En la paramera, puedes ver llegar la niebla desde quilómetros de distancia, pero cuando dudas de si estás o no dentro de ella hace tiempo que te ha envuelto.
Por la noche se echó la niebla. No amaneció durante años, de tal manera que cuando volvió el sol, muchos habían muerto.
El fío húmedo de la niebla se te mete en los huesos y no te lo sacas fácilmente: está debajo de la piel, donde no hay abrigo.
Tiene tantos nombres la niebla: violencia, sinrazón, nacionalismo, xenofobia, dictadura. Cuando te preguntas si ya estás dentro, hace tiempo que salió del río, acechó las esquinas y mató la luz del sol. Y se te metió en los huesos.
Luz, Pedro, Les Lumières :
ResponderEliminarLiberté, Egalité et Fraternité.
Ojalá no perdamos el poco Norte que aún nos guíe...
Beso grande.
Hay un nombre que nos lleva a todo ello, MIEDO.
ResponderEliminarQue se disipe...Un poco.
ResponderEliminarUno no sabe de donde sale la niebla, es como si aprovechara las más mínimas fisuras para haceres fuerte
ResponderEliminarEstaba ya acostumbrado a la niebla, pero ahora debo acostumbrarme, o más bien acordarme de cómo era, el viento.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué exquisito! ¿Andas en Porsche?
ResponderEliminar¡Ufffffff que niebla más peligrosa!
ResponderEliminarA por la Luz,
ResponderEliminarBesos
¡ay! en mi primer comentario leí "panamera" y no "paramera", perdón.
ResponderEliminarEntre la niebla, buscas tanto la luz, que hasta puede suponer que la has encontrado.
ResponderEliminarEn tu foto, esa niebla meona que viene de Valladolid, ya ha levantado.
Besos
A veces debemos ayudar al corazón a superar la dureza de la climatología social con la razón que vamos conformando a base de experiencias... con niebla no conviene poner las luces largas, toca mirar cerca y fijarse en las señales... sobre todo en las rayas blancas que delimitan el marco de seguridad de nuestro viaje vital...
ResponderEliminarAbrazo