Don Quijote, molido por los golpes del capítulo anterior, no puede levantarse y, para justificarse a sí mismo su estado y distraerse un tanto, se imagina vivir nuevas aventuras fantásticas. Curiosamente, ahora no recurre a los libros de caballería sino a las historias cantadas en los romances que todo el mundo, en la época, se sabía de memoria. Amplía Cervantes, por lo tanto, la referencia paródica a otro de los géneros más en boga en el momento y que, como la caballeresca, se basaba en el relato de una historia no más verdadera que los milagros de Mahoma, como dice al inicio de este capítulo. La locura de don Quijote es de raíz libresca y crecimiento fantástico: parodiar estas obras, por lo tanto, debe hacerse desde el realismo. Por eso, en el delirio, lo encuentra un vecino de su pueblo que viene de hacer una cosa tan cotidiana como llevar trigo al molino y lo intenta traer al mundo real llamándolo -por primera y única vez en la Primera Parte-, por su nombre auténtico, dado que él sí lo conoce, a diferencia de nuestro poco fiable narrador:
-Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.
Pero don Quijote se niega a aceptar este tirón de realidad y, con la energía que le presta su voluntad de trasformar el mundo y jugar en él a la utopía, exclama una de las más bellas frases de todo el libro:
-Yo sé quien soy -respondió don Quijote-; y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías.
Yo sé quién soy pero también que puedo ser cualquiera. He aquí el espíritu que anima a este hidalgo: afirmación de sí mismo que le lleva a explorar el mundo de una manera diferente a la que se espera de su condición; declaración radical de vivir la vida en libertad personal y confianza en sí mismo; huida del timorato sentido común para explotar en riesgo el camino que se abre delante de él. Mientras no pierda este aliento, don Quijote seguirá su aventura, nadie podrá frenarlo y, ante sus ojos, el mundo adquiere una nueva forma para ser entendido.
El resto del capítulo sirve para presentarnos a cuatro personajes de la novela: el cura y el barbero de su aldea, el ama de su casa y su sobrina. Aquí son presentados en grupo, como la referencia doméstica del hidalgo -son su familia, sus amigos-, lo que le ata a su vida anterior de cordura y actitud calmada, sin las características individuales que adquieren después. Lo veremos.
Este capítulo representa el necesario cierre de la primera salida de don Quijote y se completa con el Capítulo VI, que veremos el próximo jueves y, tras cuyo comentario, haremos nuestro primer balance sobre las intenciones de Cervantes y la teoría de que la historia de don Quijote naciera, inicialmente, como una más de las Novelas ejemplares. Sobre la discusión de si Cervantes imitó el Entremés de los romances para escribir estos párrafos comentados aquí o fue esta pieza teatral la que lo imitó, dado que hay opiniones en un sentido o en otro que son difícilmente demostrables con datos, no debería llamarnos más la atención en nuestra lectura que el juego paródico que se establecería en uno u otro caso y el testimonio de que era un procedimiento muy de época.
Por ahora dejamos acostado a nuestro héroe tras haber cenado (obsérvese que la primera salida se realiza en un amanecer y se cierra de noche) y con el anuncio de lo que sucederá en el próximo capítulo.
hoy no he tenido tiempo de leer el capítulo pero lo haré mañana ya sin falta.
ResponderEliminarbicos,
Aldabra
Esperaba tu post..como siempre pedagógico...este capítulo no tiene desperdicio..de todas forams creo que aprenderé cuando expliques lo del entremes de lso romances...saludos y buenas noches...
ResponderEliminar¡Genial! Me leí este capítulo el lunes y me encantó, aparte que no se me está haciendo pesada la lectura para nada.
ResponderEliminar¡Pobre hombre! Está hecho polvo y él sigue imaginándose que es un personaje ahora de los famosos romances de aquella época. ¡Lo que hace la locura!
Curioso también el detalle del labrador, no entró con Don Quijote en el pueblo hasta bien entrada la noche para que nadie viese al pobre caballero en tan mal estado y tan maltrecho...
El siguiente capitulo ya lo he leido pero voy a poner freno e iré poco a poco. Que yo me conozco y cuando me engancho a un libro hasta que no le veo el fin no paro.
Un besote y buenas noches.
Cervantes termina el capítulo V con una pirueta genial en la frase :..hacer lo que otro día hizo ......
ResponderEliminartrasladándonos al capítulo siguiente.
hola mi querifo profe... me encanta leer sobre el quijote... un placer.
