En los últimos meses, el crecimiento en España de los negocios basados en el modelo de la franquicia es uno de los fenómenos sociológicos más interesantes que cualquier paseante de nuestras ciudades puede constatar. He dicho sociológico y no comercial: la franquicia como modelo de negocio es algo que viene de lejos y no entraña novedad alguna. Lo que sí es novedad es su extensión en un período tan corto y la entrada en él de muchas personas sin experiencia comercial alguna en el sector en el que se embarcan al contratar una franquicia. Las cifras de desempleados en España, la promoción de una extraña cultura de emprendedores, la urgencia en salir de los apuros económicos y la poca formación empresarial explican parte de este fenómeno.
En mitad de la crisis económica, muchos de los desempleados españoles han preferido capitalizar el paro y montar un pequeño negocio por su cuenta. También muchos agentes de negocio locales desesperados ante la destrucción del tejido empresarial e industrial tradicional. Por una parte, la situación económica ha agobiado a muchas familias que necesitan una salida rápida de su difícil situación económica; por otra, existe una fuerte presión mediática y política para que todos ellos se hagan emprendedores, concepto casi mágico en algunas bocas neoliberales y que esconde trampas que jamás se le confiesan al que decide seguir este camino sin la formación adecuada. En España, el pequeño y mediano empresario apenas tiene una formación empresarial digna de ese nombre porque, simplemente, jamás ha interesado ni social ni políticamente su inserción en el currículum escolar ni en otros ámbitos de la formación de adultos. El pequeño y mediano empresario español funciona, por lo general, más por tradición familiar o por intuición. Son pocos los que, tras capitalizar el paro, conseguir algún tipo de financiación o embarcar a la familia en la aventura, han montado la empresa desde cero: mayoritariamente se adquiere el traspaso de un bar, un pequeño restaurante o se contrata con una marca establecida una franquicia. El mundo actual parece demandar la urgencia en consolidar un pequeño negocio.
No hay nada ilegal en una franquicia. Tampoco es, en sí mismo, un modelo de negocio malo. Ha funcionado desde los inicios del comercio: alguien inventa una cosa o un modelo de negocio y vende el producto o la idea a otra persona para que lo venda o instale en unas condiciones determinadas de exclusividad o temporalidad. Este modelo de negocio sí tiene algo de perverso en la extensión en la que se produce hoy y las consecuencias comienzan a verse por todo el mundo en su nuevo formato que, además, abarca ya casi todos los sectores comerciales:
- Por un lado, el negocio de las franquicias actuales tiene mucho de estructura piramidal. Su sostenibilidad se basa en su extensión creciente. Cuando esto deja de producirse, la marca queda estancada atrapando en las deudas a los franquiciados, no a los dueños de la marca. Cuando la marca comienza a tambalearse, el franquiciado tampoco tiene capacidad propia de reacción puesto que contractualmente está obligado a mantener el negocio según las directrices generales, sin innovaciones ni introducción de diferencias marcadas por lo local o su capacidad de ingenio empresarial. De hecho, el franquiciado inteligente y con éxito suele durar poco en la franquicia para saltar a su propio negocio.
- El modelo actual de las franquicias no puede pretender la exclusividad como hasta ahora. En la misma calle puede haber dos o tres franquicias correspondientes al mismo sector, con el mismo modelo de negocio y el mismo sector de público. En la práctica, tras una idea brillante vienen varias marcas que la copian y se aprovechan de su éxito de tal manera que a veces es difícil de diferenciar una marca de otra. La competencia es feroz y se basa en la inestabilidad, el negocio rápido más que el sostenible en el tiempo. Es un tipo de comercio muy agresivo tanto para el franquiciado como para el público, aunque ninguno de los dos sean conscientes de ello en principio. El haber sido el primero en poner un establecimiento en la calle no te da garantía de éxito frente a tus competidores futuros, casi al contrario, porque este negocio se basa en crear una necesidad rápida y de moda en el público y las modas, todos lo sabemos, cambian a mucha velocidad hoy.
