Todo este divertido capítulo se construye como parodia de la ceremonia en la que los caballeros andantes eran armados caballeros: en vez de castillo, venta; en vez de castellano heroico y noble, ventero pícaro y socarrón; en vez de damas de alta alcurnia, prostitutas. Incluso la noche de vela de armas en una capilla queda reducida a unas horas en un patio, junto a un pozo. El libro ritual no es más que uno que sirve para asentar la cantidad de paja y cebada de los arrieros que pasan por la venta.
Nada es, pues, lo que se requería. Y he aquí una de las circunstancias esenciales de la novela: Don Quijote no es ni será caballero andante, pero, gracias a su locura y ánimo, conseguirá ser tratado como tal, aunque sea para reírse de él. El protagonista, pues, necesita la ficción para creerse caballero y poder salir al mundo. Y llega a ser tal la fuerza de la narración que el lector, pasando las páginas, se olvidará de esta carencia del protagonista.
Hay varias cuestiones reseñables en el capítulo. Sin duda alguna, la primera es su evidente comicidad. Asistimos a los primeros golpes -que aquí el viejo don Quijote da a dos fornidos arrieros-, y la primera trifulca de grupo provocada por la acción del hidalgo. Estas peleas y golpes de la novela se han tenido siempre como la fuente inicial de la risa en el lector.
Sin embargo, hay algo de más calidad que la provoca: los desniveles literarios. Consigue Cervantes, como tantas veces en este libro, mezclar modalidades narrativas subordinándolas primorosamente a la línea central y a la ficción realista de la historia de don Quijote. Entendamos que el lector medio del Quijote en el momento de su aparición también consumía estas otras modalidades y cazaba al vuelo las referencias. En mitad de la Mancha enfrenta un personaje que imita a los héroes de las novelas de caballerías con otro que procede directamente de la picaresca -el ventero no hubiera desentonado en Rinconete y Cortadillo, por ejemplo-. Y a su alrededor todo un mundo muy apropiado a un lugar de paso de estas características: dos prostitutas -la Tolosa y la Molinera-, hijas, respectivamente de un remendón y un honrado molinero (los dos oficios son de estirpe literaria, con innumerables ejemplos en el folclore, cuya sola mención remite a gente de poco fiar y con escasa fortuna en sus matrimonios), arrieros (otro tipo literario y folclórico que volveremos a encontrar, acostumbrados al trato con los animales más que con las personas, con los que se debe guardar todo tipo de precauciones), etc. Esa venta no es un lugar recomendable, sin duda.
Pero don Quijote sale triunfante de ese lugar sobre todo porque el ventero no quiere problemas y decide acortar el trámite de la ceremonia. Para ello, no duda en entrar en el juego. Al principio, por diversión, luego por miedo a mayores altercados. Qué personaje este primer ventero que nos encontramos en el libro, caracterizado con gran cuidado en todas y cada una de sus palabras y acciones. A él se deben, como conocedor de las historias de caballeros -no nos debe extrañar: eran muy famosas y se divulgaban tanto en las novelas como en historias orales y romances tradicionales-, consejos para ajustar un tanto la locura libresca de don Quijote al mundo real: que no volviera a salir a la aventura sin dinero, camisas limpias, botiquín de emergencia y un escudero. Porque, en el fondo, a pesar de su socarronería y de que está dispuesto a pasar un buen rato a su costa, aquel viejo loco le despierta una cierta ternura -que nosotros, los lectores, compartimos-. Como se denota también en las palabras de la Tolosa, que intentan imitar las de estas ceremonias:
-Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.
Y así sale don Quijote, de nuevo a los caminos de aquel verano, por las tierras de La Mancha. Lo veremos el próximo jueves, al comentar el Capítulo IV.
Y recibió Don Quijote la colleja de gracia "plaf", y queda armado caballero, por el ventero y ayudado de "dos Doñas", ¿habría pagado al ventero? ¿cómo?
