Conocí la Sierra de Béjar cuando difícilmente se secaban los prados de las tierras altas. En los últimos años ya no era así, de la misma manera que la vegetación propia de tierras extremeñas iba adueñándose de estos montes y los castaños y los robles enfermaban y por toda la sierra clareaban los bosques. Los vendavales tenían más fácil derribar los árboles fatigados. Los helechales de las zonas en umbría no eran tan densos y se secaban antes. Había que cerrar mucho los ojos para no verlo. No era producto de uno o dos años secos, sino una tendencia. De hecho, este año se conservaban hasta hace poco pequeños neveros en las cumbres producto de las precipitaciones del final del invierno y el inicio de la primavera, semanas especialmente lluviosas. Neveros que no se veían desde hacía unos cuantos veranos. Había neveros, pero los prados estaban secos y en los senderos se apreciaba menos sombras y menos humedad de la habitual. A pesar de algunos reticentes, la discusión hoy no es si hay o no cambio climático sino qué podemos hacer para adaptarnos y mitigar sus consecuencias. Aunque la razón es compleja y se agrava con otros factores (la nefasta política forestal, la escasa inversión en la prevención, la cerrazón de muchos propietarios que tienen abandonadas sus fincas, el abandono del campo, los intereses económicos que buscan la reutilización del terreno para fines comerciales o urbanísticos, la destructiva forma de entender el turismo de fin de semana o vacacional), una de ellas es la extensión e intensidad de los incendios forestales. Hora a hora, he estado atento a las noticias que acercan el incendio que nació en Jarilla a esta sierra que he aprendido a amar tanto. En el momento en que escribo esto, el fuego, que estaba en la otra vertiente de la sierra acaba de entrar en terrenos de monte alto de Candelario con poca vegetación, pero el viento puede llevarlo a Candelario, Béjar, Candelario, Puerto de Béjar, en cuestión de horas y destruir algo que llevo muy dentro.
En el último año y medio, dos libros muy relacionados con los incendios forestales me han llamado la atención. El primero, Viaje a las mujeres de fuego de Franca Velasco (Pepitas de Calabaza), cuya presentación oficial programé en Valladolid Letraherido en diciembre de 2023, recién publicado; el segundo, Los rescoldos de la culebra. Fuego y muerte en los incendios de la culebra de Juan Navarro García (Libros del K.O.), que también programé en junio de este año en la pasada Feria del Libro de Valladolid, a pesar de la reticencia de algunos libreros, que ya no le consideraban de interés comercial, pero que deparó una sesión excelente. Los autores son periodistas de raza y trayectoria y han escrito dos excelentes libros de los que no abundan ahora en España porque el trabajo periodístico somete a sus profesionales a una vida precaria, pero que, en otros países, representan una bibliografía de referencia para comprender adecuadamente el tiempo en el que vivimos. Se necesitan más libros como estos o como los escritos por la leonesa Naomí Sabugal sobre las consecuencias del cierre de la minería (Hijos del carbón) o la relación de nuestro país con la costa (Laberinto mar). Libros que parten del género periodístico del reportaje para profundizar en temáticas actuales que, en la confusa selva de la información pública, tendemos a olvidar pronto, pero que representan problemas esenciales para comprender muchas cosas de las que nos ocurren. Libros escritos, además, con una excelente prosa, a la altura de las mejores novelas en español de los últimos tiempos.
El libro de Franca Velasco nos descubre la biografía de varias bomberas forestales (escribo con toda la intención este término porque es una de las demandas que nos ayudan a comprender mejor la cuestión), todas ellas interesantes (algunas estuvieron en la presentación en Valladolid Letraherido y puedo dar fe de que Franca Velasco ha recogido bien el testimonio de estas mujeres tan combativas). El de Juan Navarro nos acerca a la realidad de las tierras de la Sierra de la Culebra después del gran incendio del verano de 2022, el precedente más directo de lo que ahora ocurre. Ambos analizan desde múltiples perspectivas el fenómeno de los incendios forestales, sus causas y efectos y la deficiente atención que prestamos a los profesionales encargados de combatirlos.
Busquen estos libros y léanlos. Se harán las preguntas adecuadas al terminarlos.
Qué bien conoces y cuánto amas la tierra de Béjar, cómo la has ido observando. Espero que el fuego se extinga y no entre. Ayer dijeron que este verano se ha quemado ya una superficie mayor que la Isla de Mallorca, es una catástrofe y da asco escuchar a algunos...Todos contra el fuego pero son tantos los que lo han atizado.
ResponderEliminarTomo nota de los textos, Pedro, espero no sean incendiarios (en el mejor sentido, claro)
ResponderEliminar¿No crees que hay un mundo que está acabando y otro que apenas comienza, peor que el anterior?. Seguiré la pista de los dos libros y espero con interés tu Club de lectura.
ResponderEliminarA Terra está mudando de clima como sempre fez ao longo dos seus milhões de existência, agora com a ajuda humana.
ResponderEliminarO teu texto pode ser totalmente aplicado à situação portuguesa.
Lamentável o que se está passando, agravado em Portugal pelo inegável facto de termos um grupo de incompetentes no poder : Montenegro continuou de férias no Algarve enquanto o país ardia...
Posso utilizar as tuas fotos publicamente? Agradeço.
Querido amigo, forte abraço.