- Las franquicias actuales suelen arrasar todo lo que hay cerca. En las ciudades en las que se asientan provocan el cierre masivo de negocios tradicionales: panaderías, heladerías, tiendas de ropa, mercerías, papelerías, imprentas, cerrajerías, etc. La consecuencia es evidente y cualquiera pueda constatarla: en todas las ciudades encontramos los mismos negocios, los mismos productos. Y en todas las ciudades todo es idéntico en estas franquicias: la decoración, el uniforme de los dependientes, su forma de actuar, los sabores, los olores. No hay espacio para lo local. Ni siquiera en las franquicias de alimentación se compran los productos en los mercados locales. No importa ya en la ciudad en la que estés. el paisaje es siempre el mismo. Algunas franquicias han conseguido el éxito más perverso de todos: que los turistas las busquen en otras ciudades y se sientan como en casa sin darse cuenta de que para eso se podrían haber ahorrado el viaje. Hay turistas que coleccionan productos de franquicia de todas las ciudades que visitan. No importa que la marca no sea de su nación, pero les ha aficionado a esos sabores o a ese tipo de ropa o productos de papelería. Aunque no sean especialmente buenos, no importa.
Allá donde este mundo económico basado en la nueva modalidad de la franquicia lleva un tiempo instalado muestra también las consecuencias: barrios enteros con los negocios tradicionales cerrados; franquiciados desesperados puesto que se han endeudado para abrir el negocio y su situación es peor que antes; desaparición de la cultura local en el empresariado. De hecho, cuando una franquicia cierra por la razón que sea, los barrios en los que se había instalado tardan años en recuperar los negocios que cubrían ese sector, si es que lo hacen alguna vez. Y, lo que es peor: se crea un público acostumbrado al Mundo Franquicia. Este público ya no demanda cosas locales sino comida, ropa, yogures, bebidas, elaboradas igual en cientos de ciudades, en locales exactamente iguales en los que suena la misma música, se huelen los mismos ambientadores y atiende el mismo tipo de dependiente. El Mundo Franquicia es lo que es: un modelo de negocio rápido que atrapa al franquiciado medio en una espiral de deudas y que contribuye a modelos únicos de vida a los que se nos conduce sin una reflexión previa. La próxima vez que nos preguntemos cuándo hemos cambiado tanto o cuándo hemos comenzado a comportarnos de manera diferente a nuestra cultura deberíamos hacer memoria del primer día en el que cruzamos el umbral de uno de estos negocios basados en las modernas franquicias.
acá hace muchos años se instaló este tipo de negocios, y la verdad es que a algunos les fue bien y a otros no muy bien, pero en ningún caso se cierran los otros negocios , acá las personas ,si bien tenemos mucha influencia por los gringos , igual tenemos aprecio y celo por nuestras propias costumbres, así que todo convive y se hace un multicolor panorama, incluyendo la de los colonos y los pueblos originarios
ResponderEliminarbss
En Aranda publicitan 200 nuevos negocios al abrigo de la nueva edición de Las Edades del Hombre. Ya veremos cuáles y cuántos son distintos y sostenibles una vez cierre el evento, y aun durante él.
ResponderEliminarProvengo de una familia de tenderos y me asombro de esas personas que piensan que una tienda puede llevarla cualquiera, que sólo es acertar en el producto y en el local. Luego está esa perversa evangelización neoliberal que predica el que todo es posible si lo intentas con todas tus ganas y utilizas todos tus recursos.
ResponderEliminarComo dices, la franquicia es un negocio perfectamente legal y legítimo dedicarse a ello. También estoy de acuerdo en cómo oplanteas la "fiebre de emprender" que afecta a las administraciones públicas, incapaces de afrontar los estragos del desempleo con otros medios.
ResponderEliminarEl resultado son ciudades y pueblos adocenados, todos iguales, una eliminación atroz del comercio tradicional, de esa estructura económica y social que proporcionaba comunidad y cercanía a los habitantes de barrios, pueblos y ciudades.
Ahora no queda otra que abogar por un consumo responsable en el que primen otros valores por encima del precio, puesto que este modelo, se ha comprobado de manera fehaciente, lleva a la ruina de nuestros entornos urbanos y sociales.
Saludos!
Mundo uniformado.
ResponderEliminarQuerido Pedro, se me permites , sugiro que quando escreveres sobre estes temas fales na Ibéria, porque tudo quanto aqui dizes aplica-se a Portugal...e , como sabes, não é a primeira vez que to digo.
ResponderEliminarO empreendedorismo está tão de moda neste capitalismo selvagem que nos desmancha a vida que o ministro da Economia português( que conseguiu , por interesse próprio a isenção da cerveja da taxa sobre bebidas alcoólicas )já propôs, como disciplina do ensino secundário uma disciplina com esse nome!
Estamos a caminhar para a Nova Ordem MUndial, há tanto preparada pela Banca sionista e que o Banco judeu Goldman-Sachs já começou a concretizar ao colocar os seus homens de mão em lugares cruciais de decisão na Europa!!
Besos, amigo mio
Lo has explicado excelentemente Pedro... sobre todo al resaltar que estos negocios tienen mucho (muchísimo) de estructura piramidal...