ResponderEliminarDesde luego que resulta singular como "Don Quijote" es armado caballero. Aparece el mundo de la ventas que dará mucho juego en la obra. Un abrazo.
ResponderEliminarO sea, que Cervantes, en su parodia de las novelas de caballería, también utiliza elementos de las novelas picarescas o de los que a él le sirvieron para las novelas ejemplares. ¿Eso se puede considerar mezcla de géneros, un avance de lo que hoy practican algunos escritores?
ResponderEliminar¡Qué lindo tener un amigo con tanto conocimiento en literatura y ...¡profesor! Todo un lujo.
ResponderEliminarEl quijote es uno de mis libros preferidos. Dos veces lo leí(la primera por obligación y la segunda por placer).
Y es cómo dices tu la fuerza narrativa es brutal y uno vive imágenes y personajes como si fueran verdaderos.
Bss.
Nosotros, muchas veces, también hacemos un poco como Don Quijote, recurrimos a nuestra locura y ánimo para ser tratados como lo que no somos. Muy buena entrada, me ha gustado mucho el análisis de esta obra, aunque no sea la obra en conjunto sino un trozo. Un saludo.
ResponderEliminarInteresante blog, te dejo un saludo.
ResponderEliminarA mí me ha dado mucha pena Don Quijote... aunque los demás personajes de este capítulo también me la dan.
ResponderEliminarUn beso.
Me he reido mucho con este capítulo. Lo de velar las armas en el abrevadero y que llegaran los arrieros con sus mulas y Don Quijote se liase a mamporros con ellos... Pobre, estaba como una chota... Vamos a por el IV... Besotes, M.
ResponderEliminarDespués de leer tu comentario al capítulo III, saco la conclusión de que El Quijote, además de ser la mejor novela jamás escrita, es la más divertida de todos los tiempos. Como ahora estoy leyendo el libro en una edición en rústica, , me puedo permitir el lujo de subrayar frases. En este capítulo lo he hecho con : "...sin pedir favor a nadie, soltó otra vez la adarga y alzó otra vez la lanza y, sin hacerla pedazos, hizo más de tres la cabeza del segundo arriero, porque se la abrió por cuatro". No me digan que no es divertida la frasecita.
ResponderEliminarUn abrazo y hasta el jueves que viene.
Por fin. Me incorporo ya con libro y con el firme propósito de seguir la lectura...
ResponderEliminarMe gusta mucho la forma en que se expresa el ventero, siguiendo el juego y participando de toda la retórica caballeresca.
¿Te he dado ya las gracias por esta iniciativa?
Besos
Es el mundo de Dº Quijote un mundo de contrastes , el soñador ,idealista algunos les llaman loco y el solo se imagina un mundo en el cual es feliz , en el cual escapa de su realidad . El mundo entero: socarrón , pícaro y pendenciero, fiel retrato de la indonsicracia de este país.
ResponderEliminarEL capitulo el cual es Armado caballero es de una de la escenas mas
surrealistas,nada mas alejado de la realidad de la posada .
Esperando cabalgar con el Ilustre Hidalgo por tierras de la mancha .
Un beso
Nunca ordenamiento tan notable¡¡
ResponderEliminarhe seguido los enlaces de tu post: altamente necesarios¡¡
Los "Quijotes" de hoy en día (que también los hay), son iguales que el de Cervantes (aparentan lo que no son), pero con muchas peores intenciones. Isabel.
ResponderEliminarUn paseo por los grandes clásicos españoles.Me parece estar de nuevo en el instituto, con el profesor de fondo, escudriñando en la forma y la manera de como el autor desrrola la obra, como describe personajes y su similitud entre pasado y presente, entre locura y codura, entre sueños y realidad.