ResponderEliminarGracias. Bsss.
Me ha parecido que la locura de Don Quijote, al ser vista por las personas que le quieren, adquiere una realidad más triste todavía y los cuidados que tienen con él, el vecino, su familia y amigos, nos lo hace ver como un ser muy frágil.
ResponderEliminarA por el IV.
Que tengas un buen viernes, aunque sea 13, que yo eso de las supersticiones....
Mevoy, por que me están entrando unas gnas de pillar el Quijote y leerlo. . .
ResponderEliminarjejeje
Me acerco a tu acequia para refrescarme y lo consigo, saludos brujos¡
En este capítulo me he percatado del gran talento de Cervantes para parodiar y mofarse, no solo de los libros de caballería sino tambien de los romances y de "los Doce Pares de Francia" y "...todos los nueve de la Fama". Muy bueno. Besotes, M.
ResponderEliminarui, quería decir "a por el VI" es que a veces soy medio disléxica.
ResponderEliminarYo sé quien soy -respondió don Quijote-; y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías.
ResponderEliminarEsta frase que has señalado me parece la más significativa del capítulo y quizá en la que Cervantes se dio cuenta de que esto que iniciaba no se iba a quedar en una mera parodia de los libros de caballería. Cervantes tenía un personaje y una historia.
ALDABRA: Aquí te espera la entrada. Sin agobios. Besos.
ResponderEliminarMANUEL: lo del entremés no pensaba comentarlo más, pero recojo la sugerencia y lo haré mañana, con las Noticias sobre el Quijote en la que veré también tu magnífica entrada.
DESPLAZADOS: me alegro de que no resulte pesada la lectura, esa era una de mis intenciones: poco a poco, aunque veo que tú vas por delante, lo cual también es bueno. En efecto, lo que señalas del labrador habla de su comportamiento humanitario. Un beso.
PEDRO C.: ¡cómo me gustan los finales de cada capítulo, anunciando el siguiente! Tienes razón, todo una muestra de genialidad para incitarnos a seguir leyendo.
MÓNICA: un placer para mí que te guste. Besos.
EUPHORBIA: en efecto, ése es uno de los efectos más conseguidos de este capítulo: esta locura no tiene el mismo significado ante desconocidos. ¡Y ya nos dimos cuenta del error del capítulo, no importa!
CUENTOSBRUJOS: pues déjate atrapar. Saludos.
MERCHE: el libro entero es un juego de este tipo. Besos.
BEGOYRAFA: en efecto. De eso hablaremos pronto. Un abrazo.
Gracias a todos por acompañarme en esta locura.
me voy de vacaciones... me tendré que reenganchar de golpe con varios capítulos, lo haré... es mi honor lo que está en juego. ;)
ResponderEliminarMAFALDIA: Pásatelo bien. Y recuerda que un Quijote en la maleta tampoco ocupa tanto. Aquí te estarán esperando las entradas correspondientes al tiempo en el que estés fuera.
ResponderEliminarpues que cosa tremenda...cuando lei: "...yo se quien soy;y se que puedo ser no solo los que he dicho...etc..etc.." sabeis que mis ojos como que se quisieron humedecer..quizas fue una sensacion emotiva.....tambien te dire..,que con el capitulo de hoy me he sentido UNA QUIJOTA...por las caracteristicas desciptas....pues si..quizas suene a tontada...(jaja)...
ResponderEliminares mas...ando ganas de comprarme el libro....esta emocionante y mas ese español antiguo....
por cierto interesante foto...
beso y abrazo!
q descanses!
el ama, el cura y el barbero. Vaya trío!!!! Siempre criticando y conspirando contra Don Quijote. Un abrazo.
ResponderEliminarDonde vemos a Rocinante de señorito, sin carga, con su amo a lomos de un burro y librado de la responsabilidad de guiar la marcha del grupo, pues es llevado de ramal por un vecino, labrador, que les guía a la querencia, origen de los males que les afligen a ambos. Rocinante vuelve a ser culpado por su amo de la paliza que lleva encima.
ResponderEliminarNos encontramos con un magnífico ejemplo de la fecunda prosa cervantina: “historia sabida de los niños, no ignorada de los mozos, celebrada y aun creída de los viejos; y, con todo esto, no más verdadera que los milagros de Mahoma”. Esta última irreverente expresión, (tendría problemas en la actualidad), junto con el hecho de que sea un cura el que esté dispuesto a quemar los libros del hidalgo nos indicarían la clase de tipo que debía ser Cervantes en su relación con las dos religiones dominantes en la época en la zona, situación que resulta no ser muy diferente de la actual. Nuevo hallazgo en la obra: los nazis no son pioneros en la quema de libros, parece que ya se hacía en la España del XVII. pancho
SAUVIGNONA: Cervantes consigue que, en muchas fases, nos identifiquemos con su personaje. Es parte del éxito de la novela. Cómprate el libro y únete a la lectura. No te arrepentirás. Besos.
