Bajo el cielo de la calima, la verónica azulea el mundo con la frágil victoria de la belleza. Se empeña todo en decirme que hay primavera.
¿No ves cómo susurran mar las ramas de los chopos, la dulzura del atardecer, tu mirada? Tu mirada mar y desembocadura turquesa del Guadiana. Qué lejos el farolinho de Vila Real, soñado.
La primavera, por fortuna para ella y nosotros, no anda perimetrada y crece a su libre albedrío, por cualquier parte donde exista la tierra que la cobija.
Lejos queda el mar y su susurro, pero la mirada persiste en el recuerdo de (vuestra) imaginación.
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La calima me sale ya por la coronilla.
ResponderEliminar¡Qué ganas de Sur!
ResponderEliminarLas flores de la primavera poseen magia susurradora, al parecer. Verónicas, me lo apunto.
ResponderEliminarFéliz domingo
La primavera vence.
ResponderEliminarSalud
A Primavera tem sem sempre esse encanto e doçura da renovação...
ResponderEliminarQuerido Pedro, boa semana e grande abraço
Parece que por fin llega la primavera y esas verónicas azules saben a gloria.
ResponderEliminarPreciosos siempre tus retratos de interior.
Abrazos enormes, Pedro.
La primavera, por fortuna para ella y nosotros, no anda perimetrada y crece a su libre albedrío, por cualquier parte donde exista la tierra que la cobija.
ResponderEliminarLejos queda el mar y su susurro, pero la mirada persiste en el recuerdo de (vuestra) imaginación.
Besos