jueves, 20 de octubre de 2022

¡Todo está bien, nada sobra!

 

Como aquel personaje de un poema de Claudio Rodríguez que corre a refugiarse de la lluvia en un portal y se sacude el agua de la ropa, nervioso, sin comprender que el agua limpia, tiene la alta condición de la vida y de la esperanza. Llueve al fin, llueve. Esta lluvia de otoño, un mes retrasada con lo que es habitual por estas tierras, es lenta y cala en la tierra. No será suficiente, la sequía ha sido prolongada, pero es lluvia, lluvia al fin. Y yo, que estaba como un paraguas roto de un poema de Karmelo Iribarren, me dejo hacer por la lluvia, como renuevo. Ya es otro día, un día felizmente melancólico de otoño en el que todo se pone en su sitio y la monotonía del golpeteo del agua cuenta la canción infantil. ¡Todo está bien, nada sobra! He caminado por en medio del paseo del parque, con las manos en los bolsillos, calado hasta los huesos, dando patadas a los charcos.



6 comentarios:

  1. Yo también he caminado esta mañana bajo la lluvia, cogí el paraguas y me fui al campo, ansiaba andar sin prisa admirando la lluvia, disfrutar de un delicioso día otoñal, oliendo el aroma de los tomillos que se hace más intenso con lluvia... por fin ha llegado el buen tiempo, me decía al caminar.
    Un saludo, Pedro.

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  2. Llueve,
    detrás de los cristales, llueve y llueve
    sobre los chopos medio deshojados,
    sobre los pardos tejados,
    sobre los campos, llueve.

    Serrat.

    ojalá, llueva como están diciendo.

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  3. Feliz retorno a la infancia, vía pluviosidad.

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  4. Cada gota de lluvia es bienvenida cuando cae en el tiempo y el lugar debido.
    Necesitamos que llueva que el agua limpie las ideas y los cuerpos.
    Saludos
    Francesc Cornadó

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  5. Te veo dando patadas a los charcos, con las kachuskas de la infancia y cantando lo de la Virgen de la Cueva. Que sí, que no... Que cale en la tierra y limpie lo que haya que limpiar

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  6. ¡Todo está bien, nada sobra!

    Adoro la lluvia de mis paseos de otoño. Las setas, el ocre de la arboleda, las botas en barro, y un cuenco de caldo de grelos caliente a mi llegada al refugio del refugio.

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