ResponderEliminarFERNANDO: ¡en efecto! Es una de las formas de ver la actitud de este grupo doméstico: quieren impedir que don Alonso sea don Quijote. Cuando lo consigan, la consecuencia será su muerte.
PANCHO: ¡buena forma de verlo! En efecto, en cada capítulo Cervantes nos deja esas perlas del lenguaje con las que nos detenemos un buen rato, para saborerlas. Y sí, Cervantes, aunque tenga que ser políticamente correcto, trae las religiones a nivel cotidiano. Lo veremos en más ocasiones. El próximo jueves hablaremos del auto de fe de los libros. Saludos.
Hola ,mi profe preferido, bueno anunciarte que me he leído el capítulo y te he preparado una entrada que espero sea de tu gusto y cuando puedas me corrijas, si algo está mal, a estas horas no coordino demasiado son las 2:16.
ResponderEliminarBesos de vampira cabeceando ;)^^
DIANNA: voy para allá. Qué buen cabecear tienes.
ResponderEliminarDebió enamorarse Cervantes de su personaje. Pero espero a que tú nos introduzcas en la relación de ésta con las novelas ejemplares.
ResponderEliminarCECILIA: En breve.
ResponderEliminarComienza el capítulo con don Quijote presa de la soledad; una soledad física, agudizada por la imposibilidad de levantarse del suelo donde fue a dar después del fallido duelo con los mercaderes. Aun así, nuestro protagonista haya consuelo recordando fragmentos de sus admiradas obras de caballería, dándoles acomodo a su situación de derrota. Sus héroes están con él a duras y a maduras, de tal modo que parece así disipar su soledad.
ResponderEliminarA pesar de que posteriormente es socorrido por un vecino que le devuelve a su casa, creo que don Quijote es cuando cae en una soledad más profunda. Vemos como sus familiares y amigos reprueban sus ilusiones y no duda en planear la eliminación de la fuente de donde fluyen las mismas; los libros.
Personalmente, soy de la opinión de que una de las peores y más tristes soledades es la que se siente cuando los seres cercanos y queridos no comparten nuestros sueños, proyectos e ilusiones; a veces hay que elegir, y entonces puede que busquemos la puerta falsa del corral para salir al mundo en busca de nuestro camino.
Que tal te resulto el masaje de chocolate y menta?
ResponderEliminarBien... tuve algunos problemas de conexion a internet pero creo que esta solucionado.
Sobre este capitulo tengo varias cosas que me impactaron:
1- Al inicio, la utilizacion que tiene Cervantes del recurso (psicologico) de la sublimacion del dolor a taves de la lectura que tiene Dn Q. (A difrencia de la locura por tanto leer). Me explico?
2- La capacidad de empatia del labrador. a)Primero se enoja, luego trata y finaliza por comprender la locura de Dn Q
b) espera a la noche para que la gente no lo vea en ese estado tan maltrecho.
3) la critica a la quema de libros que vendra en el pmo cap y la incomprension de los 4 en la casa.
4) la ternura que despierata ..."vengo malferido...llevenme a mi lecho y llamese a...
5) La afirmacion del YO SOY. Como tu dijiste, se quien soy y puedo ser cualquiera.
preg: entendi bien que el moro Alondarraez, etc son personajes de "la Diana" de Jorge Montemayor, un escritor que existe en la realidad y un libro que el escribio en serio?
No entendo la expresion: Jayanes hay en la danza? que quizo decir el cura. Jayanes, personas herculeas?
Y aqui te doy un beso y.... gracias por estar!
JUAN LUIS: cuánto acierto en tus palabras: la peor de las soledades es no hallar ningún apoyo en los que te rodean, en efecto.
ResponderEliminarMYR: lo contaré en una próxima entrada...
ResponderEliminarEn efecto, hay mucho de sublimación, como señalas, en la decisión del hidalgo. La empatía del labrador le hace muy humano y próximo.
