No estamos acostumbrados a la muerte. Las sociedades modernas creen haberla superado y alejado, pero es la única realidad que nos dimensiona. La primera vez que sentimos el aliento de la muerte cerca, de verdad tan cerca que su presencia podemos palparla en la habitación en la que agoniza el ser querido, percibimos también su mirada. Como en la antigua infantería, nos damos cuenta de que las filas se diezman y quien estaba a nuestro lado ya no lo está. Sin saber cómo, nos hallamos en la vanguardia, sin ninguna posibilidad de escaparnos del avance. Los siguientes, inevitablemente, seremos nosotros, en una cadena de orfandad que no se ha roto desde el inicio de los tiempos. Nos mira la muerte. No dejará ya de mirarnos.
Lo sé, estoy en la vanguardia más pura y exclusiva en mi familia más cercana. Soy plenamente conciente. Me mira y la miro, sin miedo.
ResponderEliminarPero no eso no quita que me duela en al alma, tu pérdida.
No siempre sigue la línea pautada, en ocasiones y como si quisiera jugar a un juego macabro, salta y ataca a quienes creímos a resguardo, sin esperarlo se van, sin tiempo a decir nada, nos quedamos macerando palabras que pudieron ser y nunca fueron, cosas por enseñar y no se pudieron, abrazos que regalar y no se dieron, vacío, desvelo y un gran abismo que cerrar. No, no estamos preparados para enfrentar la partida que nos echa, pues de antemano, sabemos que no vamos a ganarla, sin mirarla, queremos acostumbrarnos a su presencia, pero nos seguimos engañando, porque cuando llega, duele, duele.
ResponderEliminarBesos mi querido amigo, con el alma.
Siempre preparados para cubrir las mermas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca ha dejado de mirarnos. Desde que nacemos.
ResponderEliminarYo he llegado a olerla.
ResponderEliminarBesos.
La muerte no deja nunca de mirarnos, cualquiera que sea a la edad a la que nos demos cuenta. Pero sí, en primera fila su aliento se siente mucho más próximo. Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarTal vez una frase de Mauriac pueda ayudar un poco: “la muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.”
ResponderEliminarUn beso
Nos da toda una vida de ventaja: sabe que terminará triunfando al final.
ResponderEliminar´
Pero eso será al final. Ahora...es nuestro momento.
Un enorme abrazo.
La muerte está siempre observándonos.
ResponderEliminarElla sabe cuando nos mirará en la distancia corta pero nosotros ignoramos cuando nos encontraremos con sus ojos.
Uno nunca acaba de acostumbrarse a su presencia, por eso cuando decide mostrarse nos duele de igual manera.
Un beso, querido Pedro.
Precisamente, hoy ha sido un día de fallecimientos, me he enterado de tres personas que han fallecido, que conocía, aunque no tuvieran nada que ver unas con otras, la verdad es que me ha impactado, porque dos de ellas, tenían más o menos, mi edad.
ResponderEliminarLa muerte es nuestra compañera, forma parte de la vida, aunque nunca nos enseñaron a aceptarla.
Un beso.
Y que nunca estemos preparados, cuando sabemos que es lo único cierto de la vida. Besos.
ResponderEliminarA morte é a única certeza que tem o ser humano.
ResponderEliminarNão estamos na vanguarda, porque jamais sabemos a hora em que virá por nós.
E é essa incerteza que nos deve fazer saborear cada momento que nos cabe em sorte, mesmo se não muito agradável.
Da morte não me temo, receio sim o sofrimento.
Abraço apertado, querido amigo.
desde este lado del mapa la muerte no es ajena ni es rara, es parte natural de nosotros, será herencia de los pueblos ancestrales supongo
ResponderEliminarun abrazo Pedro, la carne como cualquier materia se transforma y se recicla, pero lo que guardamos en la memoria en el afecto en el sentimiento ello perdura y eso es lo que se hereda lo que nos hace extendernos más allá del límite concreto
besos y fuerzas , hablar de la muerte , de como nos afecta, de como nos remece, de como se teme es absolutamente necesario en la mirada moderna la levedad humana es un verso que se nos queda en los labios
Una de las experiencias más duras que tenemos que vivir.El precio del amor.Besos.
ResponderEliminarLo siento contigo...
ResponderEliminarCon 25 años, se fraguó la muerte en casa. Primero mi Padre y un tiempo después, le siguió mi Madre. Entonces, entendí demasiadas cosas que hoy en día me hacen ser como soy.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, eso es la maduración a golpes. Primero eres el hijo, sin obligaciones importantes porque cuando ocurre algo en la familia son los padres los que se responsabilizan, luego los padres se hacen mayores y te das cuenta de que ya no pueden tomar esas decisiones y tienes que hacerlo tú por ellos, y finalmente se van y quedas en primera linea cumpliendo con un bucle inacabable.
