Es curioso que tengamos tantas lagunas en la biografía del hombre que escribió la mejor novela de la historia de la literatura y algunos otros textos que, por sí solos, hablan de su entidad. Ni siquiera sabemos su verdadero rostro, más allá de la descripción que él mismo hizo en su autorretrato en el
Prólogo al lector de
Las novelas ejemplares, que muchos se han tomado tan en serio que parecen no recordar que Cervantes construyó su personaje y lo mostró, sobre todo, en sus prólogos.
Esto ha hecho que los artistas hayan creado una imagen soñada de Cervantes en la que se nos suele mostrar, casi siempre de la misma manera. Lo mismo ha sucedido con los historiadores y filólogos, pero, en este caso, las divergencias son mayores. Revolucionario y heterodoxo hasta la médula para unos; contrarreformista a machacamartillo y español de pro para otros. En lo físico, se nos muestra casi invariable, como un viejo de aspecto un tanto demacrado, con barba gris y manco -como si no supiéramos que no perdió su brazo, sino que se le atrofió la mano-. Es decir, como don Quijote, en un divertido juego de espejos. Parece que Cervantes nunca hubiera sido lo que sabemos que fue: un joven que vivió aventuras en una Europa convulsa, que fue soldado y cautivo durante muchos años y que no siempre pudo presumir de una vida intachable. Cervantes, de saberlo, hubiera hecho una divertida novela con todo ello. ¿O ya lo hizo en el Quijote?
Traigo aquí uno de esos rostros y publicaré más en lo sucesivo. Una fotografía del busto que se encuentra en el Paseo de la Isla de Burgos, que me ha enviado generosamente mi colega y amigo Raúl Urbina. Este busto sale en alguno de los relatos de Óscar Esquivias.
Noticias de nuestro Quijote
Antes de nada, los que os hayáis perdido la entrada del último jueves o la hayáis leído antes de la segunda intervención de Pancho en los comentarios, os recomiendo que no os perdáis su inteligente pregunta, que me hizo ver con sagacidad algo que se me había pasado. Es todo un ejemplo de lectura colectiva.
Antònia, en Churras con merinas, su excelente aportación al comentario del capítulo XVIII, documenta e ilustra la importancia de los grandes rebaños de ovejas en la historia de España. Incluye un oportuno mapa de las principales cañadas españolas. También ha dedicado otra entrada al capítulo XIX, titulada De fantasmas y aparecidos, sobre dos motivos con relación popular en el texto: la procesión misteriosa en medio de la noche y los apodos. Tiene razón Antònia al enlazarlo con la cultura popular, que tantas veces llevó Cervantes a sus textos, aunque no siempre para elogiarla. Hoy, en España, ya sólo quedan vestigios de aquello que llenó horas de relato oral de antaño.
Juan Luis, que ha estrenado paternidad hace unos días, dedica su entrada al bálsamo de Fierabrás y sus consecuencias, advirtiéndonos de los riesgos de la automedicación. Ilustra su entrada,
El bálsamo, con una anécdota de la que no os voy a contar nada para que os sorprenda oportunamente al leerla.
Javier, en su comentario en imágenes del
Quijote ha colgado
su entrada sobre el capítulo XIX. Contiene una dosis alta de humor e ironía que le hubiera encantado a Cervantes. Tanto en la primera imagen, con fantasmas a caballo, como a un caballero de la Triste figura que no nos parecería loco aunque lo encontrásemos en medio de la noche. Por muy loco que estuviera.
Manuel, ya sin las ilustraciones de su hija Inés, dedicada a sus deberes escolares, ha dedicado suu entrada,
El Quijote y la Santa Compaña, a documentar, con acierto, la referencia concreta que se esconde detrás de la procesión de encamisados del capítulo XIX. No os lo perdáis.
Os recuerdo que, si se me ha pasado alguna aportación, me lo hagáis saber.
Vale.
Fantásticas sus últimas entradas.
ResponderEliminarInterpretar el Quijote en clave de Cervantes, para mí, es uno de los caminos más enriquecedores e intemporales que ofrece la obra, porque la esencia de los hombres, cruza sin peaje los tiempos y entendiendo su mirada, nos vemos reflejados como espejo.
En esta primera parte, según mi opinión, el autor vierte historias forjadas en su pasada experiencia como hombre o de sus contemporáneos, sin directamente mencionarlo, vestidas por la parafernalia de caballería más antigua como máscara y textura.