La Diana es una novela de referencia dentro del género pastoril. En ella, en una de sus ediciones, se insertó una historia morisca que no tiene nada que ver con el resto de la Diana: con eso, el editor creará la costumbre de la inserción de novelas y un tipo de literatura legendaria que llega hasta nosotros. Se escribió en serio.
Sí: jayanes, por los gigantes citados por don Quijote.
Un beso.
Es un gran detalle por parte del vecino, y que le honra, el esperar a que anocheciera para entrar al pueblo y nadie viera el estado en que llegaba DQ. Cosa que no pasa con sus más allegados: el cura, el barbero, el ama y la sobrina, que lo critican por su afición a los libros de caballerías y los efectos que en él causan.
ResponderEliminarBesos
ASUN: una de las cosas que más me gustan de Cervantes es cómo presta atención a estos pequeños detalles. Besos.
ResponderEliminarDon Quijote no puede menearse y se acoge a su ordinario remedio. ¿Triaca? ¿Ibuprofeno? Borro eso último, que en el siglo XVII no conocían eso. Nada que se pueda preparar en la botica. Nuestro hidalgo acude a los registros de su memoria, donde están grabados, a fuego, los relatos de sus amados libros de caballería.
ResponderEliminarMas, como en ellos no se da fe de tamañas derrotas, recurre al registro oral, al romancero. A ver, a ver, sí, aquel de Valdovinos, sobrino del marqués de Mantua, apaleado con su misma lanza, herido en la montiña y abandonado por Carloto, éste le vale para hacer su propia versión. Adelante con ella.
El narrador cree conveniente advertirnos de la falsedad de tal historieta, "no más verdadera que los milagros de Mahoma". Cide Hamete, estás en todo y don Miguel también.
María Ángeles, ya has escrito más líneas de comentario que las que van del propio capítulo, repórtate parlanchina. Te han pillado con hambre de Quijote.
A lo que vamos, los octosílabos le vienen de molde para expresar sus cuitas y, revolcándose en tierra, pregunta dónde está tal señora suya que no se duele de su mal, tan falsa y tan desleal. Sigue hasta el final, donde clama por el de Mantua.
Cuando está con "su tío y señor carnal”, qué mal suena eso, acierta a pasar por allí un labrador, vecino suyo, que viene del molino.
Ve a aquel hombre tendido, se acerca a él y le pregunta quién es y qué mal tiene.
La pantalla se mueve, me parece que tengo un visitante, de esos del limbo de secundarios, no que ya se clausuraron los limbos. Ahora que caigo, tal vez sea un purgatorio de personajes. ¿Tendrán que vagar, un tiempo, por los canalículos, a la espera de que alguien escriba de ellos?
Ahora veo, veo… ¡Es el labrador del que estaba escribiendo! Se nota que viene del molino, lleva los pies enharinados. Hable, buen hombre.
Con Dios, señora escribana. Ese chico, Andrés, me dijo que me pasara por aquí, que a vuestra merced le placen nuestras visitas. Mi nombre es Pedro Alonso y vengo de llevar dos talegadas de trigo al molino, dos arrobas cada uno, ya sabe.
Vuelvo apriesa a la aldea, me entretuve de más, la molinera diome conversación. Perdone vuestra merced esta licencia, que tal cosa no la escribió nuestro padre don Miguel. La molineras, ya se sabe...
Veo a aquel hombre tendido y, como buen cristiano, le pregunto quién es y qué mal siente. No me responde y sigue hablando del hijo del Emperante y su señora esposa.
Admirado, le quito la visera, le limpio el rostro, cubierto de polvo y descubro al señor Quijana, un viejo hidalgo de mi lugar. ¡Me quedo como un pasmarote! Le pregunto quién le ha puesto así, pero no me contesta y vuelve a ensartar versicos.
Le quito los fierros por ver si trae feridas, ni sangre ni señal. Con no poco trabajo, le subo a su jumento. No se imagina vuestra merced cómo pesa un hombre a cuestas, pese a estar en los huesos. Hago un atadillo con los fierros, también con las astillas. El rocín de las riendas y el rucio del cabestro, sigo mi camino.
¡Qué disparates los del buen don Alonso! ¡Y qué ayes! De nuevo le pregunto por su mal y saca a bailar a un moro y a un alcaide. Voy maldiciéndome de oír tantas necedades. Loco, está para la casa del Nuncio... He darme priesa, que no hay quien sufra estos sermones.