ResponderEliminarLo que dicen, ley de vida.
Un beso
La muerte la tengo demasiado cerca para comentar sobre ella, mientras llega, la vida también nos mira... Besotes vivitos y coleando, M.
ResponderEliminarSi la muerte no estuviera acechándonos, detrás de la puerta, seria todo muy diferente, ni lo quiero imaginar. Hemos de aceptar, las cosas como están, pasar de la retaguardia, a la vanguardia sin que nada ni nadie lo pueda impedir. Ahí somos todos iguales.
ResponderEliminarRecibe mi consuelo, y mis respetos.
Nos percatamos de la mirada de la muerte cuando nos trae dolor a nuestra vida, por ello la tememos. Pero la muerte es solo la mensajera de algo inevitable e inexorable.
ResponderEliminarNo conozco tu ausencia, pero recibe mis sinceras condolencias por tu perdida.
Ibso.
Ser el próximo. Ser en proximidad. Y en una intensidad cada vez más consciente. Tal vez también más plena.
ResponderEliminarSi la muerte es un hecho, mientras vivamos, vivamos la vida, en vida tenemos que ningunear a la muerte.
ResponderEliminarLas fotos de hoy y de ayer resumen todo perfectamente.
ResponderEliminarEstamos solos en el mundo.
Ayer leí tu entradacuando estaba a 0 comentarios, leí y cerré sin escribir nada porque no encontraba las palabras paar hablar de la Muerte. Esa que está siempre acechándonos, incluso a los que no están todavía en primera línea.
ResponderEliminarEn la muerte de mis seres queridos, lo que sentí fue la sensación de extrañeza. Que, en un instante, pasen a ser un envoltorio viejo que nada tiene que ver con el ser que ha habitado ahí. ¿A dónde ha ido lo que estaba ahí y ya no está? ¿De qué extraña materia o no materia estamos hechos?
Mi abuela, mi padre, mi perrillo...sí también él.
Un abrazo grandísimo, Pedro.
La mirada de la muerte nos deja helados, creo que a no ser que nuestra sangre se convierta en horchata nunca podremos acostumbrarnos a ella... Siempre se lleva algo nuestro y en el interior es como si al rompecabezas le faltara esa pieza que no nos va a permitir acabar nunca el puzle. Besitos Pedro, lamento tu perdida
ResponderEliminarQuerido amigo, te dejé ayer un mensaje que no aparece.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, sea el que sea el motivo de tu pesadumbre.
Saludos
Y sigo pensando lo mismo, las palabras que a veces llenan tanto, en estos momentos a mí me sobran...
ResponderEliminarSólo un gesto
sólo una mirada
sólo un apretón de manos
sólo un abrazo
sólo un beso
Lo virtual queda tan frío...
Me sobran las palabras...
Tiene la muerte mirada?
ResponderEliminarLa muerte nos mira?
Cómo nos mira
Esa mirada que mata, claro.
No me mires
Así no quiero que me mires
Mírame con mimo
Dáme paz con esa mirada
La muerte acabará siendo paz?
No sé qué decir, Pedro
Desde que nacemos ya morimos, pero entre tanto vivimos, a la mirada de la muerte no escapamos pero nacen líquenes en el tronco muerto.
ResponderEliminarDice Epicuro: "No hay que temerla, porque cuando ella esté nosotros no estaremos"
Un besito muy cariñoso.
Un beso.-
ResponderEliminarno es eterno nuestro periplo entre dos nadas. Saludos y un abrazo.
ResponderEliminarMe duele el proceso, no lo entiendo... no le encuentro el sentido al asunto, mis ideas entran en contradicción y me cuesta organizar mi mente cuando lo analizo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es la única certeza de nuestra vida, y cuesta asumirla pero todos encontramos mecanismos para enfrentarnos a esa mirada. Yo lo hago de frente, desde que -hace muchos años- quiso llevarme antes de mi hora.
ResponderEliminarTe abrazo, amigo
Que nos nos reste la capacidad de seguir dando pasos al frente. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarQuerido Pedro. Quizá era una premonición, tal vez lo tenias pensado, no se. Tu entrada anterior se intitulaba "La normalidad".
ResponderEliminarUn abrazo
Nos acompaña desde que nacemos, y no la aceptamos. Pero creo que es normal nuestra actitud. Es un trance muy doloroso que sólo el tiempo suaviza poco a poco.
ResponderEliminarPedro, un fuerte y cariñoso abrazo desde el silencio.
¡Ánimo!
PD:
Perdona mi retraso y ausencia por motivos familiares.
La muerte siempre acecha.Es la única certeza que tenemos.
ResponderEliminarCuando palpamos su presencia comprendemos la inevitable fugacidad de la vida.