Siempre sorprende la amapola. Algunos pensarán que necesita ser símbolo de algo. La descubro cada año como si fuera el primero, como en la infancia en los solares de mi barrio. Allá cuando pensaba que el mundo tenía aún arreglo. Esta flor no admite jarrones.
Tiempo este de amapolas. Qué extraño es todo en estas tierras en las que el ser humano se empeña en poner jarrones y valores a las cosas. ¿Cuánto vale una amapola?
Tiempo este de amapolas. Qué extraño es todo en estas tierras en las que el ser humano se empeña en poner jarrones y valores a las cosas. ¿Cuánto vale una amapola?
Vale tanto como la más valorada de las flores. Lo que le pasa a la amapola es que como siempre está ahí, fiel a su cita de cada año, la gente acaba por no darse cuenta de su presencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarMe encantan las amapolas. No soportan que les cambien su paisaje.
Un abrazo.
Están en mi retina desde siempre, huespedes en los trigales por los que trotó mi infancia... aunque no son buenas para los trigos, embellecen el campo...
ResponderEliminarBueno, me entró la nostalgía del ayer a través de tu foto y de tu texto...
¿Cuánto vale una amapola? Tal vez un millón de recuerdos...
Abrazo.
Mejor escrito: huéspedes...
ResponderEliminarVale....lo que dura su fragilidad.
ResponderEliminarQuerido Pedro, una amapola vale tanto como una vida.....porque ES VIDA!
ResponderEliminarbella por eternidad. Vislumbrar un campo de amapolas es admirar la manifestación de Lo Superior para gozo y gloria de todos nosotros.
Un abrazo con nostalgia....
Ali
De la mano de las amarillas, crecen en cualquier parte.Y se ríen de los jarrones y de los amigos de las banderas.
ResponderEliminarSu fragilidad es su fortaleza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto que sorprenden siempre, como una salpicadura de sangre ajena, llamada que nos concierne íntimamente.
ResponderEliminarA ver, a ver quien es el guapo que no entra al trapo si te cita un campo de amapolas inflamado de primavera.
ResponderEliminarSoy una enamorada de estas flores de apariencia delicada. Para mí, un valor incalculable.
ResponderEliminarMe gustó tu post. La de la foto es muy bonita. Besos. Alma sensible.
ResponderEliminar¡No me digas que ya nuestra tierra está llena de amapolas y yo me los estoy perdiendo. Espero que duren una semana más
ResponderEliminarTe dejo mi haiku
Cada amapola
en sinfonía roja,
tiene su nota
Besos
Hay un lugar al que regreso cada año, a los jardines de Monet, y entre otras cosas, para nada más llegar, contemplar su maravilloso e inigualable campo de amapolas...
ResponderEliminarAy!
Besos, Pedro.
Para mí valen muchísimo, precisamente por eso, por su condición de "salvajes y hermosas". No admiten jarrones, no resisten que nadie las corte porque en seguida pierden su esencia.
ResponderEliminarHace unas semanas, cuando fui a Urueña, y las vi por primera vez este año (por mi zona hay muy pocas) sentí una agradable sensación de placer y alegría renovadas.
Mis palabras son siempre las mismas: Para, para el coche que tengo que ir a ver las amapolas. Y las fotografío y me maravillo de lo hermosas que son. No me canso de mirarlas.
Y cuando estoy muy triste, las amapolas de mi cabeza sangran, pobrecillas, así lo escribí hace poco:
en todos los campos
que puedo imaginar esta noche
sangran las amapolas
biquiños,