Con motivo del Día del libro, Rodrigo Pérez Barrero, periodista del Diario de Burgos, siempre atento a las cuestiones culturales de la ciudad, me pidió que seleccionara el libro que, como lector, ha marcado mi vida. No oculto que tuve la tentación de ser extravagante y citar alguno de esos títulos que parece que solo ha leído un grupo selecto de personas exquisitas, pero después de todo el agua que ha corrido bajo el puente uno sabe resistir ese tipo de tentaciones.
Inicialmente le hice trampas y le di más de un título. No puedo renunciar a mi pasado y comencé por el principio. Me inicié como lector en los tebeos, especialemente españoles: Roberto Alcázar, Hazañas bélicas, TBO (la publicación que dio nombre a todos), Mortadelo, Jabato, El Capitán Trueno. Un poco después llegarían otros que no terminaron de gustarme del todo: Tintín, El Príncipe Valiente. Recuerdo gastar mi escasa propina en el quiosco de mi barrio. Apenas tenía para comprar la publicación y una chuchcería. Cuando llegó el tiempo del cine -aquelos cines de barrio con sesión continua- hube de elegir y venció el cine y una bolsa de pipas. De aquellos tiempos me quedó siempre el gusto por los tebeos aunque crecí, entró de forma masiva la publicación editorial americana y pasaron a denominarse cómics. Pasé por los superhéroes y llegué al cómic adulto, en el que encontré verdaderas maravillas. En las revistas de la contracultura de los años ochenta buscaba siempre primero estos cómics, que ocupaban buena parte de sus páginas.
En poesía, aún recuerdo el deslumbramiento que supusieron para mí dos títulos: La voz a ti debida, de Pedro Salinas y Don de la ebriedad de Claudio Rodríguez. A ellos se sumó pronto otro: Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. Aún soy capaz de revivir lo que sintió mi piel en la primera lectura de cada uno de ellos, que tuvo lugar, en todos los casos, en verano, a las afueras de la ciudad cuando las ciudades tenían afueras que eran ya campos con acequias y tierras sembradas de cereal. Porque hay lecturas que solo la piel puede expresar.
Pero Rodrigo me forzó a elegir un solo título. Y no quise ser exquisito sino honesto conmigo mismo. Desde hace años mantengo en este espacio un club de lectura, que pronto se amplió a otro presencial en la Universidad de Burgos. De ambos -que considero uno mismo- me siento especialmente orgulloso y es una fiesta el encuentro con quienes leen conmigo y me quieren acompañar en este esfuerzo placentero que es la lectura. Como sabéis lo más antiguos seguidores de La Acequia todo comenzó porque yo quería volver a leer -¿cuántas veces van?- el Quijote de Cervantes. No por tópico, sino por necesidad. Galdós tiene una mayor profundidad en el alma humana y en la demostración de las emociones, Baroja retrata como nadie la crueldad de la vida y la lucha por la supervivencia en la que se pacta con los propios principios para seguir tirando hacia adelante o arrojar la toalla, Valle Inclán es grande en la construcción lingüística de los personajes y ambientes, Lorca es el maravilloso misterio en estado puro e impuro, Delibes documenta como pocos un mundo que se trasforma, Gabriel García Márquez ha creado una síntesis de la historia universal con epicentro en Macondo, Muñoz Molina ha retratado mejor que cualquier documental el interior de una generación entera, etc.
Pero si hablamos de lectura el Quijote de Cervantes es la obra maestra absoluta de la historia literaria universal. En él está todo aquello en lo que consiste la lectura: desde la construcción del lector en el prólogo (desocupado lector, comienza la obra) y su relación con el autor y el narrador, hasta todas las formas posibles de ser lector: el que escucha, el que lee en la soledad de su cuarto, el que se cree lo que lee, el que es escéptico y lo toma solo como entretenimiento, el que discute con lo leído, el que lo sueña. Los personajes del Quijote se dividen entre los que leen y los que no leen; los que leen de forma antigua -es decir, pensando que los personajes no pueden cambiar- y los que leen de forma nueva -aceptando que los personajes cambien según sus experiencias-; los que leen desde fuera del libro y los que leen desde dentro, etc. Y el lector que lo vive. Antes que la parodia de los libros de caballerías, el Quijote es una historia basada en la lectura y sus efectos sobre el lector.
