Ayer percibí que me faltaba el rostro sin que pueda decir desde cuándo sucede. Hoy, al revolver cajones en casa, para mi sorpresa sin angustia, sólo con la ligera fatiga cotidiana del que sabe que puso algo en algún sitio pero no recuerda dónde y renuncia a encontrarlo desde el inicio de la búsqueda, hallé uno viejo, entre unos cuantos calcetines gastados por el tiempo. Ni siquiera recordaba haberlo puesto allí.
¿Es mío este rostro? ¿Soy yo el que me mira desde el fondo del cajón, con la piel algo tazada por un doblez hecho sin cuidado? Lo saqué, sopesándolo: era ligero y sin consistencia, de un tiempo que ni yo mismo sé precisar. Incluso podría haber dudado de que me perteneciera y creer que se lo arranqué a alguien en un descuido o una venganza, si no tuviera alguna de mis señas físicas, como ese antojo apenas perceptible debajo de mi ojo izquierdo. Dudé en probármelo, pero el reloj reclamaba mi salida de casa para las actividades diarias. Aunque debí estirarlo en algunos sitios y retocar con un poco de crema hidratante las marcas de los dobleces, conseguí un efecto que consideré suficiente. Lo extraño es que nadie ha parecido darse cuenta: he caminado junto a colegas, he tomado cafés, impartido clase, estudiado morfología con mi hija, me he entrevistado con un doctorando. Hasta entré en una tienda a preguntar por una dirección que conocía sólo por ver el efecto que causaba en la dependienta. Yo notaba mi rostro ajado como una máscara, pero ellos no. Quizá, pensé al volver a casa, porque ellos también salen con rostros que recogen del fondo de sus cajones. Me imaginé, entonces, que cada uno disponía de un vestidor lleno de rostros para elegir cada mañana y que yo acababa de descubrirlo al caérseme el que llevaba hasta hace unos días. ¿De cuántos rostros disponemos cada uno, quién los fabrica, cómo llegan a nuestro poder?
La literatura del siglo XX se basa, en gran medida, en la constatación de la identidad destruida y su intento -fracasado- de reconstrucción. García Lorca, en uno de los poemas más enigmáticos de Poeta en Nueva York, "Luna y panorama de los insectos. Poema de amor", relata un rostro destruido a partir de un amor frustrado:
Ya cantan, gritan, gimen: Rostro. ¡Tu rostro! Rostro.
Este poema tiene uno de los inicios más definitorios de la vanguardia española:
Mi corazón tendría la forma de un zapato
si cada aldea tuviera una sirena.
El poeta camina, en espiral destructiva, hacia su acelerado fin, hasta que algo, que plasma la violencia que lleva dentro su acción, lo detiene en una explosión de sangre física (hoy no es hora de explicar la simbología de este poema):
Un diminuto guante corrosivo me detiene. ¡Basta!
En mi pañuelo he sentido el tris
de la primera vena que se rompe.
Cuida tus pies, amor mío, ¡tus manos!,
ya que yo tengo que entregar mi rostro.
¡Mi rostro! ¡Mi rostro! ¡Ay, mi comido rostro!
Bastaría este poema para purgar todos los pecados de los que se creía depositario Federico García Lorca en esa crisis que terminó de quemar en Nueva York para aparecer renacido en el caribe cubano.
Pero a mí, a diferencia de Lorca, ya no me salvará de la sangre escupida en un pañuelo un verso mío y mi rostro se irá ajando sin saber, a ciencia cierta, si tendré oportunidad de adquirir otro.
A través del correo electrónico, una comentarista habitual de La Acequia, Concha, me hace llegar este retrato del paseante. Gracias a ella, mañana caminaré con un rostro perfilado por el cariño. Quizá sea eso lo que me salve. Gracias, Concha. Un beso.
Mola esto de los rostros... Celebro que hayas encontrado uno, aunque no sepas identificar su procedencia.
ResponderEliminarEstaba escribiendo esto y me ha sonado el clinck del outlook avisándome de un nuevo comentario... Y eras tú. Igual habría que reflexionar sobre las simetrías... (y fíjate que no hablo de coincidencias...)
