Es difícil pasar junto a un pino solitario sin mirarlo. Los pinos tienen algo en la verticalidad del tronco y la esbelta copa que provoca que te detengas ante ellos y que pasa desapercibido en el pinar. Este de aquí se encuentra junto a un polígono industrial, en un solar destinado para la construcción antes de que viniera la anterior crisis. No sé si se hubiera salvado cuando las máquinas comenzaran la obra suspendida, no sé si se salvará cuando se retome el proyecto. Quizá este pino viva una especie de prórroga gracias a la caída de la actividad económica y no esté ya dentro de unos años. Una prórroga similar al aplazamiento de una condena a muerte. Mientras tanto, embellece tanto un lugar áspero y feo, que por sí solo merece la visita.
Un árbol es un árbol, es un árbol, incluso aunque sea un pino.
ResponderEliminarEl pino solitario quita aspereza al solar y al paseante.
ResponderEliminarQuizá ese pino tenga la suerte de ser testigo, cuando nosotros ya no estemos.
ResponderEliminarDesde luego es raro encontrar un pino solitario, el talador seguro que le vio algo.
ResponderEliminarVerlo en ese solar tan solo tiene que ser hipnotizante.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro.
Sí, un pino solitario llama más la atención... pero me temo que, tal como dices, solo viva una prórroga hasta que se retome el proyecto...
ResponderEliminarAbrazo
Son emblemáticos si pasas a menudo por allí. Emblemáticos e invisibles para mucha gente. Recuerdo el Camino del Penchat, ahora tan lejos.
ResponderEliminarUn abrazo
LLama más la atención un pino solitario, como el que comentas que si están en grupo y más en el paisaje desolador que comentas.
ResponderEliminarBuena tu reflexión de ese aplazamiento que nos lleva a otras similitudes.
Besos