Pero, buceando en una aún más críptica lectura, nos describe deseos, conocimientos, visiones, dolores, torturas, sueños, ambiciones del mismísimo Cervantes, aunque como en toda obra creativa sus personajes adquieran poco a poco independencia para crecer y distanciarse del camino del artista, alimentándose incluso de ellos mismos, para acabar comiéndose al lector inesperadamente y genialmente.
Suyo queda, Z+-----
Como sabes, Pedro, el Cervantes de juventud me fascina. El de los Tercios, Lepanto, Argel... porque tengo la íntima convicción de que allí se crea el germén del genio. O, como mínimo, esa etapa constituye una aportación esencial. Y porque ha sido lamentablemente ninguneada.
ResponderEliminarY aprovecho tu blog para lanzar una sugerencia. Hace poco más de un mes, terminé de leer "Vida de este capitán". Es la autobiografía de Alonso de Contreras -un "levante" contemporáneo de don Miguel. Allí se pueden descubrir muchas "claves" de nuestra lectura compartida. Animo a sumergirse en sus páginas. La unica edición disponible es reciente, de la editorial "Reino de Redonda".
P.S. No me cabe ni la menor duda de que Diego Alatriste toma prestados infinidad de elementos de Alonso de Contreras. No es plagio, es el tributo que deben pagar los clásicos.
¡Qué misterioso este Cervantes! Y más visto con ojos actuales. Difícilmente se puede uno imaginar a un soldado profesional, enrolado en un tercio de la legión, que ha servido en Bosnia, Kosovo y Afganistán, preso por los talibanes en una emboscada, liberado, político importante después, con buenos contactos con la Casa Real y capaz de escribir una obra de la magnitud que nos estás ayudando a descubrir cada jueves. No sé si la pregunta tenía sagacidad, lo que sí tenía sabiduría era la respuesta. Gracias por la mención. pancho
ResponderEliminarCuanto más se sumerge uno, a veces, menos respuestas encuentra.
ResponderEliminarBesos
SEÑOR DE LA VEGA: hombre y obra van más unidos de lo que algunos críticos quisieran. Un placer volverlo a tener por aquí.
ResponderEliminarFRANCISCO: Excelente tu recomendación. Excelente e imprescindible. Y recuperemos al Cervantes joven, que nos prepara al mayor.
PANCHO: ojalá nuestro soldados de ahora nos dieran más Cervantes, querido amigo.
DIANNA: en este caso, las lagunas son tantas que nos ahogan.
Gracias todos por los comentarios.
Ay Pedro, qué atrasada me estoy quedando con la lectura!
ResponderEliminarA ver si lo arreglo.
Un beso
Yo sí creo que Cervantes, en parte, está escribiendo su autobiografía a través del Quijote. Como en este país no hay mucha tradición de escribir autobiografías y, supongo, que antiguamente menos, Cervantes se explaya con D. Alonso.
ResponderEliminarHe leido todos los comentarios de nuestros seguidores y cada uno es fantástico. Besotes, M.
Espero no decaer, cada vez voy aprendiendo más, descubriendo cosas que antes se me habían pasado...saludos
ResponderEliminarUna pena haber llegado tarde a la lectura colectiva... pero me estoy poniendo al corriente, al menos, con los comentarios y las entradas en esta acequia.
ResponderEliminarAdemás de agradecer tu amabilidad al visitarme en mi espacio, quiero decirte que, en uno de esos raros momentos en los que la SEP (la Secretaría de Educación en México) realmente hace algo por sus maestros, nos regaló un 15 de mayo (día del docente) la Edición del IV Centenario del Quijote, así que, en su momento, fue un gusto enorme ver a mis compañeros ir a las juntas académicas, a las sindicales, con el libro bajo el brazo. La policía municipal de un estado en México (ahora no recuerdo cual), por su parte, se organizó para "traducir" la novela, en los códigos que manejan (algo así como Don Quijote hizo un tres cuarenta sobre los cuatro veintiocho, cambio jeje). Esto último pareciera algo irreverente pero, teniendo en cuenta el nivel escolar que manejan en la policía mexicana, al menos fue un buen esfuerzo para acercarles al Quijote .
Un beso y gracias
EUPHORBIA: sin agobios, sabes que las entradas de La Acequia te esperan y que yo siempre estaré para agradecerte tus comentarios y tus aportaciones. Un empujón y nos pillas. Un beso.