¡Y me llama Rodrigo de Narváez! Y quiere que yo sepa que la mora es una dulce señora del Toboso y que por ella hará caballerías. Despacito, le hago saber que yo no soy tal caballero sino Pedro Alonso, su vecino. Y le recuerdo su nombre de señor Quijana, algo que no debe ser de su agrado. Porque mi hidalgo vecino afirma saber quién es y me da a entender, o eso me parece, que puede ser quien le plazca. Ya sean los doce Pares de Francia o los nueve de la Fama, que las hazañas de todos juntos no aventajan a la suyas.
Llegamos al anochecer, es mejor esperar a que esté oscuro, que no vean ansí al señor Quijana.
Entro en el pueblo, hasta su casa. La encuentro toda alborotada, con la visita del señor cura y del Maese Nicolás, el barbero. El ama pregunta al señor licenciado, a voces, qué le parece la desgracia de su señor. La mujer se lamenta, ha tres días que falta su señor y , bien segura está, han sido los libros los que le han vuelto el juicio; que ella recuerda cuando don Alonso decía que iba a hacerse caballero andante, para ir en busca de aventuras. "El más delicado entendimiento de la Mancha" dice que era su señor y no le falta razón, así era. Y que malditos sean tales papelotes, con Satanás y Barrabás han de estar, no con la gente cristiana.
ResponderEliminarLa sobrina habla con maese Nicolás, el barbero de nuestro pueblo, más amigo de charlas y lecturas que de enjabonar barbas. Cuenta la mochacha que su señor está, muchas veces, leyendo dos días enteros, al cabo de los cuales, arroja el libro, toma la espada, acuchilla las paredes y asegura haber muerto a cuatro gigantes que le han manchado con su sangre. Cubierto de sudor, que no sangre, se bebe una jarra de agua fría y quédase sosegado. Piensa la Quijana que debía haber avisado a cura y barbero, sus mejores amigos, para que pusieran remedio; que tales libros han de ser abrasados como herejes.
Al señor cura le gusta la idea; al fuego han de ir los culpables, mañana mesmo, en un acto público, que no den ocasión a otros.
Don Alonso y yo estamos ante la puerta y oímos todo eso. Acabo de entender la enfermedad de mi vecino, en cuyos ojos leo la indignación. Y ahora el loco soy yo, pues comienzo a decir a voces que abran "al señor Valdovinos y al señor marqués de Mantua, que viene malferido , y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera." ¡Qué bien me lo tengo aprendido!
Sobrina, ama y amigos salen y corren a abrazar a su tío, señor y amigo; el cual pide que le lleven al lecho y llamen a la sabia Urganda que cure y cate sus heridas.
El ama maldice, ya sabía ella. Y no necesitan a la "hurgada" esa, sabrán curarle ellas.
Le llevan a la cama , le catan las feridas, mas no hallan ninguna. Don Alonso dice que todo es molimiento, por una caída del caballo, peleando con diez jayanes "desaforados y atrevidos".
El cura oye lo de los jayanes y le crece el deseo de chamuscar libros.
Le hacen mil preguntas, a las que sólo responde que le den de comer y le dejen dormir.
El cura me pide que le cuente cómo hallé a don Quijote y así lo hago. Le repito todos sus disparates y pongo más deseo en él de hacer lo que hizo al día siguiente. Llamaría al barbero y...no digo más que lo que sigue no me corresponde. Me despido de vuestra merced, quede con Dios.
Un abrazo para los que aquí me visitáis de:
María Ángeles Merino
Yo me he detenido en dos detalles de este capítulo: uno, cuando don Quijote afirma “yo sé quién soy y que puedo ser…”. Es verdad, como dices, Pedro, que es una frase que habla de la libertad y la confianza en sí mismo de don Quijote. Y a mí me parece que son rasgos de carácter de la persona, de Alonso Quijano, que se manifiestan tanto en la locura como en la cordura. Yo creo que Alonso Quijano también era así. Cervantes estaría enlazando aspectos de la realidad con la fantasía, lo cual no deja de ser la vida misma.
ResponderEliminarEl segundo detalle en que me he detenido, también visto por otras personas de las que comentan, es el gesto del labrador de esperar a que hubiera anochecido para entrar con don Quijote en el pueblo y que no fuera visto en tan lamentable estado. Una preciosa manera de describir el carácter del labrador sin utilizar un adjetivo. Me recuerda eso que nos comentabas sobre la narrativa barroca de conocer al personaje en lo que hace (en lo que le va ocurriendo), no en descripciones del autor.
Saludos.
Susana.
SUSANA: Cuánto me alegra que te unas a esta lectura colectiva del Quijote.
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