Confío en que te encuentres mejor y te hayas recuperado.
Un beso
Por cierto, antes de nada, el retrato está muy bien conseguido.
ResponderEliminarA veces otros nos tienen que mirar a los ojos y a nuestro rostro para poder identificarnos.
Nuestra propia vanidad y nuestra impotencia e incluso nuestra soledad nos inunda a veces y sólo entonces es cuando alguien ahí afuera de nosotros puede darnos un empujoncito, un beso, un abrazo, hasta una zancadilla...cualquier cosa que haga que reaccionemos...
A mí esas y otras cosas me ayudan a mirarme cada día al espejo.
A veces prefiero no hacerlo o simplemente hacerlo para las cosas rutinarias de cada día.
Otras no me importa, entonces miro y me río.
Si algún día no encuentras tu rostro, no entres en una tienda, ellos no lo notarán, llama a un amigo, tómate un café, mírate en otro.
La verdad .. no me gustaria encontrar mi rostro en un cajón..
ResponderEliminarprefiero quedarme con la incertidumbre de saber cuantos rostros tendre..
Solo confio en mi propio espejo y en esa imagen que me devuelve.. a veces tristes otras muy feliz.. pero siempre sigue siendo el mio el que llevo pegado.. el que me siento a gusto..
un post muy interesante.. me ha gustado..
la imagen se sale.. si..
abrazos.
Rostros,tenemos una maleta llena ,cuando nuestra boca no quiere hablar ellos se hacen cargo
ResponderEliminarRecibe un abrazo con mi rostro más risueño
Bueno, por lo menos lo encontraste... Ay, ¡no me hables de rostros! Yo ya no sé cuántos he tenido en esta vida tan ajetreada que he llevado.
ResponderEliminarPrecioso el poema de Lorca, debería de estar pasándolo muy, muy mal para escribir con tan desgarrada desesperación. Besotes, M.
Veo que al final has descubierto el misterio de los de nuestra especie, los que tenemos un armario de ropa y luego el armario de rostros. Hay que lavarlos y plancharlos a menudo y es un engorro, pero te aconsejo que si encuentras alguno más en algún cajón, lo cuides con más mimo.
ResponderEliminarCuando yo era pequeña tenía una preocupación y era saber porqué yo era yo y no otra persona... se lo preguntaba a mis padres y me decían, niña tú estás tonta. Pero sería eso, que no llevaba el rostro bien colocado.
¿Así qué? ¿resulta que Poeta en Nueva York tiene algún poema menos críptico que otro? A mí me parecieron todos igual de raros y el libro se llena de polvo en mis estanterías. Me atrevo a solicitarte que un día nos expliques uno y así almenos podré decir que entiendo algo.
Espero que sigas recuperándote del cansancio y que el mismo, al menos, haya valido la pena.
Un beso, algo menos madrugador.
Enhorabuena...esta tambien la he comprendido...y tanto. :)
ResponderEliminarYo ya hasta me siento cómodo con mis caretas..
El rostro que tenemos resulta de la mezcla de las huellas de nuestro pasado y de la ilusión y esperanzas de nuestro futuro. Un beso Isabel.
ResponderEliminarHay otra estrofa más arriba que dice:
ResponderEliminarNo son real las formas.
Creemos real todo aquello que vemos y sentimos, de ahí parte el sufrimiento. La dualidad << tu, yo >> no existe.
Yo siempre tan profunda, será que veo las cosas de otra manera.
Todos los recambios que se hallan en los cajones necesitan un planchado y un recauchutado....
ResponderEliminar(Estas entradas tuyas son de las que me encantan)
rostros!!!! ni hablar perdi muchos..otros los escondi...otros los encontre...supongo que llegamos a un monento en la vida en que se nos hace dificil ver realmente nuestro verdadero rostro..eso de andar con el rostro extraviado...me paso mucho cuando asistia al secunadario....muchas veces siento que quizas mas que cara tengo la cebeza de un rottweiler es mas te enredaria con cosas pero algo mas diria..hasta he sentido que este cuerpo y esta vida es prestada...