ResponderEliminarFrancamente, no hemos cambiado tanto, quizás sea el entorno lo que más se ha modificado, nos adaptamos rápidamente a los cambios pero.... en el fondo, nos adornan las mismas cualidades
Saludos
A mi me ha llamado la atención el consejo que le da el mesonero: que en sus aventuras no se le olvide llevar dinero ni ropa limpia ni algún remedio, por si acaso.
ResponderEliminarNo sé si lo hace por interés propio, creo que no, porque al final no le cobra su comida ni la del rocín.
D. Quijote ni siquiera ha pensado en cosas tan prosaicas como necesarias y el ventero se las recuerda. Aunque se burlen de D. Quijote tanto el mesonero como las "doncellas", he visto un fondo de benevolencia. Tal vez son así porque no les quedó otro remedio. Los pobres no pueden elegir.
Yo creo que sigue y sigue mezclando los disparates que hay en su cabeza a veces, con una lucidez exquisita y como nó, fuera de lo común.Finge en todo momento su locura?. Empiezo a dudar si Cervantes critica a los lectores o lo hace a los escritores de la época y de este género.
ResponderEliminarEn este capítulo, cuando decide armarse caballero...caballero"que monta a caballo", o caballero de "un mayor status social", yo le atribuiría sin piedad, las dos acepciones....bien, pues para mí, es muy significativo en toda la obra, el hecho de armarse caballero..... creo que desde este momento, Cervantes en su "quijote", engorda su ego y ensancha y alarga no sólo su figura, sino su estatura interior... y se decide a trabajar con utensilios básicos que tiene en ese momento (porque es lo que hay),para luchar por un ideal tan diferente como bello y se lanza a la aventura., una aventura que diferencia a las personas que sueñan, que desean, pero que nunca se deciden.....o que no se atreven a vivirlas.
Muchas gracias Pedro, por ayudarme a descubrir en el Quijote un camino donde "el alma y el hombre sueñan".
Saludos.
Rosa C.
bueno como que comence medio tarde el "Quijote"...pero ya le voya seguir el hilo....
ResponderEliminarahora...eso de:"Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le de ventura en lides"
me ha encantado....tiene que haber mas de ese lenguaje!!! tengo DESEO de eso...
otra cosa...hace mucho que no escucho y menos leo la palabra TRIFULCA....suena muy graciosa...
te dejo un besin!!! :)
ah cierto! me hubiera gustado vivir en esa epoca del quijote..
AMALIA: ¿con las risas que pensaban hacer y se le quedaron amargadas al ventero?
ResponderEliminarFERNANDO: sí. Y es uno de los retratos costumbristas que encontramos en el libro. Por una parte, las ventas es un lugar verosímil de encuentro de gente muy diversa en una novela que se hace caminando. Por otra, es el lugar ideal para encontrar retratos de tipos sociales. Un abrazo.
CECILIA: en efecto, es el primer gran escritor que lo lleva al límite. El Quijote, lo veremos, es una especie de muestrario de géneros subordinados a la ficción verosímil y realista. Toda una lección para la posteridad.
MÓNICA: aquí estamos, para que nos acompañes. Besos.
D'ANGOLADA: iremos trozo a trozo, para que nadie ponga la excusa de que no tiene tiempo. Saludos.
JOSÉ MANUEL: Bienvenido a La Acequia, en la que espero encontrarte en próximas ocasiones. Un saludo.
EUPHORBIA: ésa es una de las características del retrato de personajes de la obra: por muy cruel que parezca, siempre hay un espacio para sentir pena por ellos. Besos.
PEDRO: ¡Bien escogida la frase! Qué placer tenerte por aquí y me acompañes con El Quijote. Ya te veo, con tus ojos listos y esa sonrisa agradable de seimpre. Un abrazo.
BRUJAROJA: así me gusta. Gracias a ti, por acompañarnos. Besos.
ISLA: este capítulo, como señalas, es una mezcla tal de cosas que sólo con mucho ingenio puede salirse triunfante de la narración. Cervantes se pone retos muy difíciles en cada capítulo y los va superando. Gracias por apuntarte a la lectura. Un beso.
