He tenido mis dudas a la hora de incluir esta obra de Cadalso entre las lecturas: un texto muy conocido de título pero poco leído, de un autor mal entendido casi siempre. Un texto que no se editó en vida del autor sino tras su muerte, cuya primera edición sale en una publicación periódica y que tarda en imprimirse en volumen independiente. Que, además, está incompleto y puede tenerse como una imitación sin más de los Nights thoughts de Edward Young (1742-1745) o declararse el arranque del romanticismo español. Un texto que en su día despertó desasosiego porque no se sabía bien cómo encuadrarlo ni qué era pero que fue devorado por los jóvenes románticos españoles de principios del siglo XIX.
Las Noches lúgubres de Cadalso debieron escribirse entre los meses finales de 1772 y los primeros de 1773. Por unas razones o por otras, Cadalso dejó incompleta la obra y eso, junto al argumento y los rumores sobre su vida y las relaciones con la actriz Ignacia Ibáñez (muerta en abril de 1771), la convirtieron en una especie de obra de referencia para los románticos españoles de las décadas siguientes. Tuvo éxito editorial y contó con continuaciones que completaban la parte que Cadalso dejó sin escribir. Durante mucho tiempo se dio por segura la leyenda que convertía el texto en un relato autobiográfico en el que el autor confesaba de forma literaria haber desenterrado el cadáver su amada para llevarlo a su casa. O haberlo intentado, al menos. Y esto pudo contribuir al éxito de la obra pero no a su entendimiento.
Deberíamos comenzar por ajustar mejor los tiempos. Hasta hace unas décadas se clasificaba sin ninguna duda a Cadalso como un ilustrado más y un neoclásico en lo artístico. Sin embargo, la aparición de un estudio fundamental de Russell P. Sebold (Cadalso, el primer romántico "europeo" de España, 1974) ajustó su personalidad con su tiempo. Cadalso tuvo una formación exquisita y dominaba varios idiomas. Siguiendo la moda entre los jóvenes ricos europeos de su época, tras finalizar sus estudios realizó viajes por el extranjero que le permitieron conocer de primera mano las nuevas manifestaciones artísticas y la sensibilidad que terminaría conociéndose como romanticismo. En sus obras podemos reconocer esa época de cambio: algunas tendrán la estructura y la forma del neoclasicismo pero contienen dentro ya la cosmovisión romántica y otras solo podrán ser entendidas dentro de esa nueva forma de mirar el mundo. De hecho, las Cartas marruecas contienen una visión de España y de lo español de raíz liberal y plenamente común con los planteamientos que darán lugar a la Constitución de Cádiz, por ejemplo. En la carta III escribe una síntesis de la historia española que podría haber firmado sin más cualquier liberal romántico del siglo XIX.
Tenemos aún demasiados prejuicios con lo que pretendieron aquel puñado de ilustrados españoles de finales del siglo XVIII. De hecho, cuando los leemos nos sorprende la modernidad y actualidad de sus planteamientos, que supieron dejar en evidencia los males de España, varios de los cuales son los mismos que padecemos hoy. Soy de los que participan de la corriente de opinión de que la historia de España se hubiera ahorrado tanta decepción y miseria como ha sufrido si se les hubiera hecho más caso. Si ese grupo de personalidades (Cadalso, Jovellanos, Moratín, Goya, Martínez Marina, Quintana, etc.) que estaban a la altura de los mejores pensadores y artistas europeos hubieran tenido mejor fortuna y se hubieran hallado con unos gobernantes mejores y una coyuntura social aceptable. Pero la historia vino como vino.
Cadalso merece que volvamos a él. Que sigamos el trascurso de su vida, azarosa y plena y con circunstancias que en otro país le hubieran llevado a ser todavía hoy un personaje muy popular y conocido. Y que leamos sus obras. En especial, Los eruditos a la violeta, en donde ridiculiza un tipo social que no ha dejado de estar de moda; las Cartas marruecas, una lección para comprender España desde una perspectiva pegada a Cervantes, la ilustración y el liberalismo. Y las Noches lúgubres, para comprender cómo supo entender la mente humana cuando se descompone víctima del sufrimiento por la pérdida de un ser querido y se adentra en la locura. Cadalso no la terminó: si hacemos caso a la leyenda, porque recuperó a tiempo la cordura y se dio cuenta de que no podía continuarla; si aceptamos la clasificación tradicional de las épocas culturales, porque la escribía antes de que hubiera llegado su tiempo, incluso en la forma en la que se mezclaba la novela dialogada con rasgos propios de una obra escenificable; yo pienso que la dejó sin terminar porque es una obra que no necesita ser terminada. El fragmentarismo es parte esencial de la estética romántica y la fuerza de su argumento (ese personaje que quiere desenterrar el cadáver de su amada, acostarse junto a ella y prender la casa entera) tanta que impulsa inevitablemente al lector a rechazarla en la primera página o a querer continuarla e inventarse su propio final.
