viernes, 3 de mayo de 2024

Al escribir la flor, la flor se hace

 


En su nombre, permanece la flor. Digo rododendro o azalea y tengo su aroma en las manos en el invierno. Si dijera tu piel huele a azalea, la casa entera se llenaría de ti aunque hace mucho que no estés en ella. Al escribir la flor, la flor se hace.

8 comentarios:

  1. Bello instante nos muestras.
    Ayer estaba fotografiando a las viboreras (echium plantagineum) por el campo, con la luz cenital del atardecer, pues ese tono de luz les confiere una apariencia de mayor delicadeza, si cabe, yo me agacho y me pongo a la altura de las flores, y es curioso, porque el cielo se te aparece con mayor extensión.
    Haces bien en escribir de las flores. Tal vez, a su manera, sean las flores las que escriben de ti.
    Abrazo, Pedro.

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  2. Ciertamente cuántas cosas creamos, o resucitamos con solo nombrarlas. Con que sean visibles para nosotros ya se justifica. Magnífico texto. Y al nombrarlas, al crearlas nuevamente, olemos, palpamos, contemplamos...

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  3. ¡Qué belleza de fragemento, Pedro!
    Aunque no estés en ella...
    Y es que el sentido del olfato es el que más atrapa todo lo vivido.

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  4. ¡Cuánto dices con tan pocas palabras, querido Pedro! Abrazotes.

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  5. Aunque lo que llamamos rosa exhalaría el mismo perfume con cualquier otra denominación.
    Besos, Pedro.

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  6. ¡Extraordinario! la palabra recupera el recuerdo y su aroma. Mencionar es sentir el aroma otra vez.
    Saludos.

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  7. En nuestros recuerdos más queridos, permanecen en la forma, el color, el sabor, el gusto y hasta el olfato, porque con solo nombrar la palabra, ella sola ya se hace.

    Besos

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