Hay niños enterrados en el bosque
con las manos cerradas. La luz llega,
en larga y lenta sombra, y acaricia
con el rumor marino de los chopos
el metro y medio exacto de sus fosas.
Cuando anochece, todos están ahí,
jugando al escondite de la historia.
En sus puños conservan el rumor
de los frescos arroyos del verano
y el nombre de sus madres, que los llaman
© Pedro Ojeda Escudero (2021)
Muy buen texto, felicitaciones
ResponderEliminar¿Son nomos confundidos por niños?.
ResponderEliminarInquietante, desasosegante...
ResponderEliminarAhí quedaron nuestros juguetes rotos.
ResponderEliminarCuánta tristeza dan esos juguetes abandonados en medio de la basura y la hojarasca!...y tus versos brotan en justa medida. Un abrazo
ResponderEliminarUn bello poema otoñal ya.
ResponderEliminarGostei, mas inquieta...
ResponderEliminarBesos y buen finde, querido amigo
¡Qué tristeza del paisaje en tus palabras!
ResponderEliminarJuguetes ya sin vida, como las hojas de este otoño que ha venido.
Besos