No podrás esconderte, aunque busques los refugios más inaccesibles. Sabes que vives destruyendo tu mundo, que has aceptado que todo se mueva contra la naturaleza de la que partes y reniegas, que no renuncias a todo tipo de comodidades que te llenan de falso progreso, que expolian la tierra que te sostiene, y que han sido fabricadas a partir de la explotación y el hambre de tus congéneres.
Por mucho que cierres los ojos, eres culpable de todo lo que está pasando en el mundo, aunque sea tan lejos que ni se oiga el rumor triste de los resignados. Has delegado parte de tu libertad para que te gobiernen pero, en el mismo acto, has querido remitir tu conciencia, renunciar a ella: yo no soy, no puedo cambiarlo, no puedo hacer nada, ya harán algo los que pueden. Mientras tanto, conoces todas las noticias que te demuestran que no es así, que aquellos en los que has delegado no son más que títeres del poder de otros y no les interesa que, con parte de lo que tú derrochas, otros se salven. En el fondo, sabes que toda tu vida cómoda, sorda y ciega tiene sus cimientos hechos de despojos de aquellos de cuya hambre, sufrimiento y muerte eres responsable aunque no estuvieras allí. Sólo quieres aislarte de la verdad y murmuras contra los pocos que han conseguido recorrer los miles de quilómetros del hambre y han llegado hasta la puerta de tu casa para limpiar tus cubos de basura.
Cierra los ojos si lo deseas, corre a esconderte en los sótanos y bloquear las puertas: no son ellos los que te persiguen, puesto que sus voces no tienen fuerza. El que te da caza ahora es tu propio fin, tu misma inercia. No podrás huir de mí y terminaré comiéndote las entrañas, lamiendo la sangre que mane de tus venas abiertas, mirándote a los ojos tan de cerca mientras te devoro que podrás sentir el pálpito de la vida que se te escapa reflejado en mis pupilas. No podrás huir de mí porque estoy tan pegado a ti desde tus inicios que soy de tu misma piel y aliento, de la misma armazón de tu desprecio.
Si podemos hacerr, claro que podemos, tu con tu entrada ya lo estás denunciando, si con tu pequeña aportación conmueves una conciencia es suficiente, Si hubiese muchos como tú, serían miles las conciencias, poco a poco, gotaa gota también se mueven mundos.
ResponderEliminarLo que ocurre es que si los poderes se conmovieran sería más fácil...luego hay quien los quiere largar a su pais una vez que han conseguido la libertad en el nuestro. buena semana
Mea culpa!! no me persigas que tienes razón monstruo malo y sanguinario, me temo que al final nos pedirán también cuentas de esto, pobres inmigrantes, pero pobres siempre habrá...
ResponderEliminarLos gritos silenciosos están pegados a nuestras vidas y seguimos sordos a sus lamentos, no hace falta irse muy lejos, estan aquí.
"Pienso que deberías eliminar el “casi se podía eliminar que era moro” a no ser que se explique mejor en el relato. Así queda a interpretación no deseable. Es mi opinión. El resto del relato es muy bueno."
ResponderEliminarYo tenía puesto "casi se podía adivinar que era moro". No sé si te has equivocado o pensabas que ponía eliminar. En cualquier caso, lo he quitado por si da pie a cualquir tipo de racismo, que no lo hay.
Por cierto, increíble tu texto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Siempre me llamó mucho la atención el tema del remordimiento. Ya escribí algo por ahí, no recuerdo dónde estará...
ResponderEliminarYo soy de los que piensa que sí podemos hacer algo. Y creo que internet, y los blogs en particular, son una buena herramienta.
Eso sí, tenemos que poner todos un poco de nuestra parte.
Saludos.
Tienes mucha razón, ese monstruo está ahí y todos estamos convecidos que no podemos luchar contra él y que es el otro quien tiene que eliminarlo. Nosotros les pasamos la pelota a los políticos y los políticos se la pasan entre ellos en estas farsas períodicas que montan en las que al final de las sesiones se sirven canapés de caviar beluga. Así nunca lo derrotará nadie aunque limpiemos de vez en cuando y por encima nuestra conciencia regalando un kilo de arroz a alguna ong que lucha sola contra cien mil gigantes.
ResponderEliminarQue tengas un buen inicio de semana.
Muy bueno tu alegato pero ¡chico! que miedo me das cuando escribes en primera persona... te veía "lamiendo la sangre de mis venas abiertas"...
