No sé si os he dicho que hay un prado en el que vi centauros. Lo atravesaron en carrera feroz hacia el bosquecillo de robles sin prestar atención a nada más que su propio galope, fijos en el retumbar del monte, felices y asesinos.
Cuentan que Nietzsche cayó definitivamente en la locura tras llorar abrazado a un caballo al que fustigaban cruelmente en Turín, en enero de 1889. Pariré centauros, dijo un día: definía así la mezcla de elementos opuestos en su pensamiento, que unía ciencia, arte y filosofía, lo racional y lo pasional.
Entre los centauros que atraviesan el prado, el más joven ríe y se ejercita: sabe que matará a varios de los que ahora juegan con él. Con suerte, llegará a anciano, será sabio y recordará este amanecer glorioso de la sierra al inicio del verano.
Nietzsche nunca andaba descaminado.
ResponderEliminarAquí los centauros los quieren poner en la frontera para que no nos "asalte" ningún negro y pobre, si son ricos pueden pasar.
ResponderEliminarHay prados aptos para batallas de centauros. Cuidado con la violencia de los centauros, que luego se escandalizan los vigilantes de los feisbuk.
ResponderEliminarEl filósofo pesimista iba cargado de razón...
Para dizer a verdade, não sei como não enlouquecemos todos face ao que acontece à frente dos nossos olhos .
ResponderEliminarTe abraço, amigo mio.
Cuidado con Nietzsche, que nada en él semeja lo que parece, o vozeversa.
ResponderEliminarMe consta que las mujeres, y más aún las feministas, odian a los centaurios. Estos seres, mitad hombres, mitad caballos, vienen protagonizando historias desde tiempos pretéritos. También están las centáurides, cuando se trata de las hembras...
ResponderEliminarSolo lo mixto sobrevivirá, por eso el hombre está condenado a la extinción, aunque siga sin creerlo.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Siempre me han atraído los centauros, pero tengo un sentimiento ambivalente hacia estos seres mitológicos. Y creo que igual me pasa con el filósofo alemán Nietzsche.
ResponderEliminarBesos