Cuando uno lee el Quijote debe decidir para qué demonios le sirve todo aquello: un mero entretenimiento, una insoportable carga dictaminada por el profesor en la asignatura de literatura barroca, una forma de comprender el mundo y salir a él para verlo crecer delante de los propios ojos -en el Quijote se da el milagro de que el mundo narrativo se construye al mismo tiempo para el narrador, los personajes y el lector puesto que no está configurado previamente-. Una vez que sale al mundo con el Quijote en la cabeza el lector debe afrontar, sin volverse loco o volviéndose, otra encrucijada: asistir como espectador o intentar cambiarlo, mientras le duren a uno las fuerzas. Porque Cervante es sabio -por todo lo que vivió, que fue mucho- y sabe que antes o después fallan las fuerzas y el único legado que podemos dejar al mundo es el intento de cambiarlo. Aunque parezca que fracasemos: la semilla de la lectura que envenenó a Alonso Quijano germinó en todos los personajes que le salieron al paso y en aquellos que leyeron con atención la historia. Incluso aquellos lectores que se conviertieron en escritores después y renuncian a citarlo para elegir cadáveres exqusitos que parecen quedar mejor y dar más prestigio en un salón literario alejado del polvo del camino al que tuvieron que salir don Quijote y Sancho.
bellos recuerdos has dejado entre tus lecturas Pedro
ResponderEliminarbesos
Como viejo seguidor de LA ACEQUIA, me sumo a tu post en este 23 de abril de 2013.
ResponderEliminarEl Quijote es la lectura de las lecturas. ¿Cómo iba a ser otro el libro elegido? Aunque sean tan grandes como esos que citas.
ResponderEliminarInolvidable lectura quijotesca,cómo disfruté participando en ella, aunque tuviera lugar en un momento personal muy difícil.
Besos en este 23 de abril...todavía
Entrañable tu recorrido lector y maravillosa la lectura colectiva del Quijote que hicimos contigo: uno de los mejores momentos de mi vida.
ResponderEliminarBesos
PD... y con fidelidad y alegría seguimos (mi alma y yo) todas las siguientes, obvio.
ResponderEliminarQuerido amigo mio, seria totalmente incapaz de responder a esse desafio: jamais poderia indicar um só livro!
ResponderEliminarAbrazo forte.
Al sumarme a la lectura del Quijote, supuso para mi, descubrir lo que no había descubierto en lecturas anteriores. fué un placer.
ResponderEliminarUn abrazo
Ayer, por ser 23 de Abril, El Quijote fue mencionado por mi parte varias veces, sobre todo en Facebook.
ResponderEliminarHoy, por ser hoy, te felicito por la entrada de El Quijote.
Saludos.
Cuando miro hacia mi infancia,mi más tierna infancia y me veo leyendo con apenas tres años... me asusto (¡nos salió bien el invento, a mis padres y a mí!) pues podía haber sido un desastre. Pero desde entonces no he dejado de leer nada, absolutamente nada, porque soy de las que leen las vallas publicitarias, las pintadas... absolutamente todo!
ResponderEliminarHe tenido siempre libros abrigando mi vida de niña, de adolescente, de adulta... Si me despojaran de ellos (conservo muchas de mis primeras lecturas infantiles), creo que me sentiría como muerta...
Recuerdo un libro que me regalaron por Reyes un año, siendo yo todavía crédula en lo referente a los Magos de Oriente..., un libro que era una recopilación de cuentos infantiles tradicionales, escogidos, seleccionados por la reina Fabiola de Bélgica (ese libro todavía lo tengo, y cada vez que me encuentro con él, me entra una alegría...)
Neruda vino a alterar mis emociones en la juventud, Whitman, Benedetti... Lorca les puso los puntos y las comas. Gloria Fuertes me removió toda entera (aparentemente tan simple...) García Márquez me hizo volar,Cien años de soledad me regaló unas gafas nuevas para andar por la vida, unas de quita y pon... Lope y Calderón me llenaron de historia propia y antigua...
Y descubres otros mundos, tantos!
Alguien ha dicho que leer es la mayor aventura de la vida, lo mejor que le ha podido suceder. Seguro, no imagino la vida sin poder leer (ni escribir!)
Vaya, una gozada esta entrada, profe, además, usted nos sabe llevar hasta esos rincones que están esperando para ser iluminados...
Gracias!
Un besote!
;)
Todos esos cómics que recuerdas también los tuve yo.
ResponderEliminarY así hasta ahora, lee que te lee.
Besos
Merecidísimo homenaje a nuestro gran Cervan y mis queridos Quijo y Sancho. Esa lectura colectiva fue, para mi, una experiencia inolvidable y muy enriquecedora a todos los niveles. A veces pienso que la podríamos releer de nuevo. Besotes quijotescos, M.
ResponderEliminarcreo que la gran mayoría que andamos en la vuelta de tu blog, somos lectorquijoteanos a carta cabal
ResponderEliminar.
un abrazo
Me perdí esa lectura colectiva del Quijote, me da pena, pero llegué mas tarde a la Acequia.
El mejor libro es el que a cada uno le gusta. Sentar cátedra, al margen de improcedente es negativo
ResponderEliminarGracias Pedro, Un abrazo
Feliç Sant Jordi, profe, i el Quixot, simpre.
ResponderEliminarBuenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarLeer y escribir hace que no estemos nunca solos.
Llegué a la lectura colectiva de El Quijote, cuando llevaba un tiempo comenzada.
Aquí nos encontramos los amigos de Cervantes, ...y ya suyos, ahora.
Abrazos.
Cuánta razón: ¿para qué leemos? ¿Nos sirve de algo? El Quijote es una historia sobre el lector.
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