De la obra hay suficientes y acreditadas ediciones en papel. Además, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes tenéis un magnífico portal dedicado al autor dirigido por Juan Antonio Ríos Carratalá, experto en la época. En él hallaréis una semblanza biográfica, una recopilación de estudios sobre el autor y su obra y una excelente edición digital de las Noches lúgubres a partir de la del Correo de Madrid (diciembre de 1789-enero de 1790) y una oportuna reproducción digital de la edición de Barcelona 1798 (que fue la primera edición en volumen).
Noticias de nuestras lecturas
Confieso que he tenido que reescribir urgentemente mi entrada de hoy tras leer la primera que dedica Pancho a la lectura de la obra de Cadalso: a él os remito para que podáis leer una introducción acertada a la época, al autor y a la obra. Y remata con Bambino, que no es moco de pavo.
Coro Entreaguas redacta una entrada tan buena, oportuna y atractiva para comenzar esta lectura que solo os pido que no os la perdáis.
Coro Entreaguas redacta una entrada tan buena, oportuna y atractiva para comenzar esta lectura que solo os pido que no os la perdáis.
Mª Ángeles Merino da cuenta por extenso de lo ocurrido en el encuentro que los lectores tuvimos con Óscar Esquivias para celebrar esta lectura. Me ahorra el trabajo. Solo me resta dar las gracias al autor por acercarse y compartir con nosotros esa hora y media que duró el acto más la cena posterior.
Samuel Pérez Gutiérrez escribe su tercera entrada para dar cuenta de sus impresiones sobre el volumen de cuentos de Esquivias y el encuentro con el autor mantenido el pasado jueves.
Luz del Olmo nos ayuda a comprender mejor lo que se nos cuenta de la Yoli, uno de los personajes inolvidables de este libro de relatos.
Luz del Olmo nos ayuda a comprender mejor lo que se nos cuenta de la Yoli, uno de los personajes inolvidables de este libro de relatos.
Recojo en estas noticias las entradas que durante la semana han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.
Muchas gracias por la entrada Pedro. Con este escrito y los enlaces resultará más fácil enfrentarse a una obra y a un autor tan especiales. Visto así, el mes se queda corto, porque apetece leer su biografía, Las cartas marruecas y alguna cosita más. Haremos lo que podamos.
ResponderEliminarA leer se ha dicho,
ResponderEliminargracias Profe por tu lúdica apuesta
un abrazo
Como casi siempre en cuestiones literarias tienes razón en que a Noches lúgubres se le conoce de la carrerilla que aprendíamos en los años de estudiante y poco más. Por algo y para algo tenía que servir ser "followers" de La acequia.
ResponderEliminarNo solo venían extranjeros europeos a España a contemplar el atraso y el exotismo para ellos, tan modernos, de nuestras costumbres, también había estudiantes españoles que se iban a aprender en sus colegios y estrictos internados y universidades. Cadalso sería un hecho excepcional, pero de excepciones se compone la historia. A menudo no sabemos valorar la contribución de nuestros antepasados al curso de la historia. No creo que exista un país en el mundo en que se ataque tanto todo lo que consiguieron los que habitaron estas tierras antes que nosotros. Leyendo esta obra los relatos tenebrosos de Allan Poe tenían padre y madre desde hacía varias décadas.
A veces los estudiantes hacen pensar a los profesores, pero en esta ocasión fueron las biografías de las que tomé los apuntes de la entrada, hay más bien poco de cosecha personal.
Un abrazo y gracias por estas lecciones de literatura que nos das de forma gratuita y desinteresada.
Es el típico libro del que tuve noticia en mis tiempos de estudiante y opositora y que nunca se me hubiera ocurrido leer por propia iniciativa. La leyenda para mí no era tal leyenda, convencida estaba de que Cadalso desenterró a Ignacia y luego fue y lo contó. En algún libro de texto o apuntes de los míos figuraría así. A saber.
ResponderEliminarNo me puse a escribir sobre Noches lúgubres. Me llevó mucho tiempo la crónica de Andarás perdido por el mundo, trabajo de chinos que hice muy a gusto. Pero he leído hasta los gusanos...ya me entiendes.
No, tranquilos mis visitantes del blog, no me voy a ir de paseo con el de Cadalso, de gira por el cementerio de mi ciudad. No soy de pisarlo, ni siquiera a llevar flores a la tumba de mis seres queridos. Las flores me gustan para los vivos, son vida, Soy de la opinión de que ahí no hay nada que merezca la pena, vestidos viejos, nada más.
No sé si Austri querrá comentar el libro conmigo, aquella ínclita profesora del Insti dejó huella, no digo de qué clase. A ver si la convenzo. Creo que le gustará más leer Cicatriz.
Un abrazo, Pedro.
Pues, me alegro de que tuvieras que reescribir la entrada,
ResponderEliminarporque lo que dices es muy interesante. Estoy en la lectura
de la obra. No creo que escriba sobre ella, pero leer, la leo.
Y seguir, te sigo.
Besos
Pues que bien que se hayan disipadas tus dudas y hacerme saborear el placer de asomarme de nuevo a Cadalso.
ResponderEliminar¡A veces , muchas veces me sorprendes con tus genialidades!
¡GRACIAS!!!!