CUENTOSBRUJOS: pongo los enlaces para que os sean útiles y no tengáis la excusa de que no encontráis los textos... Gracias por estar por aquí en la lectura de los jueves.
ISABEL: esos, querida amiga, ni siquiera son quijotes, aunque se disfracen.
TARA: ¡espero no dar mucho esa impresión de lectura obligatoria! En efecto, nuestra sociedad no ha cambiado tanto como nos parece, aunque ahora tengamos más cacharros técnicos. Saludos.
ANÒNIA: en el fondo, al ventero le da tanta pena aquél viejo loco e ingenuo, que no puede más que advertirle de que el verdadero mundo que le espera no es el de las novelas de caballerías.
ROSA C.: ésa es una de las claves. ¿hasta qué punto don Quijote está loco? Cervantes juega con los lectores, critica la literatura de su época y propone nuevas fórmulas narrativas. Buena lectura de la psicológica del héroe la que haces en tu comentario. Gracias a ti.
SAUVIGNONA: habrá más en toda la novela. Besos y gracias por alcanzarnos en la lectura. No sé si te hubiera gustado vivir en esa época: eran tiempos duros (¿como todos?).
Un abrazo a todos y gracias por vuestros comentarios.
Recuerdo ese capítulo como uno de los más cómicos, cuando D. Quijote se lía a lanzazos con los arrieros. Es una gran idea leer juntos el Quijote y comentar y ponerlo en común entre todos. Ya hace unos años que lo leí, pero me apetece repetirlo y si es con compañía, mejor. Trataré de ponerme al día para el próximo jueves y así sacar provecho de tus comentarios, que seguro que me darán una nueva dimensión a la lectura. ¡Otra tarea más para el finde lluvioso!
ResponderEliminarTe has olvidado de mi de nuevo... (Es que nos tienes muy mimados a todos)... Besotes, M.
ResponderEliminarpedro, tengo aún la suerte de conocer a varios remendones (son mayores, pero siguen con la aguja en ristre)...en sanlúcar son muy típicas las ventas...imaginatelas: rústicas, sin lujos, con "taberneros" sencillos y comida lejos de "las altura de los que la nitrogenan"...totalmente casera con su colestorol y todo. Y en mi pueblo natal (Martos) Tucci hace varios años todavía seguí trabajando un arriero con sus 10 o doce jamelgos acarreando escombros...le relatado en el Quijote...perdura...
ResponderEliminarsaludos maestro ¡¡¡¡
Curiosos los comportamientos del ventero y de las doncellas, casi de ternura ante nuestro hidalgo, demuestran mucha psicología y desparpajo, para ser gentes tan sencillas.
ResponderEliminarY dios!! que mala leche la del Quijote arreando a diestro y siniestro y escalabrando al primero que le llevara la contraria.
Me ha gustado el capítulo, seguiré leyendo ;)
Besos, profe^^
Es sorprendente la cantidad de cosas que podemos analizar en un capítulo del Quijote. Además del tema principal, que es la cómica ceremonia de su nombramiento de caballero en el corral de la venta, ya nos topamos con los estereotipos característicos de los habitantes de las distintas regiones españolas. Nos encontramos con el castellano sano, recio y austero junto al andaluz pícaro, fiestero y gamberro salido de las playas de Sanlucar, tan bien descrito por el autor en la persona del ventero, que al final se hace valedor y defensor de Don Quijote por el respeto que merecen los locos; común en muchas culturas.
ResponderEliminarDe la expresión “por todas las cuatro partes del mundo” fácilmente podemos deducir que Don Quijote está refiriéndose a los cuatro continentes conocidos en aquel entonces por nuestra civilización. Aún el capitán Cook no había desembarcado en Botany Bay.
