Si tú y yo plantáramos un olivo. No un eucalipto ni un chopo, ni si quiera un plátano, si tú y yo plantáramos en aquel rincón del huerto, no sé, un olivo -es un ejemplo, puede ser también un acerolo o un peral o un almendro- y después nos sentáramos a compartir unas aceitunas aliñadas y un poco de agua fresca.
Pues seguro que sería lo más especial del mundo.
ResponderEliminarBesos
Si tú y yo plantamos ese olivo, disfrutaríamos esas aceitunas aliñadas y agua fresca, no te quepa duda alguna...
ResponderEliminarbesos,
Ali
Si, todo muy bonito, pero hay que esperar unos años y puede que no se tengan suficientes.
ResponderEliminarSaludos
Estaría muy bien.
ResponderEliminarBuenas noches, profesor Ojeda:
ResponderEliminarEl cielo en la tierra
sentarse
junto a las personas queridas
y compartir el tiempo
y los frutos sencillos
que nos da la naturaleza
y nos bastan.
Un abrazo
en un rincón plantar un árbol... mejor al centro de cualquier patio
ResponderEliminarlos rincones son de temer
besitos
No basta con plantar el olivo, me temo.
ResponderEliminarsi lo haces, no nos preguntaremos
ResponderEliminarAndaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
.
me gusta la certeza y la libertad de contemplar el fruto
de la siembra de mis manos
un abrazo
No solo es cuestión de plantar un olivo, sino después, de cuidarlo, y estar pendiente de ello, trabajarlo, y demás.
ResponderEliminarUn beso.
Un plan tan especial como el momento que crea.
ResponderEliminarPues sería una deseable vida normal, sin tiempo tasado. Lo fácil que parece y lo difícil que suele ser.
ResponderEliminarUn abrazo
Sería un rincón mágico...
ResponderEliminarViví en tierra de olivos y me manché los dedos con su fruto, suele ocurrir.
ResponderEliminar