ResponderEliminarMERCHE: Es curiosamente verdad lo que dices, pero matizo: la primera autobiografía literaria se escribe en España (El Lazarillo) y la primera autobiografía real moderna también (Diego de Torres Villarroel). Luego nos dio por las memorias, más que por las autobiografías. Comenzamos los géneros pero no los rematamos. Besos.
MANUEL: No, no lo harás. Esta lectura virtual cuenta contigo hasta el final. saludos.
INCOMBUSTIBLE: no me parece irreverente, pero espero que salgan de esa traducción... y no sólo para el Quijote.
Aquí está la Acequia, esperando tus comentarios y participación.
También veo su obra como un autorretrato, como parte de su vida. Hablar con metáforas. Decir cosas a gritos que sólo entienden unos pocos.
ResponderEliminarUn par de tetas a un autor de esta magnitud... mmmmhhh....
¡Ya he aprendido algo más! No he leido el "Lazarillo" (lo leeré) ni el del otro autor que mencionas. Es curioso que este país fuera el precursor de la autobiografía y luego nadie continuara con la tradición... ¿qué raro verdad? ¿Será por las diferentes situaciones políticas que los escritores/as decidieran mantener un silencio sobre sus vidas? Besotes, M.
ResponderEliminarBIPOLAR: ¿Cervantes mujer? Cosas más extravagantes se han escrito en los libros académicos.
ResponderEliminarMERCHE: lo convulso de nuestra historia y la poca costumbre de hacer, de verdad, repaso de nuestro día a día, nos ha llevado a eso. Besos.
Yo ahora estoy liado con las novelas ejemplares, y desde luego ya he podido comprobar desde el principio eso que comentamos una vez: que en ellas parece hacerse una mayor defensa del Status Quo de la época.
ResponderEliminarPor otro lado, con respecto a su autodescripción, creo que es verdadera, no hay ninguna razón para pensar lo contrario; Cervantes quería que sus lectores supieran como era éste en una época donde no había fotografías y los buenos retratos serían muy caros.
ALATRISTE: en las Novelas ejemplares, la moralización es más asentada, en efecto -en esto hay una curiosa divergencia con alguno de los manuscritos de estas novelas, anteriores a su edición-. En cuanto a lo seguno, no lo tengo claro: el autorretrato es un género literario y cuando uno lo practica, puede tener licencias. Un poco de verdad y un poco de fantasía o aquello que queremos fijar en el lector.
ResponderEliminar“Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha…”
ResponderEliminarPues muy favorecido no se autodescribe ,no, además dice que es tartamudo, casi que no me lo creo, perdona el copy and paste, pero creo que es relevante. pancho
Pancho continuo donde lo has dejado "éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria."
ResponderEliminarSi mintiera sobre su descripción sería absurdo no continuar el prólogo fantaseando, y partiendo de ese supuesto también sería falso que fuera cautivo, o que se quedara tullido en Lepanto, incluso que combatiera allí.
Por otro lado, yo no veo que se ponga muy mal, si lo lees con atención es un tipo de lo más normal.
- Frente lisa y desembarazada: una frente algo despejada de pelo aquí no veo ninguna fealdad.
- Nariz corva pero bien proporcionada: Típica nariz de la mitad sur peninsular, date una vuelta por ciudades como Córdoba, Toledo, etc, veras muchas narices corvas.
- Barbas de plata: Hombre cuando escribe el prólogo tiene sesenta y tantos, ¿fealdad? no lo creo.
- la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros: Lo que más me gusta, una boca pequeña con los dientes estropeados, sólo le quedan seis: Teniendo en cuenta que vive en el siglo XVII, y son ya sesenta y tantos años que acarrea, la mentira sería que tiene todos sus dientes.
- el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño: es decir de estatura media
- la color viva, antes blanca que morena: ¿Piel Blanca? Símbolo de belleza hasta entrado el siglo XX.
- algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies: Me remito a su edad, y además escritor.
En resumen en ningún momento veo que Cervantes se deje mal; físicamente se describe con unos rasgos de lo más comunes en nuestro país, y con los achaques típicos de la edad, que evidentemente en el siglo XVII eran más funestos que hoy día.
Espero no haberos aburrido pero este análisis antropomórfico lo hago porque yo si creo en la autodescripción cervantina.