ResponderEliminarTienes muchísima razón vivimos en un mundo de espaldas al sufrimiento de más de la mitad de la humanidad y NO es justo. Besotes, M.
P.D. La foto ¿es del ascensor otra vez?
Dios!! que becerriles somos y esos de la cumbre CASI todos unos H de P.
ResponderEliminarClaro y la culpa es nuestra, seguimos poniéndolos ahí, pero es que narices!! todos los políticos son unos mentirosos?? ni uno es coherente?? o es que todos en el fondo somos iguales y tan solo nos preocupa lo cercano, lo que nos rodea, a menos de 5 pasos y lo demás pase lo qué pase son daños colaterales.
Evitar que mueran solo la mitad... ME VOY A VOMITAR!! VOMITARÉ TODO EL DÍA!!
Yo no sé ya nada, además es muy temprano , voy a esconderme, como todos...
Soy otra cobarde :(
Besos Pedro y sigue arreando conciencias, es lo mínimo.^^
Otra vez la conciencia, machacando nuestro cerebro. Y los políticos ¿tendrán conciencia?. Espero que hayas tenido un buen fin de semana. Besos Isabel.
ResponderEliminarNunca vamos a ver ese "monstruo" completamente extinguido. Por desgracia eso es cosa de politicos y a éstos no les interesa que el hambre en el mundo se acabe porque con ello pueden negociar, aunque a cambio de negociar se pierdan millones de vidas, a ellos les dá exactamente igual.
ResponderEliminarUn beso Pedro
Lamentablemente, cada día desarrollamos más la capacidad de mirar hacia otro lado. Me ha gustado mucho el texto. Me hizo pensar en un libro de Susan Sontag que estoy leyendo para clase y donde analiza las reacciones que se tienen "Ante el dolor de los demás". "Recordar demasiado nos amarga" y por eso nos esforzamos en escondernos, para que no nos alcance el remordimiento.
ResponderEliminarUn saludo, Pedro!
NO hay remordimiento si no algo harían y no es así yo puedo pensar que me he equivocado en algo y cambiarlo ,pero los que los tienen que hacer no hacen nada o poco .
ResponderEliminarMagnifico texto me ha gustado
Todos somos responsables y no hay lugar para escondernos de nosotros mismos.
ResponderEliminarPor cierto que entendí que los que van a lamer la sangre que mane de nuestras venas son los desheradados de la tierra y no tardarán mucho... ¿Qué hacemos? Besotes, M.
ResponderEliminarBueno, no hay que preocuparse, a lo mejor morimos todos de hambre, será solidaridad?? según me han dicho de la huelga... no se va a reponer alimentos en los super uysss!!
ResponderEliminarVoy a comprar y ahora vuelvo.
comprendo...cuantas veces no quise esconderme tapar de alguna manera el fango de mi propia traicion.....tantas cosas....en ese momento es un monstruo de tres cabezas masomenos....pero cuando comienza a tranquilizarse....es cuando pienso ..que no habria que rendir examenes de conciencia...
ResponderEliminarun besin
Hola. Muy bonito, PEDRO. Retratas con gran estilo el problema de fondo de la emigración. No debemos hacer oídos sordos ni cmbiar la vista de sitio cuando tenemos esa realidad, que no problema, delante de nosotros. Debemos ayudar a esa gente, pero nosotros, los de a pie. Estoy contigo. Un saludo. Manzacosas
ResponderEliminarEs cierto. Todos somos culpables, nadie es inocente. Pero el remordimiento sigue siendo un precio barato a cambio de vivir en la zona vip del mundo.
ResponderEliminarSaludos.
Es el monstruo de la miseria.
ResponderEliminarDespertar nuestra conciencia sí, pero ¿y la de los poderosos? ¿y la conciencia de los gobiernos corruptos, esos que solo alimentan la miseria del pueblo pero engordan sus arcas?
Mirad los últimos sucesos de Birmania, prefieren que su pueblo muera de hambre antes que consentir que las ayudas humanitarias entren en el país, colaboren y distribuyan los alimentos.
La corrupción está ahí y de especial importancia en las áreas más deprimidas.
El año pasado vi una película “Diamantes de sangre” protagonizada por Leonardo DiCaprio y ambientada en la guerra civil de Sierra Leona, os la recomiendo.
Gracias Pedro, excelente texto y excelente titular.
Un beso.
Nina.
MANUEL: qué poco hacemos, en verdad.
