A veces quiero morirme. Sentarme junto a este río y morirme. Serenamente, oyendo cómo el agua decanta los colores hasta quedarse con la sílaba precisa del silencio en el remanso. Dejarlo todo, sentarme sobre la hierba húmeda y sentir su frescor en la palma de la mano, arrancar una espiga aún verde y tierna y llevarla a los labios. A veces quiero morirme llenando los ojos de toda la vida que habita en la ribera del Cuerpo de Hombre, labrada en la piedra y en la feracidad de ese misterioso caudal de ecos. Es solo un minuto que se eleva al punto exacto de la lágrima que no cae pero debería. Pero hay que recoger, levantarse, sacudir el pantalón y seguir adelante. Recordando el punto exacto en el que uno quiso morirse, ese metro cuadrado tan preciso que es el relato más cierto de una vida y el reclamo de su muerte.
morirse es la culminación de todo verbo
ResponderEliminarasí ese metro cuadrado estará reservado para el que lo precise
el río sigue sin reparar en su orilla ni en sus recodos
besos
El susto que me has dado con el titulito.
ResponderEliminarBesos, Pedro.
...recoger, levantarse, sacudir el pantalón y seguir adelante.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Eso sí. No me he enterado de qué trata exactamente este post...(supongo que estoy espesita)...
Ahora ya me he enterado, Pedro. No había leído tu anterior entrada...
ResponderEliminar¡¡¡Felicidades!!!
Morir para volver a resurgir una y otra vez.
ResponderEliminarUn beso.
Pintas con profunda belleza un estado del alma que a toda persona asalta de tanto en tanto.
ResponderEliminarComo apunta María aquí arriba mío, morir para resucitar, levantarse y seguir, en esa muerte creo yo.
Un saludo!
Fer
Yo no quiero morirme, yo quiero parar el tiempo y disfrutar del agua que decanta los colores hasta quedarse con la sílaba precisa del silencio en el remanso; sentir el frescor de la hierba húmeda y el leve roce en los labios de la espiga verde.
ResponderEliminarMi querido Señor Ojeda,
ResponderEliminarHermoso y profundo texto; aunque según le leo, en realidad veo que invita al momento que merece ser vivido, aunque juegue con la metáfora de la 'petit mort' y nos traslade a ese momento refractario que sentimos tras cada éxtasis vital.
Por cierto, que envidia sana esos cuidados que gozó en Béjar, esos paseos, comidas y regalías. Y que enternecedor leer tantos cariños tejidos con el tiempo y la palabra.
Felicidades a los dos por la obra.
Suyo, Z+-----
La vida, la poesía y la muerte son igual de solitarias.
ResponderEliminarLo que nunca muere es el agua.
Buenos días, profesor Ojeda:
ResponderEliminarHay palabras tan hermosamente dichas que resucitan.
Y ese río, aún sin haberlo visto, ya lo conocemos.
Quizá sus aguas contempladas añorarán las lágrimas que provocan en su caminar?
Qué bien se entiende, aquello de su homónimo:" ...hagamos tres tiendas y quedémonos aquí (Mateo 17:2)."
Abrazos
Mejor no tener "priesa", todo se andará.
ResponderEliminarNo me gusta leerte tan "down". ¡Arriba ese ánimo, recórcholis! Besotes llenos de optimismo y confianza en el futuro (aunque sea una m....a, pero, bueno...) M.
ResponderEliminarGracias por todo y disculpas sin en algo te molesté con mi estilo, Pedro: Por amor a la palabra .
ResponderEliminarBesos.
Tal como pintas la muerte con tan bellas palabras hasta puede resultar placentera... Me la pido (para cuando llegue el momento)
ResponderEliminarExactamente asi, me sentia yo, cuando tú hacias entradas con tus besos. Y tú sabes que no soy doctor en medicina.
ResponderEliminarMorirse, ni un minuto, ni un instante. Morirse para no estar presente en nuestra vida, para no sentir ni ser ni pasar. Morirse ¿para qué?...
ResponderEliminarA veces no quiero morirme...nunca quiero morirme, aunque me duela el alma y me lo sugiera el viento.
No soy de muerte fácil.
Besos ibéricos ;)
Hay muertes que dan envidia.
ResponderEliminar¿Qué buscan los ríos?, ¿qué es un río? Dime, dime qué eres, qué buscas,
ResponderEliminarrío, y por qué te llaman Carlos.
(Dámaso Alonso)
Nos vemos pronto.
Un abrazo
Hay riveras tan bellas que merecen una fundición en muerte exacta,con o sin lágrima, con o sin sonrisa, pero siempre con la esperanza de un nuevo amanecer.
ResponderEliminarHermoso tu texto, Pedro, lleno de la sensibilidad que te es tan propia.
Mucho éxito en la presentación de hoy. Besos y abrazos
Myriam
(no pude entrar por mi cta de Google)
¡Felicidades!
ResponderEliminarpero si ya nos morimos muchas veces, ¿qué drama puede ser morirse una vez más, pero voluntariamente junto al río?
ResponderEliminarun abrazo
Si derramáramos algunas lágrimas, retenidas en el borde justo del lagrimal, estaríamos más cerca de ser humanos.
ResponderEliminarSe muere mil veces cada día, cada decisión nos lleva irremisiblemente a morir un poco, dejando en el camino lo que desechamos, para seguir viviendo.
¡Suerte con tu libro!
Teresa
wow!!!! que bella reflexion pedro...
ResponderEliminares justamente lo que a veces le pasa a uno y quizas alguien corto como yo no podria expresar ...y vos lo hiciste magnificamente...
besines y espero q estes bien...
sau
Momento de lucidez viendo la Natualeza, tan hermosa, tan serena.
ResponderEliminarCalan hondo hoy tus palabras, apreciado Pedro.
Morirse de esta manera es comenzar a vivir.....están llenas de sentimiento tus palabras.
ResponderEliminarentiendo muy bien el sentimiento que recoges porque yo también digo muchas veces: ahora mismo no me importaría morirme (suelo hacerlo en momentos que soy muy muy feliz)... y conste, que no quiero morirme para nada porque aprecio mucho la vida pero... de morir, mejor morir feliz que sufriendo.
ResponderEliminarbiquiños,
quizá ese sentimiento es como un re-novarse.
ResponderEliminarbicos,
Como a Ulises las sirenas, hay lugares tan maravillosos que llaman al caminante. Pero este siente que todavía hay camino y, entonces, se levanta y sacude el pantalón.
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