Seguimos en fase 0, aliviada. Por aquí, los rosales silvestres han comenzado a florecer tímidamente. Los vimos en la bajada hacia La Centena en nuestro paseo de ayer por la tarde. En unos días, este arbusto espinoso estará cuajado de flores, que anticipan ya los escaramujos de otoño. Un poco más allá, en el parque de Santa Ana, lucían sus primas lejanas, las rosas chinas. Según parece, las rosas de jardín descienden de la hibridación de las rosas antiguas con estas en algún momento del siglo XIX, pero como hay cierta polémica por ver en qué país se logró primero, me declaro mero aficionado, no vayamos a provocar crispación también entre las rosas. El caso es que he visto un rosal silvestre con dos flores y muchos botones que observaré cada día esperando descubrir cuándo alcanza su máxima floración. ¿Hay un momento en el que la belleza no puede ir más allá? No nos engañemos por el tópico literario, todo momento de este arbusto es hermoso, incluso cuando nos ofrece su fruto rojizo camino del invierno. Incluso cuando las flores comienzan a ajarse. Incluso cuando sus pétalos caen al suelo y se convierten en humus y abono de las nuevas rosas.
Hay mucha gente que te pide tu opinión, que te la exige, que te mojes, dicen. En realidad no piden que des tu opinión, sino la suya.
Me da mucha pereza pronunciarme sobre cosas en las que ya expresé mi opinión hace años. Sobre todo ante quien no se ha molestado lo más mínimo en saber de mí. En este blog he dejado ya 3682 entradas en las que he hablado de todo. Como carta de presentación, basta.
En la bajada de la senda de la fuente del lobo hacia el camino de Santa Ana resonaba el canto de un cuco, tan peculiar. El cuco canta en primavera para que se le oiga y se le oye. Este pájaro se gusta cantando porque puede. Por las mañanas, más arriba, entre la subida al Castañar y el inicio del parque de la fuente del lobo se escucha la labor de un picapino taladrando la corteza en busca de insectos y larvas. En la umbría, canta la oropéndola. Al decir oropéndola se le llena a uno la boca de belleza, que corresponde al ave y su canto. La pajarería es mucha en el monte en este mes de mayo y como hemos faltado durante días se han apropiado del lugar. Hacen bien.
Y ahora me voy a echar al monte en cuanto me llegue la hora en la que se me permite el ejercicio. No sé si allí se es más sabio, pero el canto del cuco y el sonido del trabajo del picapino no dan lugar a confusión ni alteran el ánimo. Y cuando regrese a esta ciudad alargada y querida, los sonidos de los vencejos me anuncian que ya el día va ganado.
En la bajada de la senda de la fuente del lobo hacia el camino de Santa Ana resonaba el canto de un cuco, tan peculiar. El cuco canta en primavera para que se le oiga y se le oye. Este pájaro se gusta cantando porque puede. Por las mañanas, más arriba, entre la subida al Castañar y el inicio del parque de la fuente del lobo se escucha la labor de un picapino taladrando la corteza en busca de insectos y larvas. En la umbría, canta la oropéndola. Al decir oropéndola se le llena a uno la boca de belleza, que corresponde al ave y su canto. La pajarería es mucha en el monte en este mes de mayo y como hemos faltado durante días se han apropiado del lugar. Hacen bien.
Y ahora me voy a echar al monte en cuanto me llegue la hora en la que se me permite el ejercicio. No sé si allí se es más sabio, pero el canto del cuco y el sonido del trabajo del picapino no dan lugar a confusión ni alteran el ánimo. Y cuando regrese a esta ciudad alargada y querida, los sonidos de los vencejos me anuncian que ya el día va ganado.
Creo que este año las rosas han explosionado antes, aunque yo he observado un rosal en el que, prácticamente, han estado todo el año... aunque es "doméstico", no silvestre...
ResponderEliminarMe hiciste sonreír con lo de las opiniones y el mojarse, porque tienes razón...
Te diste un paseo disfrutando de canoros sonidos... eso, hoy en día, es un privilegio...
Bueno, te deseo el mejor disfrute de ese entorno donde la naturaleza parece esplendorosa y el canto de los pájaros crea armonías naturales de cuerda vocal...
Abrazo
Has tenido mucha suerte al pasar el aislamiento en Béjar y aún más en compañía de Mayca.Y estando ambos sanos,
ResponderEliminar¿què más se puede pedir? Besos a ambos
Entre rosas y oropéndolas, no faltan cucos que roban nidos ajenos. Los picapinos a su labor y no les faltará un pajarraco que les pida un mójate en nuestro charco.
ResponderEliminarEn mi paseo, los arbustos de la orilla del río mostraban sus flores a los paseantes autómatas, es nuestra hora, un dos. En otoño habrá escaramujos por ahí, seguiremos paseando, un dos, pero con más calma. Espero.
Yo alucino mucho con la vida propia de las plantas. Me contaba un amigo que había estado dos meses sin pisar su casa, por hallarse fuera y tocarle el confinamiento, y al volver se encontró muchas macetas con la hoja mayoritariamente seca pero todas con flores. Tienen otra vida y muchos no acabamos de entenderla.
ResponderEliminarNunca he visto una oropéndola. Tiene que ser como dar con un tesoro.
ResponderEliminar¡¡Vaya con Bejar!!, ayer se emitió por la tele y se publicaban fotos en algunos diarios de como salían a la calle representantes del PP pidiendo libertad y mandado a Sanchez al paredón, sin comentarios.
ResponderEliminarHoy he desayunado por primera vez, desde hace más de dos meses, en una "casa de comidas" en Pinos pueblo que se encuentra en la falda de Sierra Nevada y junto al río Genil, hasta llegar nos hemos recorrido unos cuantos kilómetros, primero en coche, luego por un sendero que entre lo temprano que era, el ruido del agua que corría y los pájaros cantando, el placer ha sido orgásmico.
Que bom teres a sorte , amigo mio, de poderes caminhar pela natureza vendo arbustos floridos e ou«vindo cucos e picapaus....
ResponderEliminarFuerte abrazo
me gusta tu blog porque es auténtico
ResponderEliminarEl paso del campo a la ciudad, supongo que allá en los sesenta, llevó consigo la desaparición de una memoria colectiva y unos saberes también colectivos que a veces vuelven a aparecer, aunque sea brevemente. Los nombres de los arbustos, flores, pájaros, lo propio de cada estación... cómo tender la ropa. Y muchas cosas más.
ResponderEliminarUn abrazo
Me encantan esos rosales silvestres de rosas blancas y rosas. Desde que era pequeña y los encontraba en los caminos, han tenido toda mi admiración. Después pasado el verano, esos carambujos, como los llamamos en mi pueblo, nos servían para hacer collares y ahora me como un poquito de su esencia porque me han dicho que tienen mucha vitamina C. Debe ser verdad porque últimamente, mis catarros son menos.
ResponderEliminarClaro que ya te has expresado con claridad, no entiendo el porqué te piden que te mojes y es que en cuanto no eres radical o no estás en su ideología, creen que eres tibio. Ni caso y a seguir en el paseo disfrutando de la naturaleza y del canto de los pájaros que ahora trinan con una intensa fuerza.
Besos
Precioso el texto y, como dice otro de tus lectores, muy interesante tu blog... sabes... se agradecen estos remansos de paz, de clase y elegancia cuando impera tanta zafiedad por las redes. En cuanto a "mojarse" o no, uno es libre de decir lo que le plazca siempre que no ofenda y lo haga con estilo, y tú lo tienes...
ResponderEliminar¡¡Un saludo!!