Quitameriendas, robameriendas, lirios de otoño. El prado, junto al refugio, estaba lleno. Al fin pude escaparme para subir, con los amigos, al inicio de la sierra, a celebrar el comienzo de la estación en la dehesa de Candelario. Hubo jolgorio y risas, también comida abundante, buen vino, orujo y su pizca de mezcal mexicano. Se celebraban cosas diversas pero especialmente la vida en todos sus tránsitos y etapas. Tenía yo ganas de sierra, que es como decir tener ganas de los amigos. Fue tal la alegría del reencuentro que el silencio se hizo imposible: se habló de todo para ponernos al día y en la sobremesa del tema serio del día, las relaciones entre el individuo y la sociedad, sobre la consideración de la bondad en ese ámbito y de lo que se debe o no ceder para vivir en grupo. Esperábamos al amigo Rousseau pero Juan Jacobo debió perderse por los caminos que suben a la sierra y bajan al Cuerpo de Hombre y no apareció en todo el día. Al final de la tarde -¡cómo se han acortado ya los días!- recordaba yo los quitameriendas del prado junto al caseto, la elegante manera que tienen de anunciar el otoño sin dar voces, dejando que la vida siga su curso.
ResponderEliminarLa naturaleza es así, discreta, generosa y elegante, como los amigos.
Un abrazo
Seguro que al amigo Juan no lo encontrasteis porque no rebuscasteis bien por las mochilas.
ResponderEliminarTan agarradita a la tierra. Azafrăn de bosque. Mensajera de otoño.
ResponderEliminarEsses reencontros são sempre uma alegria para a alma.
ResponderEliminarA flor é linda, pena que venha quando os dias encurtam e o tempo escurece.
Um feliz Outono para ti, querido amigo mio.
Bom ano lectivo também
Besos
Cada flor tiene su momento y sus raíces...
ResponderEliminarY el compartir amistad, comida y conversación también...
Abrazo
El reencuentro con los amigos que abandonamos un poco en el verano, es tan mágico y entrañable como esas flores quitameriendas que nunca faltan a la cita de este otoño que ha empezado.
ResponderEliminarSiempre me gustaron y me gustan esas flores, amarillas y moradas, que florecen, cuando no florece nada.
Besos
Me gusta ese giro final que haces en el texto. Quizás estoy aprendiendo a leer mejor, eso también.
ResponderEliminarUn abrazo