ResponderEliminarAMALIA: en efecto, están aquí, junto a nosotros.
FUSA: te lo comenté en tu texto. Gracias.
JAVIERSANZ: cualquier medio que nos haga reflexionar es bueno. Saludos.
EUPHORBIA: en efecto, nos basta con lavar un poco la conciencia de vez en cuando.
MERCHE: No, no es justo. Y lo pagaremos. No es el ascensor, es la entrada a un paso subterráneo en una estación de ferrocarril.
DIANNA: la culpa es nuestra: lo toleramos. Besos.
ISABEL: ¿los políticos tienen conciencia? Creo que la dejaron a un lado el primer día que ejercieron como tales. Besos.
DESPLAZADOS: y nosotros les dejamos.
MAR: y tanto que nos escondemos para que ni nuestra conciencia nos alcance. Saludos.
ISLA: no sólo los que pueden hacer algo: todos y cada uno de nosotros.
ANTÒNIA. todos, en efecto.
MERCHE: ¿Qué hacemos? Nada. No hacemos nada. Ojalá no tarden. Besos.
SILVIA: por muy mal que estemos jamás llegaremos a sus niveles.
SAUVIGNONA: los exámenes de conciencia son inevitables. Un beso.
MANZACOSAS: Gracias por tus palabras. Debemos ayudar a esa gente nosotros, en efecto. Saludos.
JUAN LUIS: nadie, en efecto. Desde aquí no se les oye. Saludos.
NINA: la corrupción comienza por nosotros. Gracias por la recomendación. Un beso.
Gracias a todos por vuestras palabras.
¿¿¿Ojála no tarden??? ¡Qué dices! Tenemos que hacer algo YA. Pero, la pregunta del millón, ¿QUË? Besotes, M.
ResponderEliminarTan impresionante como necesario lo que dices. Es así porque así lo queremos. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarYo no quiero huir, quiero que me chupes hasta la última gota, ya no huyo más. El momento ha llegado, somos culpables; el punto de no retorno se superó. Inmólame.
ResponderEliminarLa foto estupenda.
MERCHE: es urgente, urgente.
ResponderEliminarISAAC: ya no tenemos excusas. Un abrazo.
JAVIER: esta culpa debemos asumirla, no delegarla, en efecto.
Por lo visto hablas de la emigración, pero fíjate que yo pensaba que hablabas de la depresión, de la tristeza de la vida, del ahogamiento en los zulos de la cobardía...bueno, a lo mejor todo es lo mismo. Pedro, estos textos tuyos me dan miedo, y encima ese fluorescente que seguro que chirría y todo...
ResponderEliminarDEME: Sigue los enlaces del texto, te aclaran el significado. De todas las formas, la cobardía tiene muchas caras. Y el fluorescente chirría.
ResponderEliminarNo necesito huir.
ResponderEliminarHace tiempo que no huyo.
No necesito volar.
Hate tiempo que no vuelo.
Necesito sombra.
Dulce y mortal sombra....y expiar la culpa.
Siempre nos escondemos con frases como : "Desde que el mundo es mundo ha habido ricos y pobres " ; "El dinero que se da las ONGS nunca llega a su destino"( el que nunca llega es el que no se da, digo yo) : "Intentar arreglar el mundo es un utopía". Será una utopía, pero bendita utopía. No recuerdo que poeta dijo : "Intenta alcanzar las estrellas con las manos, por lo menos no acabarás con ellas llenas de barro".
ResponderEliminarHe imprimido decenas de copias de "NO PODRÁS ESCONDERTE" para difundir tu hermoso mensaje.
Manos a la obra. A ver si podemos dejar un mundo mejor a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. ¡ Hay que intentarlo !
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDARGOR: aceptar y expiar. Seguro que tú sí tienes remedio y futuro.
ResponderEliminarPEDRO C.: ¡Hay que intentarlo, en efecto! El que no cambia el mundo es el que no lo intenta. Un abrazo y gracias.
Creemos que si cerramos los ojos ante la realidad, ésta dejará de existir..¡terrible error!
ResponderEliminarDuro, tenebroso y en modo alguno exagerado el dibujo de la situación mundial que plantea el texto, lo peor de todo es que es verdad y con pocas posibilidades de salvar algo de la destrucción pues, al fin y al cabo, interesa poco que los países del Tercer Mundo se desprendan de la miseria en la que están sumidos. No hay más que observar la aceleración de los problemas medio ambientales, económicos, alimentarios…que está ocasionando el despegue económico de China.
