De la dificultad de cargar con un santo subido a la peana
Es difícil convivir con el santo que uno lleva siempre encima cuando se sube a la peana. Los diablos que uno carga suelen ser más cojuelos y zarrapastrosos y no se elevan tanto.
De la peana baja y vuelve a La Aguilera, San Pedro Regalado, allí en los verdes prados, de espigas ya colmados; que en la ciudad las miasmas multiplican sus odores y suben hasta el trono.
Un ataque masivo de spam me ha obligado a anular la posibilidad de comentarios anónimos en contra de lo que siempre ha ocurrido en La Acequia. En cuanto pueda solucionarlo, volverá a ser posible comentar de forma anónima.
Como concordo com as tuas palavras, Pedro!
ResponderEliminarBuenas noches, amigo mio
Muy cierto lo que dices, Pedro.
ResponderEliminarBesos.
¡Ahí le has dado!
ResponderEliminarSeguimos paseando por los infiernos...
Besos.
;)
De la peana baja
ResponderEliminary vuelve a La Aguilera,
San Pedro Regalado,
allí en los verdes prados,
de espigas ya colmados;
que en la ciudad las miasmas
multiplican sus odores
y suben hasta el trono.
Besos
ResponderEliminarMuy buena la foto, besos
ResponderEliminarCuando nos subimos a una peana, no nos creemos santos, nos creemos dioses.
ResponderEliminarAl santo se la suelen liar.
ResponderEliminarY tal parece que ya está soltando un discurso.
ResponderEliminarDemasiado calvario...
ResponderEliminarNo podría.
;)
Besos sin penitencias.
Ni amén.
Por eso tienen tantos acólitos. Me refiero a los diablos...
ResponderEliminarDéjate de milongas, que por la peana se venera al santo.
ResponderEliminarEntre santos y diablos anda el juego... y,sin duda, tienes razón en lo que dices...
ResponderEliminarAbrazo
Convivir con las propias incoherencias, algo tan natural.
ResponderEliminarUn abrazo