miércoles, 15 de junio de 2016

Queremos que vuelvan, de Miguel Ángel Santamarina


Esta tarde, en el Museo de la Evolución Humana de Burgos, he presentado, junto a Leandro Pérez, la primera novela de Miguel Ángel Santamarina (Burgos, 1972).  Queremos que vuelvan (Círculo Rojo, 2016) es una novela ambientada en la España de 2012 con el mejor pulso de la novela negra que nos descubre un autor con una excelente capacidad para este tipo de narración. No solo está muy bien escrita -cosa que no es habitual en la proliferación de este género en los últimos tiempos- sino que también juega inteligentemente con todos los recursos. La novela parte de la desaparición de Bruno y Mario, dos adolescentes, en la noche del 15 de agosto de 2012 y la investigación periodística para encontrarlos. Javier Redondo, un periodista con una vida desastrosa -se acaba de quedar en el paro, su novia lo ha dejado-, se implica en la investigación de una forma que le hará recorrer un retrato completo de la sociedad española: los sótanos más tenebrosos de una sociedad con la moral destruida y en la que impera la corrupción y la banalización de todas las relaciones. De la lectura de esta novela surge, inevitablemente, la esperanza de que al mal, la corrupción y la banalización del dolor convertido en espectáculo, pueda oponérsele de alguna manera la sinceridad en las emociones y la honestidad, sea esta lo que sea.

Queremos que vuelvan va más allá del relato de la investigación, es una fotografía veraz de España en los inicios de la crisis sistemática que vivimos todavía. En ella quedan reflejados prohombres corruptos sin moral y los entresijos de funcionamiento del sistema, el peso de los medios de comunicación -la decadencia de la prensa escrita y el auge de la televisión basura- y de las redes sociales y una sociedad entera que se ha venido abajo. Leer la novela, aparte de lo atractivo de la intriga principal que se disfruta como lector desde el excelente arranque (una chica joven en una cafetería espera la salida de un autobús hacia otra ciudad sin que sepamos bien los motivos), es presenciar buena parte de lo que somos. Santamarina nos pone ante un espejo en el que no quedamos bien porque nos reconocemos en nuestras flaquezas y, sobre todo, en lo que hemos permitido que se haya convertido nuestra sociedad. Aparte de las influencias, fácilmente reconocibles, de literatura anglosajona, quiero señalar que esta novela me ha llevado a las mejores novelas de Juan Madrid o a Plenilunio (1997), de Antonio Muñoz Molina, primera gran novela española en la que se denunciaba a los programas televisivos que hicieron fortuna gracias a perder todo escrúpulo moral a la hora de manejar el famoso caso de las niñas de Alcácer, al que se hace referencia explícita en la novela de Santamarina.

Todos los personajes tienen encarnadura real, incluso aunque sean fácilmente reconocibles los tópicos propios del género al que pertenece la novela (el investigador -aquí periodista- con una vida desastrosa, el policía que tiene sus propios intereses en el asunto que debe esclarecer, el presentador de televisión falto de escrúpulos, más una decena de secundarios, todos ellos creíbles), El lenguaje es directo y eficaz, los diálogos oportunos y hacen avanzar la acción, que se mantiene siempre en el justo equilibrio entre lo truculento y el relato de los acontecimientos manejados hábilmente por el autor para que la intriga no decaiga. Juega con una estructura que parte los tiempos y los espacios despertando la curiosidad del lector sin que este pierda el hilo de lo narrado. Se salta de Alcorcón -en donde ocurre la desaparición de los personajes- a Burgos, de la focalización de unos a otros y se insertan de vez en cuando pasajes en cursiva que van explicando lo que ocurrió realmente.

Al terminar la novela, el lector tiene la sensación de que todo aquello ha sucedido, no que haya podido suceder. No creo que sea posible mejor definición para esta novela que mide muy bien los tiempos de la intriga, entretiene y provoca una reflexión acertada sobre nuestra sociedad.

Durante la presentación de la novela. De izquierda a derecha: Leandro Pérez, Miguel Ángel Santamarina y Pedro Ojeda

2 comentarios:

  1. ¡Qué lindo! Me alegro por el autor, por ti,
    por todos los que estuvieron presentes.

    Besos

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  2. Esta novela de Santamarina habla de España pero podría ser de Argentina, Colombia o México, ¡Qué tristeza! Leí Plenilunio hace unos años, una novela terriblemente cruda, y justamente una de las cosas que más me gustaron fue la denuncia de la Televisión basura: infames programas-espectáculo, vergonzosos y ruines que lucran con la desgracia humana.

    Es un placer tener este libro presentado por ti en nuestro club de lectura y más, como compañero de viaje.

    Abrazos

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