Que no todos los sauces son sauces llorones lo aprende uno con la edad. Al principio, la elegancia del sauce llorón (salix babylonica), cargada de connotaciones sentimentales, lo convierte en el sauce por excelencia. Y así posa el árbol, siempre dispuesto a que se le tome una fotografía o se le haga un retrato al óleo. Qué ansiedad debe ocasionar estar siempre como recién salido de la peluquería, con sus ramas colgando hacia el suelo al borde de un estanque, como una hermosa melena. Si hubiera tenido manos, hubiera inventado el autorretrato antes de los teléfonos móviles. Sin embargo, no es el único sauce y sus hermanos se extienden por el planeta más discretos y con mucha tendencia a hibridarse, como este sauce negro o cenizo. Junto al bravo y fresco Cuerpo de Hombre, pone su delicada forma, tan sutil, que parece estar y no estar en las sombras de la ribera.
Ocurre mucho en la vida que quien parece no estar está, callado, discreto y mudo. Como el sauce negro, personas que crecen en la sombra de la ribera fértil de los ríos, dispuestas a la tarea diaria de estar siempre, aunque nadie se fije en ellas.
Hola buenas noches, hermosos los sauces, en la provincia de Buenos Aires donde vivo está lleno de ellos, sobre todo de sauces llorones, a las veras del Río de la Plata, en los brazos del Paraná, adoro esos árboles que fueron mis testigos de infancia, y el sauce-álamo más derecho en sus ramas que el llorón, me encantó el texto, saludos, Patricia F.
ResponderEliminarNo es nada fácil saber estar sin estar en una época en la que prima es ser el primero y chillar en lugar de hablar, sin decir nada.
ResponderEliminarNo todos los sauces son llorones, los hay discretos. Algunos se dejan quitar la corteza salicílicamente y, como diría un escolar aplicado, nos dan las aspirinas.
ResponderEliminarAl menos, tu sí te fijas.
ResponderEliminarBonito texto.
Besos x2
Pues a mí me gustan los sauces llorones con esa pinta de rastafaris con depresión mirando hacia las masas de agua en movimiento.
ResponderEliminarNo tengo ni idea, pero seguro que les llaman llorones porque parecen alicaídos, quizás porque el peinado les pesa demasiado.
...hubiera inventado el autorretrato antes de los teléfonos móviles.
ResponderEliminarTe puedo asegurarque lo que llegó con los móviles es ese narcisismo descontrolado y mayoritariamente ridículo que llama "selfie".
El autorretrato tenía y tiene bastante más dignidad y desde luego lleva tiempo entre nosotros. De hecho aquellas manos que nuestros ancestros creaban soplando tintes sobre las suyas apoyadas en las paredes rocosas, fueron el primer intento.
¿Era llorón el salce a cuya sombra aprendimos a nada cabe el puente histórico de San Pedro?
ResponderEliminarHan pasado tantos años desde que lo cortaron, que ya ni recuerdo, pero sé que era salce, que los sauces llegaron después.
Hermoso y acertado texto.
Y ésas, son las que nos acompañan dixit Delibes, en la sombra... de nuestro ciprés mientras lloramos bajo algún sauce.
ResponderEliminarBesos, Pedro.