ResponderEliminarVamos, que dan ganas de dejarlo todo, apuntarse a una ONG e irse al África a intentar desfacer entuertos. Me ha recordado el miedo que de adolescentes nos metían los curas con el infierno en sus sermones: íbamos derechos al confesionario a confesar hasta lo inconfesable, con tal de librarnos del fuego eterno. pancho
Hola Pedro, venía sólo a decirte que he colgado otra entrada inspirada en El Quijote, el pobre.
ResponderEliminarUn beso
Tanto para los individuos o para los gobiernos,el principio que debe guiarnos es el de los derchos del hombre.El hecho de vivir en un país donde los derechos del hombre existen y poder disfrutar de ellos,entraña forzosamente deberes y responsabilidades.
ResponderEliminarLas cosas más importantes de nuestra vida no son extraordinarias o grandiosas, son los momentos en que nos sentimos tocados el uno por el otro.
Saludos
Pedro, has puesto brillantemente literatura a un problema que viene de la mano del hombre desde que somos hombres.
ResponderEliminarMi post de mañana va un poco en este sentido. Estamos conjugando dos parámetros tremendamente explosivos para la Humanidad: el hambre y la guerra.
Un abrazo Pedro, los signos que estoy recibiendo del mundo exterior no son positivos, no puedo hacer nada para solucionarlo y sólo me queda abrazar a mis amigos.
Qué puedo decirte?
ResponderEliminares como si las palabras sobraran.
Es la impotencia.
Siento que la cobardía es el único arma que tengo para no volverme loca de angustia responsable de este maldito mundo del que formo parte.
Qué puedo hacer?
Me siento esclava y parte de este cochino primer mundo.
Y siento que me envuelve la mierda en muchas ocasiones pero no quiero caer en el pesimismo, porque creo y siento que será peor.
Hoy, simplemente hoy, a la puerta de un montón de supermercados e hipermercados de este primer mundo de mierda se tirarán montón de alimentos y no sólo eso hay cantidad de excedentes que antes de llegar a su punto de consumo se pierden...
Efectivamente, no puedo huir, no podemos huir, pero toca vivir...
La imposibilidad de la huida es precisamente lo que hace más loca la carrera.
ResponderEliminarEl mal aspecto de los que están en el andén es precisamente lo que nos impide bajarnos del tren. Y el maquinista (ciego) lo sabe.
TAREIXA: tremendo error: la realidad está siempre ahí.
ResponderEliminarPANCHO: ¡esa retórica se nos ha metido muy dentro, bien que supieron hacerlo!
EUPHORBIA: lo vi ya. Un beso.
TARA: es decir, los momentos en los que podemos sentirnos personas. Saludos.
CAELIO: hambre y guerra, elementos siempre activos en nuestra Historia. Un abrazo, es casi lo único que podemos hacer.
PILAR: toca vivir, en efecto. Pero qué peso de conciencia.
XUANRATA: en efecto, es una huida imposible.
ResponderEliminarPedro, he querido borrar mi último comentario, he ido a la papelera, me ha salido un recuadro diciendo que estaba eliminado pero veo que sigue escrito. No entiendo nada. Por favor bórralo tu, gracias. Perdona porque ha sido una pregunta muy frívola y veo que no te ha gustado. Besotes, M.
ResponderEliminarEse monstruo que nos paraliza, nos desestabiliza y del que no tenemos fuerzas para huir. Culpable, como todos.
ResponderEliminarBesos
Encarna
Ayer, desde mi ventana, vi una mujer intentando rescatar "algo" del contenedor de la basura. Ella seguro que padecía la enfermedad de Diógenes por lo avanzado de su edad y porque sacó unos periódicos.
ResponderEliminarPero vi un reportaje, de gente joven, con trabajo, pero que no le llega, que rescata la comida que va a caducar de los contenedores de las grandes superficies.
Era impresionante la cantidad de comida que se tira, que se puede comer y que recogen otras personas.
MERCHE: Querida Merche. No, no me molestó. No me pareció frívola. Supongo que llegó cuando contestaba a los anteriores y la dejé pendiente para contestar después, pero al responder a los siguientes ya no fui a ver los comentarios pendientes antes de mi última intervención. Lo siento. Me pareció divertida y oportuna, Merche. Aquí dejo constancia de ello. Besos.
ResponderEliminarENCARNA: No nos salvamos nadie. Besos.