Qué bonito lo has descrito, Pedro.Besos.
Y es esa agitación lo que hace que nuestro reflejo se distorsione, y el dueño de la mano agitadora busque nuestra imagen real.Saludos.
... y lo que vemos no es bonito.
El agua agitada distorsiona la realidad. Lo que no tengo claro es si la mejora o empeora...
El temblor del agua siempre me ha resultado inquietante, si además sirve para distorsionara la personalidad quizás sea útil.
Sospecho que has pasado muchas horas cerca de aguas más o menos quietas.Un abrazo
No sé si nuestro reflejo es siempre turbio, pero ¿seremos capaces alguna vez de mover más el fondo y no quedamos en la superficie de la apariencia?
Y yo que me sumerjo entera :-)
El limonero en la fuente
Así de frágiles... a menos que aprendamos a compartir esencias y a recomponernos sin diluirnos en el totum revolutum en el que nadamos...Abrazo
Con qué poco dices tanto. Somos ondas. Notas en el silencio. Nada menos.
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Qué bonito lo has descrito, Pedro.
ResponderEliminarBesos.
Y es esa agitación lo que hace que nuestro reflejo se distorsione, y el dueño de la mano agitadora busque nuestra imagen real.
ResponderEliminarSaludos.
... y lo que vemos no es bonito.
ResponderEliminarEl agua agitada distorsiona la realidad. Lo que no tengo claro es si la mejora o empeora...
ResponderEliminarEl temblor del agua siempre me ha resultado inquietante, si además sirve para distorsionara la personalidad quizás sea útil.
ResponderEliminarSospecho que has pasado muchas horas cerca de aguas más o menos quietas.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé si nuestro reflejo es siempre turbio, pero ¿seremos capaces alguna vez de mover más el fondo y no quedamos en la superficie de la apariencia?
ResponderEliminarY yo que me sumerjo entera :-)
ResponderEliminarEl limonero en la fuente
ResponderEliminarAsí de frágiles... a menos que aprendamos a compartir esencias y a recomponernos sin diluirnos en el totum revolutum en el que nadamos...
ResponderEliminarAbrazo
Con qué poco dices tanto. Somos ondas. Notas en el silencio. Nada menos.
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