Antonio Tocornal ha consolidado una sólida carrera literaria en menos de una década. En 2013, publicó La ley de los similares, novela ya descatalogada, y desde entonces, ha obtenido un buen puñado de premios de relato breve. De hecho, en su bibliografía se echa en falta una recopilación de sus relatos, que lo harían aparecer como uno de los mejores cultivadores actuales del género en España. Sus novelas tienen un creciente interés y cuentan con un número significativo de lectores fieles que va en aumento. De alguna de ellas ya me he ocupado aquí y todas ellas han obtenido premios de importancia: La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillespie (2017, XXII Premio de Novela Vargas Llosa), Bajamares (2018, XIX Premio de Novela Corta Diputación de Córdoba), Pájaros en un cielo de estaño (2020, Premio València de Narrativa en Castellano Alfons el Magnànim). La novela que nos ocupa hoy, Malasanta, resultó ganadora del XLI Premio de Novela Felipe Trigo y ha sido publicada por la Fundación José Manuel Lara en 2022.
En la narrativa de Tocornal se reúne el interés de las tramas, enriquecidas con historias breves -a veces microrrelatos- de una prodigiosa imaginación y perfecta inserción en la historia principal, la manera de construir un mundo repleto de personajes dotados con vida propia -hasta en los más episódicos- y un dominio del lenguaje que le permite llevar al lector en pocas páginas desde lo más sórdido al más intenso de los lirismos sin que se resienta el resultado ni se perciban las costuras en el estilo. La mayoría de sus personajes son seres singulares que se apartan de lo cotidiano sin perder jamás su carácter de antihéroes. En sus relatos, estos personajes viven el mundo real con una gran dosis de inadaptación, que les lleva por igual al sufrimiento o a la felicidad. No encajan del todo en las convenciones sociales. En Malasanta, Antonio Tocornal ha decidido explorar estas características de su narrativa acentuando el carácter de diferentes de sus personajes y pone su atención en donde no suele ser habitual en la narrativa española actual, puesto que en esta novela no es posible una integración de estos seres humanos ni se pretende moralina alguna por la que el narrador nos explique su precaria condición ni la adultere con un triunfo final sobre la precariedad y la crueldad de la sociedad. No estamos ante una novela de tesis.
En Malasanta, el narrador relata la historia de una prostituta desde su nacimiento en 1969 hasta su muerte en 2019. Cada uno de sus seis capítulos narra un momento central de cada década de su vida y sirve, a la vez, para retratarnos la España de estos años y su evolución social que siempre deja en los márgenes a estos seres desvalidos desde su origen: prostitutas, discapacitados físicos o mentales, jubilados arruinados que pierden sus casas, indigentes, etc. En cada uno de ellos hay una completa historia personal, familiar y social que Tocornal levanta en pocas páginas con eficacia narrativa sin juzgar cómo han llegado a su situación. Tampoco hay juicio cuando relata la despiadada crueldad que la sociedad ejerce sobre ellos, identificada en los personajes que detentan el poder, cada uno en su posición, basta con situarlos en escena: los hombres que abandonan a las mujeres cuando ya no encuentran ninguna utilidad en ellas, la dueña del burdel de carretera en la que ejerce la protagonista y sus clientes, sacerdotes con una moral inhumana, los poderosos que se sirven de las personas como mero entretenimiento, las bandas de fascistas que se divierten apaleando mendigos, los adolescentes que se burlan de los desfavorecidos para subir vídeos a las redes sociales...
Los únicos rasgos de verdadera humanidad se dan en las relaciones entre los desfavorecidos, el apoyo mutuo en los breves instantes en los que disfrutan de compañía, en el cariño con el que se tratan. Ante la crueldad de un mundo inhóspito que abandona al diferente, solo queda el sueño como refugio y espacio de libertad. Una ensoñación que en la novela lleva a la protagonista a construir una esperanza en la construcción de un país utópico al que llama Chipre. Quien piense que estos seres no existen está ciego. No debe leer los periódicos ni ver las noticias de televisión en las que siempre aparecen como las víctimas de la violencia social que nos rodea y que pensamos que no nos salpica porque nos encontramos en la parte segura de la sociedad en la que no suceden estas cosas. No debe preguntarse nunca sobre la vida de las mujeres que trabajan en los clubs que jalonan nuestras carreteras, ni en la vida de los miles de indigentes de nuestras ciudades, ni en el abandono en el que viven nuestros mayores o tantos discapacitados cuya situación y necesidades afectivas son desatendidas.
Malasanta deja sin aliento al lector tanto por lo narrado como por el estilo. Es una novela que no ahorra detalles sobre la violencia continua que sufren sus personajes, los escasos momentos de tranquilidad, esperanza y felicidad que disfrutan, las penosas circunstancias de su vida. Sin embargo, no es una novela sobre la crueldad a pesar de tantos comportamientos crueles como relata. Es una novela sobre la búsqueda continua de la esperanza y el afecto incluso desde la ingenuidad de estos seres desvalidos, a pesar de todo y de la oposición brutal de un mundo radicalmente injusto. Antonio Tocornal consigue esto por la caracterización de sus personajes, pero sobre todo porque a través del lenguaje los dota de la dignidad que merecen, relatándonos sus historias. Malasanta, la protagonista de esta novela, se completa en su instinto afectivo para los otros desfavorecidos que la vida pone en su camino, pero sobre todo en la manera en la que el narrador nos relata su construcción de Chipre, su sueño.
Pájaros en un cielo de estaño obtuvo unanimidad en nuestro club, a todos nos llegó el cariño y buen humor que baña su prosa, además de la calidad literaria. Leí un fragmento de Malasanta y la pobrecita niña jugando con un feto expulsado me dejó...Un premio bien merecido.
ResponderEliminarGracias por traérnoslo aquí.
Nunca li nada dele, vou tentar.
ResponderEliminarQuerido amigo, boa semana e besos