocurrió en Melide, entre gallegos de Brasil y de España. Grande Antonio Rey, puso el corazón y el amor a Galicia, arriba de todo.
ResponderEliminarÁNGEL: En efecto, el libro y el autor merecen este elogio que les haces. Gracias por venir a La Acequia.
ResponderEliminarBuenas tardes, profesor Ojeda:
ResponderEliminarHe visto el comentario de Ángel López Vidal, y me he venido tras él hasta esta entrada que no había visto en su día, y que hoy me ha encantado su descubrimiento.
Espero conseguir, -pues ahora ya es una necesidad literaria, como diría Jan Puerta- el libro SON GALEGO, de Antonio José Francisco Rey, que no sabía que era Antón de Muros, del blog de Cuspedepita.
Copiaré, los cuatro versos -cargados de emoción- y me los llevo a mi blog.
Las herencias de nuestros abuelos, ¡cómo no cuidarlas si viven en nosotros!.
Abrazos.