Saludos
ALATRISTE: la descripción física, como dices, lo refleja como un hombre normal de su edad, sin demasiadas señales propias, y corresponde a un tipo literario y médico concreto, según la época.
ResponderEliminarNo digo que mienta, que no lo hace, sino que se reinterpreta, cosa lógica en el género del autorretrato (como en el de la autobiografía) y de esta reinterpretación han sido víctimas muchos, pues se lo creen a pies juntillas cayendo en la red tejida excelentemente por el autor.
Y, en cuanto los detalles biográficos, el tratamiento literario está más en lo que calla que en lo que cuenta e, incluso en esto mismo, en la acentuación de ciertas cosas sobre las que siempre esperó recompensa y honores, sin obtenerlas. Cosas de las que se sintió siempre orgulloso porque eran los hechos más importanes de su vida y de su tiempo... aunque sus contemporáneos, cuando volvió de Árgel, ya no pensaran igual que él: de ahí gran parte de su insistencia, que tiene, por una parte, razón histórica y, de otra, razón piscológica.
Nuestro don Miguel sabía lo que se hacía, sin duda y lo que quería dejar a sus lectores en la cabeza. Repite la técnica en las varias ocasiones que de él mismo habla.
Por otra parte, me encanta esta cuestión que se ha planteado y la atención que le has dedicado.
Lo que me sigue extrañando (aqune podría enumerar las razones) es la poca atención al Cervantes joven de nuestros artistas, historiadores y filólogos.
Volveremos, sin duda, a esta cuestión, porque hablaremos más veces de Cervantes.
Un abrazo.
Pedro, pasaba por aquí para comentarte que un amigo, bilbo en su blog
ResponderEliminarhttp://nuncaestaransolos.blogspot.com
habla de la Acequia, de la lectura de "nuestro Quijote" con una ilustración dedicada a tu espacio.
Un abrazo y gracias otra vez por iniciar esta aventura, o por "volverte loco".
ANTÒNIA: gracias por el aviso. Voy a la dirección que me das. Gracias a por vosotros, por estar ahí.
ResponderEliminarDe acuerdo, Alatriste, en que, partiendo de su autodescripción física, Cervantes era un tipo del montón, sobre todo teniendo en cuenta que hablamos de un escritor que ya no cumplía los sesenta cuando escribió el prologo y que estamos en el S XVII. El equívoco parte de la imagen estereotipada que tenemos de los cánones de belleza actuales, donde el rasero nos lo ponen con forma y apariencia D. Beckham. Lo de la tartamudez no tenía importancia; para cobrar impuestos, sólo se necesitaba saber manejar bien la espada con la mano derecha; la izquierda, la tenía seca de un arcabuzazo; para escribir bien, tampoco era necesario ser Demóstenes.
ResponderEliminarComentario bien argumentado, Alatriste. Saludos. pancho
PANCHO: en efecto, querido amigo, para escribir como Cervantes no hacía falta ser Demóstenes, sólo ser un tipo con instinto artístico y mucha vida detrás.
ResponderEliminarHola, no he podido resistir la tentación.
ResponderEliminarCapitulo XIX del Quijote.
Después de las desventuras en el capítulo anterior, Sancho empieza a convencerse, que todo se debe al incumplimiento a la orden de caballerías. Culpando a don Quijote de ello, pero don Quijote además de agradecerle que se lo recuerde, le hace ver que por ser su escudero él también sufre las consecuencias. No obstante don Quijote promete enmendarse, a lo que Sancho le reprocha que él no ha hecho tal juramento.
Incluso habla de pecado, cuando en los ciento y pico capítulos no entran en la iglesia.
“Sin duda alguna han sido pena del pecado cometido por vuestra merced contra la orden de caballería, no habiendo cumplido el juramento…”
El hecho de que transportaran un muerto por la noche creo que no tiene más significado de que en aquellos tiempos el medio de transporte era a pie o con mulas. Puesto que era en tiempo de siega –en verano-, el calor deterioraría aún más el cadáver si lo transportaban de día.
Cervantes se las ingenió para dar a la aventura un aire fantasmal, representando la Santa Compaña. Pero sin tocar la iglesia.
Don Quijote no puede desaprovechar la ocasión de demostrar su intención de hacer justicia a toda costa, sea quien sea.
Ante el hambre, no hay justicia que valga. Y así lo demuestran quedándose con la comida.
Mi enhorabuena a los comentaristas.
Saludos
KETY: has hecho bien en no resistirte. Gracias.
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