La utilización de la palabra huésped con el doble sentido de persona que aloja y alojada es cuanto menos llamativa, al utilizarla indistintamente. pancho
Pedro, te leo por placer y por lo tus escritos me aportan, nada de obligación.
ResponderEliminarSaludos
Me tengo que poner las pilas que estos días ando muy liado y apenas tengo tiempo para El Libro. Ahora bien, ardo en deseos de ver comentado el episodio de los molinos hecho tan breve y a la vez tan famoso.
ResponderEliminarSaludos
JUAN LUIS: me alegro de que te apuntes. Ponte al día y espero tus comentarios. Un saludo.
ResponderEliminarMERCHE: Jo. Me preocupa, sobre todo porque tú tienes la confianza suficiente para decírmelo, pero quizá alguien se me enfade pensando que lo hago a propósito, cuando no es el espíritu de La Acequia hacerlo. Me gusta la alegría con la que locomentas porque, en efecto, es parte de la forma en la que hay que leer el libro: a pesar de que nos suscita meditación y reflexión, también debemos divertirnos. Besos. Y perdón.
MANUEL: en el fondo, no estamos tan lejos de aquellos tiempos, aunque no queramos reconocérnoslo. Saludos.
DIANNA: tienes razón en ambas cosas. Sigue. Besos.
PANCHO: Me gusta mucho la primera parte de tu comentario. En efecto: España era una construcción cultural, más que una realidad y por eso, en toda la obra, observaremos la finura de análisis de las diferencias. En las otras dos observaciones, tienes razón, nos soprenden porque lo leemos desde hoy.
TARA: eso me alegra. Saludos.
ALATRISTE: llegaremos a él en breve. Espero que, para entonces, ya te hayas puesto al día. Saludos.
PEDRO, este comentario mio de que te habías olvidado lo hice antes de tu "finde" de descanso. No, nunca te olvidas de nadie y si así fuera no se van a molestar. Yo tampoco me molesto solo que como me siento muy mimada pues te lo digo..., pero no me lo tomes muy en serio porque veo que realmente lo sientes y te preocupas y no quisiera, para nada, causarte ese desasosiego. Perdona, de ahora en adelante me callaré porque te comprendo. Perdoname de nuevo. Besotes, M.
ResponderEliminarMERCHE: seguiré mimándote. Y puedes advertírmelo, porque no soy consciente. Besos.
ResponderEliminarHola a todos,
ResponderEliminarEn este capítulo vemos el primer choque violento de las fantasías de don Quijote con el mundo real. Si bien en el capítulo anterior vimos como había servido de chufla para los habitantes de la venta, en este don Quijote primero requiere al ventero su colaboración para armarle caballero, lo que provoca cierto recelo. Más traumático es el encuentro con los arrieros, sobre todos para éstos últimos, que desemboca en una batalla campal.
Me llama la atención la contraposición de la formalidad de don Quijote al velar armas según el estricto Código de Caballería con el rudo comportamiento de los arrieros frente a las armas apoyadas junto al pozo. Curiosamente, nada más leer este capítulo me ha sucedido una anécdota que he relacionado instantáneamente con él. Volvía a casa desde el trabajo en bicicleta -por supuesto- y me bajo de ella para cruzar un paso de peatones, tal como reza, no el Código de Caballería, sino el de Circulación y el deseo de mantener la osamenta intacta; en el momento que cruzo por el paso peatonal empujando la bici, para un coche y cuando estoy ya en la acera, el conductor, que debía ser de esos a los que les fastidia tener que detenerse cuando le toca, me espeta: - Qué asco de bicicletas. En condiciones normales le habría contestado en los mismos términos, pero no sé por qué, me quedé callado al tiempo que me venía a la cabeza el episodio del arriero, las armas y don Quijote. Así que hasta sonreí cuando el coche se alejaba; además, no siempre se tiene una lanza a mano.
Al final, lo que al ventero le pareció en principio un huésped propicio para la burla, acabó teniéndolo por peligroso y deseando deshacerse cuanto antes de él.
