Sé que no importa, pero a algunos nos merece la pena haber llegado a ese momento justo en el que se rompen amarras, en el que todo se juega a una carta y debemos reconocer que hemos perdido para siempre. No sé si todos lo hemos sentido, hace demasiado tiempo que yo ya no sé nada, pero conozco a muchos que se han detenido al borde mismo de ese abismo que se concentra en la boca del estómago, por miedo o por prudencia, cuando todo indica que ya nada tiene remedio y que por mucho que se haga la vida entera nos ha girado para siempre. Si nos salvamos, quizá nos pasemos el resto de la vida intentando olvidar ese tiempo en el que ni siquiera pudimos contar las horas, que nos atropellaban, pero sentir ese desgarro merece todo el tiempo que nos reste porque al menos habremos vivido con la intensidad necesaria para conocer cómo uno puede destruirse por dentro sin querer evitarlo. Como el marinero de La dama de Shangai, sabremos que hemos estado allí cuando todo el Caribe ardía.
ese instante
ResponderEliminares el vértigo absoluto
buena jornada Pedro
besos
¿Y por qué no soltar amarras, virar a estribor y en la galeaza, enfilar al Mediterráneo; a una costa serena, siempre asoleada, y tomarse un daikiri, bajo un datilero?. El Caribe tiene eso, que a veces quema.
ResponderEliminarBesos
Es necesario sentir ese desgarro porque si no lo intentas siempre resultara una asignatura pendiente y yo quiero....por lo menos "aprobar la vida".
ResponderEliminarVocê brigou com a namorada?
ResponderEliminarCuando todo el Caribe ardía... difícil hubiese resultado no quemarse por una mujer de ese calibre.
ResponderEliminarY sí, siempre he creído que nada merece la pena en esta vida, salvo haber intentado al menos vivirla intensamente y eso pese a la autodestrucción que conlleva en algunos casos.
Peor hubiese resultado frustración y resignación.
Besos, pedro.
Gran cinta ésta, Wells tintando a Rita y acentuando su lado Femme fatale... Quién se hubiese resistido?? Si ni él mismo fue capaz...
;-)
nos ha tocado ser el mismo protagonista
ResponderEliminarsaludos Profe
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
ResponderEliminarpide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
C. P. Cavafis. Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
C. P. Cavafis. Antología poética.
Alianza Editorial, Madrid 1999.
Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña
Ulises, atado al mástil, escucha el canto de las sirenas (Cerámica griega)
Buenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarHace más de un año, -después de leer su entrada: juego de espejos
busqué mi programa de cine correspondiente a la película La dama de Shangai.
Señalo una frase del protagonista: ...” solo envejeciendo es posible librarse de las complicaciones”
Saludos
Una, que anda en ese momento que describes(como la necia polilla acercandose a una vela) te dice GRACIAS
ResponderEliminarPalabras precisas en el justo momento
Un abrazo amigo
quien huye porque el precipicio se le acerca
ResponderEliminarno tiene valor , solo es un apostador de certezas y yugos rígidos
el hombre libre se arroja y te aseguro... vuela!
besos y buena jornada
Querido amigo mio, tudo tem um preço...por vezes alto.
ResponderEliminarQue estejas bem!
La vida es un camino incierto, en el que, algunas veces, nos detenemos por temor a seguir andando, pero no queda más remedio, que seguir, aunque el camino no sea el adecuado.
ResponderEliminarUn beso.
un legañoso levanta por aquí el gallo cuando tendría que tener el belfo trincado. Basca me da su burrajo.
ResponderEliminarMis respetos, profesor
Mi Señor Ojeda,
ResponderEliminarMarga-Rita Carmen, pidiendo a Welles en la última escena, que no la dejara allí tirada, sola y muerta de miedo; era un sarcasmo de su propia vida en la voz de Brel “ne me quitte pas”; película “La Dama de Shangai” con la que intentó ayudar y reconciliarse con su marido en mitad de un divorcio, divorcio que irónicamente duró más que su vida en matrimonio, para que finalmente su esfuerzo no sirviese para nada, bueno para dejarnos eso sí, The Lady of Shangay.