ResponderEliminarotra ultima cosa......mira chico ....si yo seria ciega te aseguro que palpando tu rostro sabria si eres o no eres tu!
y aparte por lo que veo te miman mucho....que voy a hacer contigo!!
beso!!! :)
Los rostros y como nos ven los demás lo fabricamos nosotros mismos, es como el anuncio de la fibra All-bran, si tienes cara de amargura porque estás amargado-a así te ven los demas y como espejos reflejan lo que ven de tí, cuando la gente te sonrie y te trata con amabilidad no hay duda ese día es brillante porque uno se siente bien y regala luz y sonrisa y recibe el reflejo, con lo que a tí te gustan los espejos...
ResponderEliminarEl rostro que decidimos ponernos cada mañana es el que influye en nuestro estado de ánimo.
ResponderEliminarTras los exámenes, estoy de vuelta.
Menos mal que las almas caritativas te regalan uno de repuesto.
ResponderEliminarYo sólo tengo el que llevo puesto. Incluso cuando recuerdo me veo con él, el que tenía se disolvió.
En las fotos antiguas el rostro que sale no es el mío.
Un buen rostro es una máscara que no se improvisa de la noche a la mañana. Es el producto de una labor artesanal que puede durar años y por eso es seguramente lo más íntimo de nosotros. Pero, ojo, hay que procurar ser siempre consciente de la impostura y mantenerla bien engrasada porque de lo contrario, si no reparamos en ella se ira agrietando, acartonando, y la máscara terminará en careta. Por eso cada día mino cuidadosamente mi envoltorio de Xuanrata. Sin él no podrías verme, sería translúcido y obsceno como un pez abisal.
ResponderEliminarA mí me parece que la música del rostro la pone la voz (jazz, flamenco, pop, rock o sinfonía), según como suenes así te bailan. La manera en la que hables es cómo los demás te perciben.
ResponderEliminarY mira, aquí tengo "Busca mi rostro", de John Updike, sobre una pintora que recuerda su vida al lado de sus maridos artistas o coleccionistas de arte.
BRUJAROJA: Estas simetrías son hermosas y están bien trazadas. No, pero tiro adelante. Un beso.
ResponderEliminarPILAR: hay que mirarse en el otro para saber que uno no es el propietario de nada. Un café. Pronto.
PIER: me alegro de que te gustara. Por si acaso, rebusca bien en los cajones. Abrazos.
MARITZA: lo malo es que algunos los usan para disfrazarse. Recibido. Va otro.
MERCHE: Lorca lo estaba pasando mal, en efecto, pero le salvaba el arte. Besos.
EUPHORBIA: sobre todo, porque creo que son caros. De pequeño yo también tenía la sensación de no estar en el cuerpo adeucado. Me apunto la sugerencia sobre Lorca. Un beso. Veo que el tuyo ha venido a horario más razonable.
BLOGÓFAGO: vete con la más adecuada a comer con tan insignes blogueros como te esperan. Y da recuerdos y besos.
ISABEL: ése es el rostro que todos deberíamos llevar puesto. El único.
TARA: las dualidades no son más que simplicaciones de las cosas, en efecto. Sigue así.
BIPOLAR: sobre todo porque no sabemos guardarlOs adecuadamente.
SAUVIGNONA: te comprendo. Me miman, soy afortunado. Besos.
MAFALDIA: con lo que a mí me gustan, en efecto. Pero el anuncio que citas tiene más relación con otras partes del cuerpo...
SANDRA: es como si nos hiciera. Me alegro, espero que haya ido bien.
JAVIER: lo expusiste demasiado, quizá.
XUANRATA: y hay caretas de cartón piedra. Mímalo, lo merece.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
DEME: hay músicas de las que no puedes desprenderte nunca. Qué buena recomendación, como todas las tuyas.
ResponderEliminarBuenas tardes Pedro.
ResponderEliminarAgradezco tu visita...
Vaya, vaya... como esta esa acequia, un poquillo seca quizas?, que pasa que no llueve por ahi ?, Disculpa, son de esas preguntas que se me ocurren, entre bromeosas y serio-paticas.