Un abrazo.
JUAN LUIS: A veces una sonrisa es la mejor de las lanzas. Buen comentario y mejor anécdota.
ResponderEliminarBien aqui estoy... sigo tu consejo de ir mas despacio para no pasar leyendo de claro en claro o de turbio en turbio y se me seque el cerebro.
ResponderEliminarLei del indice desde el punto 15 al 26 iclusive, asi que termine la primera salida del Q.
Te comento en cada guia tuya del capitulo. El que mas me gusto fue el 4 (deformacion profesional)Me lo lei 3 veces.
En este cap.... adarga, es escudo, verdad? Ventero, posadero...
follon, es mala palabra? o medio mala? Estas tres cayeron en desuso o alguna sigue usandose hoy?
Me causo grasia eso de "era un follon y mal nacido caballero"
La version que estoy leyendo aqui de Q. fue muy retocada o responde bastante a la version original?
ok Voy al siguiente capitulo a ponerte el comentario. Beso.
PD aqui el martes era feriado, por eso pude festejar mi cumpleanios engullendo al Q.... La fiesta familiar fue diferida al viernes 20.
MYR: haces bien leyéndolo así. Yo estaré aquí para contestar a tus comentarios.
ResponderEliminarEn efecto, adarga es un escudo de cuero, de forma oval o de corazón, manejable y poco pesado.
Follón es mala palabra, pero no tanto porque sea un "taco" sino porque es un insulto. No, esas palabras ya no se usán. Follón sí, pero con otra acepción: "Esto es un follón", es decir, complicado, dificultoso.
¿Qué versión lees, la que recomiendo en el enlace? De ser ésa, no, no está retocada, es la original.
Buena forma de celebrar tu cumpleaños y la fiesta, con el Quijote. Pásalo bien el viernes.
Un beso.
En verdad que resulta todo muy cómico. Empieza a ser divertida esta lectura.
ResponderEliminarGracias por las aclaraciones en el mail. Creo que ya tengo todas las dudas resueltas.
Abrazos.
ASUN: y que te llene de buenos ratos hasta el final. Abrazos.
ResponderEliminarEn el capítulo 1,2 dejamos a don Quijote comiéndose unas saladísimas porciones de abadejo, con el valioso auxilio de dos buenas mujeres. Mas abrevia la cena porque no puede dejar de pensar en que no está armado caballero. Así que llama al ventero, se arrodilla ante él y le solicita le otorgue el don que pedirle quiere.
ResponderEliminarEl ventero no sabe qué hacer ni decir, le pide que se levante; mas jamás quiso hasta que…
-Hasta que yo le he de decir que le otorgo el don que me pide. Una vez que se levante, pienso, veo por dónde sale este loco…
-¿Quién habla? Me pareció oír una recia voz.
-Soy el ventero, señora mía, el primer ventero. El único que arma caballero a don Quijote de la Mancha. No me confunda con otro ventero que aparece después.
- ¿El ventero? ¡Otro secundario personaje quijotesco, de los que pululan por estos canalículos!
-Así es, señora mía. Una moza del partido me animó a asomarme por aquí. Al parecer, vuestra merced desea escribir cómo fue tal singular ceremonia.
-Será un placer oírlo de su boca, aunque ya el famoso libro da cuenta de lo ocurrido.
-El viejo loco habla como esos libros que algunos huéspedes instruidos suelen traer en sus maletas y hatillos. En alguna ocasión, me los dejan en prenda, al no disponer de dineros para pagar el hospedaje. Los guardo como un tesoro, para entretener ese tiempo en que mi única labor es mirar en dirección al camino, por ver si llega algún huésped con la bolsa bien llena.
-Pero...¿Lee vuestra merced?
