El día en el que me quitaron la vida no sentí nada. Fue hace años. Vinieron por la noche los mercaderes. Hicieron almoneda con mis cosas y hallaron la caja fuerte en la que estaba encerrada. Aprendí que las cosas importantes son siempre las que uno puede llevar consigo en un caso de alarma.
Gostei do texto, mas acho-o inquietante.
ResponderEliminarBons sonhos, querido amigo mio
qué buena definición para lo que es realmente esencial!
ResponderEliminarLigero de equipaje. Como los peregrinos y los hijos de la mar.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro. Esperaba dártelo en persona. Ya llegará.
Sobrevivimos a varias muertes en nuestra vida. Yo ya tuve dos.
ResponderEliminarBesos
Qué acertado lo que has dicho!
ResponderEliminarY nos quitan la vida por ilusos, por creernos precavidos, cuando es todo lo contrario- Efectivamente, lo esencial lo llevamos siempre encima, tanto tramos, tanta materia superflua...
Tengo que hacer limpieza en mi "casa", en la de dentro y en la de fuera, pero parece que el momento no me encuentra, aunque yo no pueda ponerme a buscarlo ahora, él tampoco viene a mí...
Un beso de auténtica almoneda!
;)
Excelente reflexión llena de verdad, ojalá pudiéramos hacer ese ejercicio y salir airosos. En caso contrario, habrá que cambiar algo esencial, nuestro yo interior.
ResponderEliminarBesos.
Pero sólo somos conscientes de eso cuando nos ocurre.
ResponderEliminarBesos
Lo raro, raro es vivir. Más que esta entrada tan tenebrosa e incandescente como un amanecer en llamas.
ResponderEliminarUna buena lección nos transmites, Pedro.
ResponderEliminarUn beso.
Cuando tengo miedo de que yo pueda cesar de ser
ResponderEliminarCuando tengo miedo de que yo pueda cesar de ser
Antes de que mi pluma haya espigado mi atestado cerebro,
Antes de que altas pilas de libros, en caracteres,
Guarden como ricos graneros el grano totalmente maduro;
Cuando contemplo, sobre el rostro estrellado de la noche,
Símbolos inmensamente confusos de un gran romance,
Y pienso que puede que no viva para trazar
Sus sombras, con la mano mágica del azar;
Y cuando siento, ¡encantadora criatura de una hora!
Que nunca más podré pensarte
Nunca gustar del poder idílico
Del amor irreflexivo; así, en la orilla
Del ancho mundo quedo solo y pienso,
Hasta que amor y gloria en la nada se hunden.
(John Keats)
entonces no te quitaron la vida PEDRO, solo tomaron cosas y ya se sabe las cosas cosas van y vienen
ResponderEliminaruno es apenas un respiro en el paso de los días
una gavilla entre todo el fardo
besos y bien fin de semana
De esto saben mucho los inmigrantes que han de abandonar su vida y todos los recuerdos y llevarse en una pequeña maleta su mundo.
ResponderEliminarTienes razón Pedro no se puede guardar la vida en una caja fuerte hay que llevarla encima.
ResponderEliminarMuy buena reflexión, gracias por compartirla
ResponderEliminarcariños
Sólo lo justo...
ResponderEliminarEso es.
Besos, Pedro.
La vida y sus lecciones y nuestras elecciones...
ResponderEliminarLa mayoría de las veces nos perdemos dándole valor a lo que no tiene y olvidamos lo esencial.
ResponderEliminarBuena reflexión y la foto me encanta.
Un abrazo
Luz
Ya lo sabes de sobra, pero el punto de vista de esta entrada es el mismo que el del protagonista de "La lluvia amarilla", si no recuerdo mal, alguien que ya está muerto. Siempre me ha parecido original, en fin.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto, pero son tantas las importantes y tan escas nuestra capacidad que lo mejor es disfrutar de ellas mientras sea posible.
ResponderEliminarUn abrazo