El Alagón es un río sin tiempo. Nace en Frades de la Sierra (lugar del poeta José María Gabriel y Galán) y recorre las tierras salmantinas como si no tuviera prisa por llegar al Tajo. A su paso por Sotoserrano ya ha recogido las aguas del enigmático Sangusín y el siempre vigoroso Cuerpo de Hombre y, cerca de Ríomalo de abajo, las del Ladrillar. No se da prisa el Alagón. Recorrerlo, asomarse a su cauce, tiene el sentido de visitar un tiempo que es este y es otro, como si por aquí permaneciera la naturaleza inalterable y bendecida. Tierras durante mucho tiempo abandonadas por las administraciones, como si fueran un rincón olvidado, pero fértiles en todo.
Al pasar Ríomalo se convierte durante quilómetros en el límite entre Castilla y León y Extremadura, como si aún no quisiera decantarse. A los ríos no les importan esas cosas de los seres humanos. Y en el Meandro del Melero se toma su tiempo para que lo contemplemos absortos. Es inevitable que llegue al Tajo, pero el Alagón tiene el ritmo de antes, de cuando el mañana era otro mundo.
No se si ese rio tiene o no tiempo, lo que si creo que tiene es vida, nace y muere como todos los ríos.
ResponderEliminarNuestras vidas son los ríos que dudan del camino pero el camino nos viene dado por la geología de la vida. Como al dubitativo Alagón que nos traes.
ResponderEliminarLo que dices: es como si no tuviera prisa en llegar.
ResponderEliminarMagnífico texto. Magnífica fotografía. Y magnífico paisaje. ¡Qué envidia de naturaleza!
ResponderEliminarGracias por mostrarme, con esa mirada profunda de tiempos y espacios, algo que no conocía...
Abrazo
¡Qué divina la foto!
ResponderEliminarBesos