ResponderEliminar-¿Le extraña que sepa leer? Sí señora, sé leer y escribir, conozco la doctrina cristiana, las cuatro reglas y algo de latín. Aunque mi cuna fue muy humilde , tengo la fortuna de haber sido instruido en mi infancia, por el señor cura de mi aldea, que Dios lo tenga en una bien merecida Gloria. Aprecia mis naturales luces e, incluso, me habla de ir a Salamanca, como estudiante y como fámulo de algún estudiante rico. Mas mi camino se tuerce a muy temprana edad, por la sutileza de mis manos y la ligereza de mis pies. Me parece que eso ya lo dice el famoso libro…desgraciadamente.
Me estoy desviando por caminos secundarios, vuelvo con don Quijote de la Mancha,con su discurso propio de Amadís o Palmerín. Me pide que mañana he de armarle caballero, que ha de pasar la noche velando armas, ritual necesario para profesar la orden de caballería, “en pro de los menesterosos”.
Ya tengo barruntos de su falta de juicio, mas ahora acabo de creerlo. Le sigo el humor por tener de qué reír esa noche. Todo lo propuesto es muy natural, le digo, y yo mismo, de mozo, me di a ese honrado ejercicio, buscando aventuras en las mejores plazas: Percheles de Málaga, Potro de Córdoba, Azoguejo de Segovia, Playa de Sanlúcar…En todas había probado las habilidades de mis pies y mis manos: hacer agravios, requerir a las viudas, deshacer a las doncellas, engañar a algún huésped y sentar fama en audiencias y tribunales.
Le digo todo eso de corrido y ni pestañea. Sólo aprecio su atención cuando le digo que, ahora, estoy recogido en este mi castillo, recogiendo a los andantes, por afición y porque partan conmigo sus haberes. Y, cuando, me disculpo por no disponer de capilla en este mi castillo, por lo cual podrá velarlas en el patio. Y, mañana, quedará caballero y tan caballero que no pueda serlo más. Parece que se le anima el rostro.
Le pregunto si trae dineros y me contesta que nunca ha leído que un caballero andante los traiga. Le hago ver que se engaña, no lo dicen los libros porque a los autores no les parece necesario precisarlo. Dineros y camisas limpias, todos los caballeros andantes lo llevan. Y una arqueta pequeña con hilas y ungüentos para curar heridas, que no siempre vuela por ahí el encantador que trae al enano de la redoma de agua mágica. Una gota y basta.
Don Quijote promete seguir mis consejos. Coloca las armas, ese montón de hierros viejos, en el patio grande, sobre la pila, junto al pozo. Se pasea con su lanza, su adarga y un gentil continente.
Cuento a todos los huéspedes lo de don Quijote y se quedan todos maravillados de su locura. Le miran desde lejos y comprueban que pasea y no quita ojo de sus armas. Cae la noche, pero la luna está muy clara, vemos bien lo que el caballero hace.
ResponderEliminarTodo va bien, pero a un arriero se le antoja dar agua a su recua y ha de retirar las armas del pilón. Las voces se oyen en toda la venta, pero el arriero no sólo no hace caso sino que arroja gran trecho de sí. Don Quijote dice algo de una afrenta y de una señora suya, no sé con quuién habla este demenciado. Coge la lanza con las dos manos y la estampa contra la cabeza del arriero testarudo, que sale muy mal parado. Recoge sus armas y vuelve a su paseo reposado. Llega otro arriero con la misma intención, retira las armas de la pila y recibe un lanzazo que le abre por cuatro la cabeza.
Ahora se dirige a la señora que no está y le pide que vuelva sus ojos hacia él. Igual, igual que en las novelones que guardo en la alacena. En esto, aparecen los compañeros de los descalabrados y le lanzan piedras, una buen ración de sopa de arroyo.
La soez y baja canalla muestra temor ante el brío y el denuedo del viejo loco. Mis persuasiones también les hacen efecto, pienso. Me deja retirar a los heridos y torna al sosiego de la vela de sus armas.
