lunes, 15 de enero de 2018

De guardia permanente


Ante el miedo a ser enterrado vivo, muchos hacían prometer a sus seres más queridos que les cortarían el cuello antes de introducirlos en el ataúd. Se decía que una de las pruebas de santidad era abrir el sepulcro y si el cadáver se encontraba boca abajo o la tapa mostraba signos de arañazo no se continuaba con el proceso por el riesgo de que se hubiera blasfemado. He escuchado estos días que se implantará una pulsera en las muñecas de quienes sean enterrados que emitirán una alerta si el cuerpo recupera signos de vida. El aviso lo recibirían los familiares. Supongo que habrá un porcentaje significativo de avisos a los que no se responda y muchos preferirán contratar una empresa de seguridad para que controle el mecanismo y haya alguien de guardia permanente cuando sean enterrados. 

7 comentarios:

  1. Uf, no quiero ni pensar que fuera verdad...
    un beso ...asustado
    Mavi

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  2. Recuerdo a mi madre contándome historias de ese tipo, aún me da miedo pensar en esa posibilidad, por eso a mi me van a incinerar.

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  3. La técnica, que suplanta el sentido común.

    Un abrazo

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  4. Supongo que esa medida será a partir de la noticia de hace unos días, de una persona que la habían dado por muerta y en realidad estaba viva.
    Debe ser terrible el ser enterrado y estar vivo. ¡Buf! no lo quiero ni pensar.

    Besos

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  5. Parece mentira que todo un asunto tan antiguo siga sin estar resuelto del todo hoy día.Lo de las pulseritas suena a bobada en do mayor. Que hoy día dudemos de nuestra muerte parece una burla descarada.

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  6. jajajajajaja
    El de la empresa de seguridad sería
    un buen negocio, sin duda.

    Hubo un tiempo en que los muertos se enterraban
    con una cuerda atada en el dedo gordo que por un agujero
    llevaba a una campana exterior que se plantaba muy cerca
    del lugar del entierro. Si resultaba que el muerto
    no era fiambre, al moverse sonaba la campanita, entonces
    el enterrador, recuperaba al resucitado (eso, si el enterrador
    no era sordo, en cuyo caso estamos jodidos)

    Es tradición Judía no poner lápida hasta cumplido el año.
    Me pregunto si esto no tendrá que ver con los resucitados
    y los revuelos que podrían ocasionar, de lo que tenemos experiencia desde hace dos mil años.

    Con respecto a mi persona, ya sabes que soy claustrofóbica (anque regenerada) y deseo cremación. No me gustaría además, que mis partes óseas y nobles fueran expuestas en un museo arqueológico del futuro, por más bonita sonrisa que me hubiera quedado. Que hay veces que el muerto queda con una mueca que ni te cuento, pobrecillo.

    Besos


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