Hay relaciones que enganchan y te llevan hacia un abismo. Sabéis que analizo el deseo desde hace meses y que aun no he llegado a conclusiones aceptables porque, quizá, no puede haberlas. Pero ésta de hoy es asombrosa: uno siente dejarse ir hacia fuera y hacia lo profundo, hasta borrarse a sí mismo. Sin aliento, sin pausa: con una constancia precisa en la que cada día nos pertenecemos menos al ser más nosotros mismos. No es fácil salir de esta sombra porque en la destrucción misma se encuentra el placer. La victoria es la derrota. Y si algo nos rescata, un reseco sabor amargo nos deja una impronta extraña en la boca.
Y, casi siempre, el abismarse está más en nosotros que en el otro o la otra. He de confesar que no me importaría dejar de ser en este deseo. Aquellos que os hayáis librado de esta pulsión, respetad las heridas de los vencidos: o son héroes o han muerto en vida para siempre.
el deseo...temón de todos y de todo
ResponderEliminardeseo
maquiavélica palabra
insidiosa idea
manzana deliciosa:-)
xau
Los deseos hay que satisfacerlos sin destruir , ni destruirnos y disfrutándolos al máximo que esta vida son dos días, saboreemos lo que nos ofrece y hay tanto y tan variado...
ResponderEliminarBesos, niño
São, apenas, os efeitos dos hormônios.Nada mais!
ResponderEliminarNo entiendo mucho este tipo de deseo. Pero respeto a los heridos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dejar de ser en el deseo es la meta última. No sé si la perseguimos o no conscientemente, pero aunque no lo sepamos, es la única que nos mueve...
ResponderEliminar¡Ostras Pedrín! Hoy estoy abotargada porque trasnoché con los mios y lo que has escrito es demasiado profundo para mis entendederas... (aunque lo del deseo, el anhelo a veces es más placentero que la realización del mismo. Porque siempre se puede soñar e imaginar...). Te veo un pelín masoquista querido... Besotes, M.
ResponderEliminarNo, no es fácil librarse de relaciones así, pero mi experiecia es que muy pocas veces se siente felicidad con este tipo de relación.
ResponderEliminarHablas de una mujer de sombra, el título lo dice todo. Por suerte hay también mujeres y hombres de luz, y esas relaciones te hacen florecer en vez de borrarte a ti mismo.
No sé si habré interpretado bien tus palabras...
las relaciones que enganchan son destructivas para ambos miembros de la pareja... uno debe de querer, de desear, de entregarse al máximo pero sin dejar de ser uno mismo... si dejamos de ser nosotros mismos ya no somos nosotros lo que sentimos... se es una sombra, como la mujer de la foto.
ResponderEliminarpero siempre hay que respetar que cada uno necesita querer y abandonarse a su modo.
bicos,
Aldabra
el deseo no son ganas incontrolables de tener algo??? eso no es muy bueno, hay que saber controlarse...yo la verdad es que no lo consigo. un abrazo
ResponderEliminar"Las feromonas"
ResponderEliminarLas feromonas son unas señales químicas que utilizan muchos animales para recibir información social y sexual de los miembros de su misma especie. Una tenue brisa de esta sustancia química que flota en el aire, proveniente de un ratón hembra, por ejemplo, puede incitar a un ratón macho a aparearse inmediatamente. En cuanto a los seres humanos, existe la sospecha creciente de que podemos estar influidos por este lenguaje hormonal.
He aquí donde erradica el problema
La culpa la tienen las feromonas
¿Diluirse en el otro hasta desaparecer y desear hacerlo? Me temo que, quien más quien menos, lo ha deseado en algún (o muchos) momento, pero hay un instinto de conservación, que quizá sea cobardía, que nos lo impide. Tirarse al precipicio requiere mucho valor, y todavía no conozco a nadie que lo haya hecho de verdad, como mucho han sido amagos. Y me alegro.
ResponderEliminarCreo que ese tipo de deseo tiene más que ver con la necesidad que con la pasión. ¿O acaso es la pasión necesidad? Ahí lo dejo.
Un besazo.
El deseo es uno de los mejores sentimientos, lo que lo hace muy complicado de ser reprimdio. Saludos
ResponderEliminarSiempre deseamos más lo que no poseemos, entre mayor sea la dificultad, las consecuencias causadas por dicho deseo son más nefastas, llegando a romper con nuestras normas y estabilidad por obtener el objeto de dicho deseo.