ResponderEliminarSurge como un elemento más dentro de lo que es un caótico, además de inhumano, sistema productivo y económico... mientras no cambie el patrón o modelo, entrarán en el sistema elementos nuevos y saldrán de él otros ya amortizados...
El conductismo del poder económico: maquina una idea, la teoriza, la introduce en la máquina mediática y la convierte en dogma... y voilà:"el precio injusto" y todos aaaaaaa jugaaaaar.
Tal vez algún día nos empecemos a preguntar por cuáles son las bases de la economía (qué clase de convencionalismo es), por a qué obedece el precio de las cosas y servicios (por qué ha de haber un precio)y de dónde derivan estos conceptos (no me atrevo a poner lo que pienso sobre ello sin explicación extensa por si diera lugar a malos entendidos)... no sé si estamos a años luz de ello o al poco tiempo que dura una mala bombilla.
Un abrazo.
"Las franquicias actuales suelen arrasar todo lo que hay cerca." Completamente cierto, no me gustan nada, en cuestión de negocios los centros de las ciudades se están unificando, aquí en Alemanía las tiendas tradicionales brillan por su ausencia, y peor aun es en los EEUU, allí prácticamente todo es franquicia y el comercio y la gastronomía se ha trasladado todo a las famosas "shopping malls", centros comerciales gigantescos casi siempre fuera del casco urbano, las ciudades se mueren por dentro, absolutamente deprimente. Las franquicias son para la mayoría, sin lugar a dudas, un empobrecimiento. Excelente artículo, gracias.
ResponderEliminarpor lo que entiendo las franquicias son como sucursales de un comerciante mayor, por lo tanto eslabón débil para afrontar los perjuicios y eslabón fuerte para darle de ganar a un poderoso
ResponderEliminar.
me sorprende que desde las autoridades digan que España va bien y aún tiene el 25,5% de desocupación
(por suerte para dichas autoridades, generalmente los desocupados no tienen rebeldía, sino...millones)
el abrazo de siempre
Como tú bien has dicho, Pedro, las franquicias se basan en el modelo piramidal. Es decir, sólo gana el que está en la punta. Que es precisamente, el que no trabaja. Suelen ser personas que tienen mucho dinero, tanto, que tienen que meterlo en algún sitio, así que deciden comprar una franquicia. Y cuando ya se han forrado, a consta de, literalmente, el sudor de otras personas, pegan el salto, y les dejan con el "pufo".
ResponderEliminarSuelen ser además negocios de artículos que yo llamo "chuminadas", es decir, buenos para nada.
Ahora la moda es la de los complementos de señora. Venga collares, pendientes, pulseras. Cuanto más brillantosos, mejor. Ya no es que hagan una competencia feroz, porque tiran los precios, es que encima están convirtiendo nuestro país en el país de los horteras.
En cuanto a la alimentación. Lo adornan tanto, que parece que te dan algo, y luego te das cuenta que todo es goma-espuma. En esto las tiendas de los chuches de los niños y no tan niños, se llevan la palma. Sólo ver los colores que tienen, te preguntas ¿moriré envenenado?.
En cuanto a lo del picoteo, uuuf. Cuando te dan un pincho de algo rebozado, te da por pensar y ésto, ¿qué será?
Horarios interminables de apertura a cambio de unas monedillas, que le quedan al que ha cogido la franquicia, pues la mayor parte de la ganancia se lo lleva el que, ni ha pisado el local.
Es el esclavismo pintado de colores chillones, para que parezca todo muy chic.
Estoy de acuerdo en casi todo, como casi siempre también. Me pregunto si hay franquicias de librerías, aquí o en el extranjero, o de los museos. Juraría que también.
ResponderEliminarUn abrazo
A eso llegamos, visto un centro comercial vistos todos, incluso los de otros paises.
ResponderEliminarY la falsa competencia, porque distintas tiendas de ropa con distintos nombres son de la misma empresa.
Aborregados, cada vez más.
Abrazos.
Creo que a PIRAMIDAL ya no hay que añadirle nada.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy interesante. Hace unos meses, paseé por una calle muy familiar por la que no transitaba en años, y no la reconocí por estar cuajada de este tipo de comercios. Antes, sus escaparates albergaban el comercio tradicional, pero todo eso ha desaparecido. La calle ya no es mi calle.
ResponderEliminarHay que dar un premio a los franquiciados (y no franquiciados que ponen su negocio) porque, contra viento y marea, arriesgan dinero, tiempo, sueño y sueños en estas aventuras tan procelosas.