A veces el mundo nos parece oxidado y viejo, como si nunca hubiera cambiado en lo sustancial. Soy de los que piensan que el mundo es mejor que hace un siglo o dos o tres mil años, que la justicia es más igualitaria, que la cultura se ha extendido como nunca, que las posibilidades de mejorar de vida son muy superiores a lo que ocurría en otras épocas, que hay más libertad y más posibilidades de que cada individuo tome sus decisiones. A veces puede no parecernos esto porque estamos más informados que nunca, porque las posibilidades de intervenir para evitar desigualdades o guerras nos resultan tan evidentes que nos desilusiona como nunca que no se logre, también porque somos más conscientes de los peligros que nos acechan y de las intenciones de quienes quieren que no sea así. Vemos con más claridad que nunca la actuación de los poderosos y los comportamientos que nos llevan a actitudes serviles o de neoesclavitud. Pero todo ello es porque desde hace siglos hemos construido unos conceptos en los que creemos y que han empujado el mundo hacia el lado correcto de las cosas, el de la tolerancia, la igualdad y la justicia social. Pero este camino es lento dado que los intereses que controlan el mundo financiero y los poderes políticos locales siguen llenándolo de trampas en las que muchas veces caemos porque se ha generado dentro de nosotros el egoísmo o un estado confortable de vida que confundimos con la libertad. Casi siempre prevalece ese egoísmo que convierte nuestro dolor por el sufrimiento ajeno o la desigualdad en un estéril gesto frente al televisor o en la barra de la cafetería. Como somos más conscientes de nuestra propia hipocresía nos duelen más las desigualdades y las muertes violentas pero casi nunca actuamos. A veces consideramos que el mundo debería cambiar bruscamente, de la noche a la mañana, en el sentido que vemos tan claramente y cuando no sucede nos decepcionamos hasta la rabia. Este desequilibrio es antiguo pero deberíamos volver siempre al camino lento, al ejercicio constante pero no bronco ni sectario, que ha conducido al mundo a la posibilidad de extender como nunca los mejores valores del ser humano. Pero siempre con el ojo alerta porque frente a nosotros siempre encontraremos a quienes quieran controlar al resto e imponerle su forma de pensar o su mercancía. El mundo globalizado ha traído formas muy sutiles de dominio sin la necesidad de enseñar las armas pero también la forma de combatirlas.
Estar siempre con el ojo alerta es agotador. Y las decepciones, cuando se suceden uns tras otra, desilusionar.
ResponderEliminarPero, hay que seguir en la brecha, que no se diga!
Besos
;)
Con lo fácil que es ser feliz y hacer feliz. Es cuestión de dejar espacio a los que tenemos alrededor. Al fin y al cabo nada nos pertenece.
ResponderEliminarMe ha gustado esta entrada, es de ésas que te hacen volver más de una vez a ella y pensar.
Un abrazo.
Lanzar una opinión al aire ya tiene su grado de compromiso y conciencia social cuando se trata de mejorar nuestra sociedad y el entorno que nos rodea.....a veces nos falta ir un poco más allá adecuando nuestro pensamiento a la acción,pero es tan cómodo dejarse llevar!, no nos damos cuenta del tremendo daño que ha hecho está cultura del bienestar.
ResponderEliminar¿No iremos hacia una evolución a la inversa y dentro de unos miles o millones de años otros seres nos adelantarán?, creo que estamos oxidándonos y envejeciendo a marchas forzadas.
ResponderEliminarSaludos.
Sin duda alguna, el mundo ha ido a mejor, pero en determinadas coyunturas, como la que estamos viviendo, cuestionamos y dudamos de que siga evolucionando en sentido positivo...
ResponderEliminarSin llegar a ser maximalistas en nuestros juicios (y cuántas veces lo somos) lo cierto es que no debemos rebajar nuestro nivel de exigencia. Solemos juzgar el mundo en general por nuestra propia dinámica en particular,. y lo cierto es que hay ciclos, y no es algo que ocurra solamente ahora, en el siglo XX en Occidente hubo unos cuantos, pero el precio a pagar nos espanta.
ResponderEliminarTienes razón, Pedro, el camino es lento porque el poder y los intereses se anteponen y corrompen ese camino haciendo que el egoísmo haga primar a todo lo demás, qué pena me da, pero es la realidad, con lo bonito que sería ir construyendo un mundo tolerante, igualitario y que la justicia fuera para todos igual, no quisiera que fuera solo una utopía.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reflexión y la imagen es preciosa.
Un beso.
el mundo globalizado ha logrado "observarte", "escucharte", "leerte", no solo como lo hacemos los que te deseamos que seas libre de elegir, sino que lo hacen también los que quieren ponerte mordazas
ResponderEliminarun abrazo
Paso corto, vista larga y cierta mala leche. Y mucha paciencia y perseverancia, mucha.
ResponderEliminarUn abrazo