Seguimos en fase 0. En la ladera de la umbría de Béjar, un puñado de casas cuelgan hacia el derrumbadero. Abajo, el Cuerpo de Hombre corría hoy limpio, bravo y fresco por las lluvias de estos días. Desde la altura del mirador se contempla la Cuesta de los perros caer hacia el agua y toda la ruta de las antiguas fábricas textiles de esta ciudad que aprovechaban la fuerza del agua para esta industria. Subir por la cuesta a ritmo sostenido es un ejercicio para corazones sanos. Sobre un antiguo caminito en la ladera se hizo hace unos años un paseo con un quitamiedos de madera. El paseo es ameno. Como hoy hacía sol por la mañana, daba gusto caminar a la fresca de la ladera. La hierba se erizaba en cardos negros (el popular cardo borriquero), jóvenes y frescos, que verdeaban hasta la explosión de la flor. El color y la forma de la flor del cardo es algo de lo más hermoso que nos da la naturaleza. Con la flor de cardo se hacen postres y cuajo para quesos, con el tallo recetas sabrosas (a la navarra, con almendras, en potaje) y hasta paté. Alimenta el espíritu y el cuerpo.
El confinamiento debido a la pandemia nos ha reportado algunas anécdotas bien sabrosas durante estas semanas, que han dado lugar a bromas y parodias en las redes sociales. Es bueno que así sea, quitar dramatismo a la epidemia ayuda a superarla con algo de humor, siempre que el humor no ciegue y nos haga irresponsables. Incluso es muy sano hacer parodia y burla de los bulos, de la contrainformación y de algunas manifestaciones extravagantes que están teniendo lugar estos días. Hoy he visto, en un informativo televisivo de máxima audiencia, una de esas anécdotas que tiene su gracia y también su aquel, como se decía antes, pero sin exagerar el aquel, claro. Contaban la historia de un hombre cuya casa tiene dos fachadas. La primera da a Castilla y León y se encuentra, por lo tanto, en fase 0 de la apertura de las medidas; la segunda da a Galicia y goza ya de la fase 1. Al hombre le basta con entrar en su casa por un lado, atravesar alguna dependencia y salir por la otra para pasar de fase. Aunque el pueblo pertenece a Castilla y León, los paseos los dan por la carretera gallega de la fase 1, no por gozar de más privilegios, sino porque es más llana. El hombre y otras dos vecinas, todos ya en esa edad en la que se puede hablar de ancianidad, cuentan que la guardia civil hace la vista gorda cuando los descubren caminando unos quilómetros por Galicia.
No acaba aquí la anécdota. El hombre, entre bromas y no, amenaza al gobierno con llevarlo a la quiebra. Con esa sorna que dan los años, nos informa de que vive en Madrid y que la epidemia le sorprendió en la casa familiar y allí se quedó a pasarla. Y advierte al gobierno de que o le deja volver a Madrid o no podrá hacer la declaración de la renta este año, cuyo plazo finaliza en junio, porque los papeles los tiene en la capital de España. No podrá pagar los impuestos este año, dice, y se queda mirando a la periodista con una sonrisilla en los labios, como diciendo entre un qué quiere que yo le haga y un que se fastidie el gobierno.
Hoy he visto un informe de letalidad del virus en España, una tabla en la que ya están todos los parámetros y el factor de corrección que incluye el exceso de fallecidos estimado. La zona en donde me encuentro es de las que peor salen paradas en él, posiblemente la tercera con peores cifras. Por aquí, por lo tanto, todo deberá ir más lento para evitar problemas. Quizá eso nos asegure una probabilidad de estar en mejores circunstancias en caso de un nuevo brote, que anuncian para otoño, pero por ahora es mejor actuar con prudencia. Veremos en televisión cómo se abren los bares y los restaurantes, los centros de comercio y ocio, las playas y los teatros mucho antes que por aquí. Veremos a las personas caminar con mayor soltura y menos miedo. Supongo que será duro.
El humor, la esperanza y la tristeza conviven en este anecdotario pandémico.
ResponderEliminarEssa casa de Castela e Leão é graça, mas no centro da Europa a situação é real...
ResponderEliminarQuerido Pedro desejo-te uma semana calma no meio deste mar de inquietação em que tentamos encontrar a estrela polar que nos guie.
Besos .
Desde luego saldremos sin miedo pero debemos tener presente el rebrote y eso, quieras que no, acojona un poco.
ResponderEliminarMuchas casas cuelgan hacia el derrumbado. El cardo tiene flores hermosas pero pincha. Todo tiene dos caras y nos sitúa a un lado o a otro. Estamos en fase cero y medio pero puede ser bueno...
ResponderEliminarAyer me fui a buscar a la cigüeña de San Francisco, huía de la exhibición chulesca del rojo y del amarillo. Mi patria es mucho más que un trapo. Tomé un café con leche en un vaso para llevar, un poco más allá del Arco de Santa María, emprendí la huida desde las escaleras que suben a Fernán González. Google timeline no sabe nada de cigüeñas.
Muchas gracias por compartir tus reflexiones y darles esa forma con esa prosa tan pausada y agradable.
ResponderEliminar... mala es de guardar... creo que dice el refrán...
ResponderEliminarEn mi pueblo se les llama cardos borriqueños o tobas, igual da... son compañeros de mi infancia en pueblo agrícola... terruño y más terruño... amo el terruño mesetario... me siento ¡tan de pueblo!
Yo conozco pueblos de Zamora que hablan gallego, bueno, creo que se acerca más al galaico-portugues, pueblos bellos de montaña, pero con unas carreteras indómitas...
La desescalada debe hacerse con la máxima prudencia, nos juegamos nuestra salud y bienestar (economía mediante) en ello; una vuelta para atrás sería nefasta...
Abrazo.
Cardo borriquero, el nombre es feo, pero esa flor morada llena de pinchos alrededor me encanta. Y los nombres que ponen en los pueblos, son muy interesantes, en el mío hay un montón de fuentes o manantiales, aunque ahora ya no tengan mucha agua: La del avellano, La fuente blanca, la de Valdegradioso... y por supuesto la de los pájaros.
ResponderEliminarCreo que la desescalada en Castilla y León, está siendo mucho mejor que en Madrid, al menos los políticos, lo saben llevar. No en vano algunos de ellos en sus puestos de responsabilidad, son médicos y saben a qué se enfrentan.
Curioso lo que cuentas de las fronteras en los pueblos, no ha sido el único.
Besos