Me alegro de que estes bien, estoy pensando si quieres te presto la mascara que hice con aquella corteza, no es que estaras mas favorecido, pero al fin y al cabo es un "rostro".....
Aqui en casa, de vez en cuando, repasamos las fotos de antaño, personalmente me veo cada vez mas viejo, es normal. Ya se que no es el tema, y que Federico esta por medio. Lo que realmente quiero es pasar por aqui y leerte, hablarte de lo que entiendo y como poco dejar una huella a ser posible agradable.
Hoy te he dejado un abrazo musical en mi blog, aqui te lo doy de persona, aunque solo sea cibernetico.
Jesus
Hay muchas músicas que no se pueden olvidar como esta... Muy bonita, así me gusta, recomendarla a la gente. www.asbeirasdoarnego.blogspot.com Un Saludo desde Galicia hasta Valladolid
ResponderEliminarJESÚS: me gusta que pases, que me prestes tu tronco-máscara, tan lleno de árbol y de arte. Voy a por el abrazo. Saludos.
ResponderEliminarASBEIRAS: un abrazo desde Castilla. Recomendemos.
Gran post coronado con la recuperación de tu rostro. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Fernando. Un abrazo.
ResponderEliminarTengo que estar de acuerdo?
ResponderEliminaryo no siento que tenga otras caras en ningún lado, siento que es la misma de siempre con diferente mirada, ni siquiera la veo tan cambiada... ajada, sí, pero mía.
Los que quizás vean otra cosa son los que me miran... psss y bueno, al que no le guste que no mire que yo no uso careta.
Será que no me entero de ná??
Besos desde mi nube, profe^^
No me gusta tener varias caras, soy como soy y no me gusta ponerme otra careta dependiendo de dónde esté.
ResponderEliminar¿Será que soy distinta a todo el mundo? ¿Seré de una especie rara?
No sé, ya me has hecho dudar...
Un besote.
DIANNA: No, no tienes. Está bien: al que no le guste, que no mire. Vive, que sí que te enteras. Besos.
ResponderEliminarDESPLAZADOS: No, haces muy bien. Sé que estar sin rostro duele. Un beso.
ResponderEliminarrostros o mascaras?!
ResponderEliminarTURKA: lo que es peor, rostros como máscaras.
ResponderEliminarRostros...yo los llamaría caras, una para cada situación el rostro el mismo evolucionando a arrugado...caras multitud dependiendo de la situación, la angustia, el gozo...con el que te enfrentas...un abrazo...
ResponderEliminarSiempre he estado de acuerdo con eso de que la vida es un Carnaval, una mascarada. Nuestros rostros no son más que máscaras, pero siempre hay uno auténtico detrás, el que nos da miedo enseñar y del que muchas veces renegamos porque cuando nos miramos no nos gustamos, y no me estoy refiriendo al rostro físico sino a nuestra identidad. Ser consciente de ella, con sus aciertos y errores, con su belleza y su fealdad, y asumirla, es la única manera de recuperarla y mostrarla con con toda la alegría de la que seamos capaces. ¡Abajo las máscaras!
ResponderEliminarPreciosa tu entrada.
Un besazo.
MANUEL: querido amigo, tú te refieres al rostro de un individuo, pero nos han despersonalizado tanto...
ResponderEliminarISABEL H.: ¡Abajo! Gracias y un beso.
A ti, querido Pedro, ¿tambien te salva el arte? Besotes, M.
ResponderEliminarMERCHE: eso intento, pero me va siendo difícil.
ResponderEliminarEl semblante que la artista te ha puesto se da un aire a ti, pero clava el de tu paisano torero, Roberto Dominguez. Muy lorquiano también. pancho
ResponderEliminarPANCHO: pues ahora que lo dices sí que me parezco a Roberto Domínguez, sí.
ResponderEliminarHolaaaaaaaaa
ResponderEliminarPedritoooooo
Este post, me recordo un no se que a los post del óxido, de hecho busque de nuevo esos post.
El óxido en el hierro
El tiempo en el rostro.
Un beso grande pedrito
En efecto, mi querida REGGIS: óxido en el rostro. Tanto...
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