ResponderEliminarSaludos.
En la Historia Interminable, todos huyen de la nada. La nada la generan los propios personajes y sus lectores por la falta de interés hacia la vida.
ResponderEliminarUna vez consumado el deseo surge el desencanto. El deseo sin amor implica infelicidad.
Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.
ResponderEliminarSi se quita el amor de Sabina y se pone el deseo de Pedro, no sé si dará una explicación a esto que tan bien nos cuentas, pero no queda mal.
Un abrazo
Rafa
Pedro, o desejo é o motor da vida!
ResponderEliminarBesos.
El deseo... y bien, te diré que si es algo prohibido, no me agrada, porque no lo disfruto. Creo que lo que relmente nos hace felices, es lo que podemos disfrutar sin culpas. Si alguien sale lastimado, ten por seguro que no tendrás paz. Es mi humilde opinión.
ResponderEliminarCariños.
En todo hay que buscar la luz y no la sombra, la anulación por deseo es como caer en una drogadicción; en una relación hay que saber ver la línea que no se debería cruzar y si se cruza, buscar la manera de regresar. Hay que quererse mucho a uno mismo antes de querer a otro/a.
ResponderEliminarYo no he cruzado esa línea por suerte, no por convicción.
Hola Pedro.
ResponderEliminarEstar vivo es destruirse poco a poco, y ya puestos...
Saludos.
LICHAZUL: ahí caemos todos.
ResponderEliminarDIANNA: a veces, los impulsos nos gobiernan, ya lo sabes. Besos.
MAGUI: pero con qué fuerza...
ANTÒNIA: siempre hay que respetar a los heridos por estos deseos...
BRUJAROJA: a veces, con vehemencia.
MERCHE: ya me conoces, querida amiga. Besos.
CUSPEDEPITA: lo malo de esa felicidad es que destruye. Por suerte, hay relaciones de luz... Has interpretado magníficamente.
ALDABRA: siempre hay que dar esos márgenes, en efecto. Besos.
MANUEL: control y deseo, qué pareja de conceptos. Un abrazo.
BEETLE: pues qué puñeteras las feromonas.
ISABEL HUETE: siempre es bueno guardar una porción de la galleta del instinto de conservación, por si acaso. La pasión engancha, como la droga dura.
TERTULIAS: imposible. La represión también nos destruye. Dedicaré a ello una próxima entrada de esta serie. Saludos.
R.A.RIVEIRO: ahí está, cuando el deseo nos supera.
BIPOLAR: el desencanto, a veces, salva.
RAFA: y qué sabio el maestro Sabina. Un abrazo.
SAO: a veces, sin rumbo. Besos.
CHUQUIS: ésa es la clave, pero qué difícil. Cariños.
EUPHORBIA: dejemos el rastro bien visible, por si queremos regresar.
JUAN LUIS: de cabeza.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Ay el deseo, Pedro.
ResponderEliminarEse sentimiento unas veces reprimido y otras veces explotado.
Pero siempre que lo siento, es algo que me hace sentir viva.
Lo que pasa que los humanos tenemos a veces que contenerle y no derramarle en lugares que no debemos y sobre todo en personas que no se lo merecen, porque en esos casos nos quedamos más vacíos....................................
PILAR: pero ya sabes que somos seres muy raros.
ResponderEliminarLa sombra sirve en verano para guarecerse del ardiente sol.
ResponderEliminarYa sabes, querido Javier, que hay sombras y sombras.
ResponderEliminarTus palabras vienen al pelo con la lectura que compré ayer y que me tiene embebido: La mujer de sombra de Luisgé Martín. Y trata de deseo, del descenso a los infiernos por amor, un abandonarse y revolcarse en el fango del deseo en busca de algo que ni siquiera se está seguro de querer encontrar. Hoy me la acabo y me está entusiasmando.
ResponderEliminarANÓNIMO: Gracias por tu comentario y la sugerencia de lectura, que me apunto. Te sugiero que la próxima vez que visites La Acequia -cosa que te agradezco- te decidas a ponerte nombre, aunque sea un pseudónimo, para identificar tus opiniones que, si son como esta, son todo un acierto.
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