O bien, fue una terapia forzada, entre “the brain & the beauty”, (porque Orson supo de su boca, su pasado de incesto y luego como su anterior ex-marido de 40 y ella 18, la ofrecía como muestra de catálogo a productores, para conseguir contratos), porque es trágico interpretar un rol contrario al de tu vida, ella que al parecer era de carácter dulce y bueno; ella que fue siempre la abusada en el trabajo y sexualmente, manejada, utilizada como una cosa, una inversión comercial, un producto manipulable, transformable, de usar y lavar, y además como se dice hoy, también como imagen femenina: ‘cosificada’.
Su papel como Gilda (que todavía le faltaba por rodar) la cosificaría hasta el Olimpo de Hollywood, cielo y pin-up-bomba, e infierno para ella. Chica pin-up, de un glamour que odiaba, como hacer películas, aunque rodar y bailar, fuesen a la vez cárcel y libertad.
Ella se reconocía, tímida, con complejo de inferioridad, porque ni siquiera la dejaron estudiar más de primaria, y solo recuerda bailar y bailar desde los cinco años, luego a trabajar y trabajar, a las órdenes primero de su padre, luego de unos y de otros. Sí, fue una estrella de verdad, bueno, estrella de Hollywood. Sí, llegó a parecer que lo tenía todo, y llegó a perder incluso la apariencia.
Sin duda en sus películas con Fred Aster y Kelly, se le nota que disfruta, y reconocía que eran las únicas donde se reconocía ella, en el resto, aquella femme-fatal icono de los 40, le hacían reír, según decía, por ser lo contrario de ella, porque Rita anhelaba y deseaba amor, ser amada y vida familiar “normal” y jamás la tuvo, ni en su familia ni con sus cinco matrimonios, ni en su corta etapa de Princesa verdadera y engañada.
Así que de lo que Usted habla, Señor Ojeda, hay sobre todo mujeres; como lo fue la Hayworth que en sobrados momentos de su vida, pasó por momentos en que se iba destruyendo por dentro sin querer evitarlo. Vivir intensamente es lo que tiene, que si el “intensamente” pesa más que “el vivir” y se sitúa en el infierno en lugar de en el paraíso, ese vivir, puede pasar a ser un un sin-vivir, nada recomendable, por mucho que uno tenga que contar de la vida, si te queda memoria para hacerlo.
ResponderEliminarRita Hayworth, seguro que hubiese cambiado toda su “fama” por optar a la frase con la que acaba el protagonista y menciona Gelu “solo envejeciendo es posible librarse de las complicaciones” para ella su madurez, fue acompañada por una enfermedad (entonces apenas conocida o/y diagnosticada) Alzheimer, así que tuvo que dejar de trabajar cuando ya, ni con notitas, recordaba el guión, y empezó a olvidar las cosas, incluso que tenía amigos o hijas o que fuese famosa, lo peor es que además cayó en el alcoholismo, así que peor que como a una enferma se la trató en aquellos años como un deshecho, y ya sabemos que en Hollywood solo se es ídolo o cuando estás en lo más alto o cuando estás muerta, ella murió de a pocos, demasiado joven como Rita y demasiado tarde como Margarita.
En un libro sobre Rita Hayworth ya en los años 70, le preguntaron si le parecía bien un largo título donde se referían a ella como “girl” y dijo que sería mejor que pusieran “woman”, porque “girl” ella nunca lo había sido. Aunque yo me quedo con una frase de Welles, en la que decía que Rita era de verdad una belleza cuando se quitaba el maquillaje. O quizás mejor, otra de la propia Margarita, donde decía que los hombres se van a la cama con Gilda y cuando se despiertan se dan cuenta que allí solo está Rita y es que, ni pudo ni podemos ser ninguno, "Gilda" todo el tiempo.
Suyo, Z+-----
Nada se pierde del todo, los gestos los recuerdos, los buenos momentos, incluso las penas pasadas y por tanto bien perdidas, pueden ser un buen motivo.
ResponderEliminar¡A que sí!
Ya no la recuerdo. Debería revisitar esta película.
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