Siento deseos de acabar lo antes posible con esta locura y le digo que con dos horas de vela ya vale. Bien puedo darle ya la pescozada y el espaldarazo, en el campo, por qué no.
Necesito un libro, ya sé, el que me sirve para asentar el pienso y la cebada.
Con un cabo de vela y las dos rameras doncellas, voy donde Quijote está y le mando hincar de rodillas. Simulo leer extrañas oraciones, le doy con la mano en el cuello y cojo su espada. Le doy un gentil espaldarazo y hablo entre dientes. Me ha quedado como en las novelas, talmente como si lo hiciera con don Amadís.
Mando a una de aquellas "damas" que le ciña la espada, lo cual hace con desenvoltura y sin reventar de risa. Así como de carrerilla, va y suelta que Dios le haga venturoso caballero y le dé ventura en lides. Me pregunto dónde lo habrá aprendido, a no ser que en las mancebías se hagan lecturas. Don Quijote le pregunta su nombre, para poder darle su parte de la honra alcanzada. Se presenta como la Tolosa, hija de un remendón de Toledo y , desde ahora, a su servicio. El caballero ruega se ponga el don y sea doña Tolosa.
La otra "dama" le calza las espuelas y gasta el mismo coloquio que la Tolosa. Es la Molinera, doña Molinera, a partir de ahora. Y a su servicio también.
ResponderEliminarDon Quijote tiene prisa por marchar a sus aventuras y yo deseo que desaparezca tan estrafalario personaje. Se me acerca y me dice unas cosas extrañísimas. Le contesto no con menos retóricas palabras y le dejo ir en buena hora, sin pedirle la costa de la posada.
Desaparezco, me voy por ahí dentro, a ver si me encuentro con el otro ventero, el que sí pidió el dinero del hospedaje. Quede vuestra merced con Dios, señora mía.
Un abrazo de María Ángeles Merino, para todos los que pasáis por aquí
Este capítulo tiene varias cosas que me fascinan. Veo a un Cervantes muy por encima de las diferencias entre las personas que eran tan comunes en la sociedad. La ceremonia de armar caballero es desde luego una parodia en plan burla total y payasada. Solo se me ocurre que con eso se ridiculizaba a todas esas artificiosidades para añadirle dignidad falsificada a quien era una criatura como las demás: un homínido evolucionado. Este tema aparecerá después muchas veces. Tengo muy claro que Cervantes debía estar muy quemado de todo ese rollo de la nobleza y los títulos. Seguramente porque él no los tenía.
ResponderEliminarLa actitud de don Quijote hacia las prostitutas me parece muy tierna y muy noble. La vida de soldado y de viajero debió darle a Cervantes la oportunidad de medir con precisión la dureza de la vida de esas mujeres. Si ser mujer ya era de por sí una condena injusta a vivir una vida en inferioridad de condiciones, lo de las putas debería ser como para no querer imaginarlo. Me pregunto cuál sería el escalafón inferior, quizá ser puta y morisca, pero no había muchos peldaños para bajar desde esa posición.
El loco que confundió a los benedictinos con encantadores y a los encamisados con demonios, no confundió a las putas con brujas o con gente malvada. Las hizo altas damas y les pidió que añadieran el doña a sus apellidos. Me imagino que a esas desdichadas la escena les parecería una locura sin sentido, pero estoy seguro de que en el fondo de su corazón esas palabras tuvieron un poder mágico. “Doña Tolosa, doña Molinera.” Cuando pasaran los años y nadie se fijara en ellas, cuando ellas mismas ni se acordaran de tantos malos tragos que tuvieron que pasar, seguro que no olvidaron que alguien las trató con respeto como si hubieran sido altas damas. Y altas damas realmente eran aunque el destino las hubiera colocado en la cuna equivocada. Grande Cervantes, grande don Quijote.
ANTONIO: Tienes toda la razón. Y, además, es divertidísimo.
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