Hay algo que ha llamado la atención a varios de los participantes en esta lectura: el humor barojiano. No es que no estuviera presente desde el inicio de la narración, sino que ahora se hace más evidente por el cambio de ambiente. Recordemos que la historia, tal y como comenzaba en las entregas de El Globo, diario en el que se publicó como folletín, contaba con un narrador un tanto peculiar movido por las ansias de venganza contra un familiar y que en sí mismo es ya todo un trabajo paródico de la figura del narrador. El espacio en el que se desarrollaba el inicio de la narración, la casa de huéspedes, un microcosmos en sí mismo, era un ámbito en el que se trataba a los persoajes y sus costumbres con un humor descarnado que venía a resaltar su mediocridad, su hipocresía y miseria moral. Este es, sin duda, un uso muy barojiano del humor.
Sin embargo, la vida de Manuel fue cayendo en la desgracia. Aunque nunca se abandona el humor, incluso en los momentos trágicos del velatorio de su madre, el ambiente es tan opresivo y el horizonte tan negro, que cualquier ironía se trasforma en negrura antes que sonrisa cómplice del lector.
Pero basta con que Manuel abandone -aunque sea provisionalmente- esa vida y los ámbitos por los que pasa sean menos opresivos, para que el humor aparezca para resaltar, de nuevo, los mismos rasgos de los personajes y de la sociedad en general: egoísmos, hipocresías, miserias. Así se hacen inolvidables las descripciones de la vida de los artistas bohemios o de los periodistas que con el mismo oficio escriben una cosa y su contraria y se fijan en la memoria los gestos y actitudes del agente de empleo. Ha bastado que Manuel pueda comer caliente, vestir con decencia y dormir bajo techo para que aflore, de nuevo, el humor como recurso técnico para desentrañar todo este tipo de estrategias sociales.
En este tratamiento humorístico de los personajes y de los ambientes por parte de Baroja se ha visto, con acierto, un precedente de los esperpentos de Valle-Inclán. No es tanto un precedente como una coincidencia estética. En el fondo, Baroja y Valle participan de las mismas técnicas de tratamiento de estos temas, aunque Valle lleve mucho más allá el recurso.
Noticias de nuestras lecturas
Pancho sabe cómo conseguir unir a Ramoncín y los plagios de Internet con Baroja. No te lo pierdas.
Mª Ángeles Merino cuenta cómo trabaja Manuel para no trabajar después de haberse despedido de la baronesa.
Luz del Olmo aborda con inteligencia el uso por parte de Baroja del personaje de Manuel como hilo argumetal de la narración.
Gelu sigue con su interesante selección de frases de Mala hierba.
Paco Cuesta, después de aludir al inicio de Mala hierba y su similitud con el mundo actual, comenta, con toda inteligencia, el juego que establece Baroja con el lector tradicional de los folletines y la frustración que le provoca. No os perdáis esta entrada.
La Mosca cojonera ocupa el espacio de Abejita para traernos una foto cervantina de Bruselas.
yo solo te dejo un besoabrazo llenito de sol desde este Chile veraniego
ResponderEliminarfeliz fin de semana
Diría que Baroja tiene un humor muy vasco, seco y socarrón. Estupendas las aportaciones de nuestros colegas. Besotes a manos llenas, M.
ResponderEliminarEste humor de Baroja es como un condimento no conocido. Al fin te atrapa y quisiera uno ponerlo en cada guiso.
ResponderEliminarUn abrazo
Si Baroja escribiera hoy día, le caerían palos de todos los lados. De unos y de otros. Eso de la escritura politicamente correcta no casa con sus ideas. No deja títere con cabeza. Y sin embargo nunca se ceba con ellos. Utiliza los tópicos de la calle, los exagera hasta la caricatura, pero los deja respirar. Eso a veces lo salva de la chabacanería y ordinariez. Los obreros de la imprenta son un paradigma de su manera de tratar los personajes en sus relatos. Me refiero a la imprenta porque acabao de leer un par de capítulos esta mañana. Por ejemplo el cojo, más malo que un dolor pero con buen corazón: al final le ofrece alojamiento y un pequeño salario de subsistencia con el que Manuel no contaba. O Yaco, el judio, o Jesús, no se podía llamar de otra manera quien le paga la comida cuando más falta le hace... Y nunca olvidarnos de Sandoval, que encaja perfectamente en la cochambre de Torrente.
ResponderEliminarParece que los escritos de Baroja se hubieran hecho ayer, por eso se le sigue leyendo y se continúan editando sus obras.
Un texto de experto. Gracias.
Gracias a esas pinceladas de humor bajo la mugre de "La busca" es que pude seguir adelante con la trilogía y en la "Mala hierba" han sido un verdadero respiro.
ResponderEliminarMira que estoy muerta de la envidia...
ResponderEliminarPero tengo preparada mi trilogía desde septiembre y en cuanto me libere de otras lecturas obligadas, allá que me lanzo a leer al viejo Baroja, que me apetece mucho recuperarlo, vaya que sí!
Además de leer tus noticias semanales acerca de lalectura, leo las colaboraciones, magníficas colaboraciones, y ya se me va poniendo el colmillo más que largo, larguísimo!
Reitero las gracias por este huequito al trabajo lector y comentador, reflexivo, que nos haces en tu Acequia.
Y eso, que siga la lectura!
Besos!
;)
ResponderEliminarNo falta el humor en "Mala hierba", aunque en algunos casos sea demasiado amargo para considerarlo como tal. Nos podemos reír de Manuel vestido de marinerito con sus dieciocho añazos, pero no de la violación de la Fea a oscuras en los sótanos de la comisaria.
Manuel va a ser arrastrado por Jesús, quien le va a quitar las pocas ganas de trabajar que le quedaban. Y va a conocer exhaustivamente todo el mapa del Madrid mísero que Baroja le ha trazado.
Sigamos. Este chico no espabila, no se sacude la abulia, el escritor lo quiere así.
Besos
Necesitamos del humor tanto como del aire para respirar. Si lo encontramos en Baroja, mejor que mejor. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarBuenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarReconozco que encontré mucho humor también en pasajes de 'LA BUSCA'.
Ayer con 'MALA HIERBA' estuve riendo mientras leía el capítulo de la visita de González Parla y Fresneda al general americano.
Pero acompañada de la risa, Pío Baroja siempre nos lleva a la reflexión.
Saludos.
Me parece, "Mala hierba", al menos la primera parte, algo más amable, no mucho, que "La busca". El humor, no tan crudo como en la anterior novela, creo que contribuye a suavizar las cosas, aunque los personajes que van apareciendo son, además de muy variados, muy sugestivos para el lector, para mí, claro está. No sé dónde acabará Manuel.
ResponderEliminarUn abrazo