jueves, 8 de noviembre de 2018

La casa y la familia en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y noticias de nuestras lecturas.


El espacio mítico en el que trascurre Cien años de soledad es Macondo, una ciudad fundada en plena ciénaga por José Arcadio Buendía y un puñado de familias. Su carácter de patriarca, convierte a la familia Buendía en el eje central de ese espacio mítico, que solo ellos, los Buendía, parecen en condiciones de desentrañar, mantener y comprender.  Mientras que José Arcadio parece dedicarse a los grandes asuntos, Úrsula  Iguarán, su esposa, está dotada de sentido práctico. De hecho, ella sabe resolver mejor cualquier problema precisamente porque no se deja enredar por esas grandes cuestiones y pone todo su empeño en defender a su familia sin pararse a pensar demasiado en por qué suceden las cosas. Es más que significativa la forma en la que Úrsula acomete la reforma de la casa primitiva de los fundadores mientras José Arcadio Buendía intenta hallar a Dios en los daguerrotipos. Levantó Úrsula "no solo la casa más grande que habría nunca en el pueblo, sin la más hospitalaria y fresca que hubo jamás en el ámbito de la ciénaga". Esa casa es el núcleo espiritual de Macondo.

Sin embargo, a la estirpe fundada por ambos les persigue un pecado original. Son primos y cargan con el presagio de que sus descendientes pueden nacer con cola de cerdo. Sobre Macondo, por lo tanto, parece pesar esa condena primitiva de la sangre. Un Macondo fundado por gente que ha huido de otro pecado: José Arcadio dio muerte a Prudencio Aguilar y el fantasma de este se le aparece. La caravana de fugitivos se detiene allí donde José Arcadio tiene un sueño que le indica el lugar adecuado para la fundación.

Este es el punto de partida: un tiempo y un espacio mítico. Los primeros tiempos de Macondo se dan en el aislamiento, solo roto por los gitanos que llevan las novedades del mundo exterior. Novedades que son avances científicos que José Arcadio devuelve a un mundo en el que no rige la ciencia sino la creencia y la fe. Cuando se rompe el aislamiento, entra de golpe la civilización y el tiempo real: noticias del gobierno exterior, la modernidad, los desajustes sobre las normas que rigen el lugar desde su fundación... y la guerra civil. La armonía, el paraíso en el que nadie había muerto, se rompe.

En los próximos días seguiré con el comentario de esta novela de García Márquez antes de pasar al siguiente título del curso, para compensar en cierta medida que los últimos jueves me haya sido imposible publicar mis aportaciones a esta lectura.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino continúa con la lectura de Cien años de soledad: acierta en la clave quijotesca, también en la reintrepretación de la historia de soledad y círculo y me gusta mucho cómo lleva hacia sí misma la novela. Tanto la lleva que en esta nueva entrada se enfrenta a sus propios recuerdos de lectora del texto, buceando hasta cuando todo estaba por inventar...

Por supuesto, Mª Ángeles Merino levantó acta de la reunión mantenida por el club de lectura en su formato presencial y aquí tenéis el resumen de una sesión divertida e interesante.

Paco Cuesta relee Cien años de soledad y descubre que es la primera vez que lo hace para degustarlo. Solo los grandes clásicos de la literatura lo permiten, desde luego.

Pancho se incorpora a la lectura de Cien años de soledad. Y basta su primera entrada para comprender por qué leer la obra: argumento, técnica y una fiesta de la literatura. Y para llegar desde un cartel que afirma la existencia de Dios hasta María Dolores Pradera y hacerlo con exquisita oportunidad, hay que leer esta nueva entrega suya.  Y en su siguiente entrada, no sé cómo, pero a Pancho se le cuela Sabina en Macondo en el comentario de la parte de la novela en la que se remoza la casa y con ella, la memoria. Y cómo no, nos vuelve a sorprender llevándonos hasta un hombre atado a un castaño con música también de María Dolores Pradera... Y aquí nos lleva de la pubertad de Remedios al encontronazo sexual de Rebeca con su hermano adoptivo, de la mano de María Jiménez, claro. Luego se deja caer por el camino de la trasgresión del mundo que implica la pasión, con Aute, claro. Y pasa después a los Beatles para hablar de la posición central de la mujer en esta novela -de una u otra manera. Como no puede ser de otra manera, a Macondo llega la realidad en forma de guerra y violencias motivadas por los peores afanes de la gente. Y la política, claro. Así lo señala Pancho, que nos salva un poco con María Dolores Pradera, que así se nos parecerá siempre vinculada a Macondo.

Gelu sigue con su comentario de la obra y en la nota final de esta entrada nos ayuda a entender mejor la utilidad de esta herramienta para comprender mejor la novela. No dejéis de leerla. Y aquí aborda el primer capítulo. En esta entrada, además, incluye una entrevista con García Márquez que os puede resultar muy interesante. Y en esta otra termina con el primer capítulo reflexionando sobre la importancia de cada una de las frases del libro, difícil de seccionar por eso. En esta nueva entrada presta atención a algo que non debería pasársenos desapercibido: la cualidad poética de la prosa de García Márquez. Toda una lección de comprender el texto.

Luz del Olmo nos lleva a la tarea de relectura de una novela pasado el tiempo. ¿leemos, en verdad, la misma novela?

Myriam Goldenberg se incorpora a la lectura de la novela de García Márquez con poema y recuerdo de la primera lectura que hizo de la obra. Un recuerdo personal y certero.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

5 comentarios:

pancho dijo...

El caudal narrativo de Cien años de soledad es tan torrencial que provoca inundación en cualquier intento de resumen. Hay miles de cosas dignas de comentario en esta novela fundacional. Se necesitaría un master, y no de los regalados, para intentar abarcar sólo una parte de su simbología.
Puede que las cosas importantes para la evolución de la humanidad ocurran lejos, en el monte donde se ha echado Aureliano Buendía para dar el salto de gigante, pero los pasos pequeños ocurren en el día a día en la casa de los Buendía, gobernada por Úrsula que no pertenece a la familia sino como consorte. El pasaje en el que se cuenta las primeras relaciones con José Arcadio es desternillante. El de la lona del velero. Y de estos hay decenas. Las cosas en el monte pasan en la lejanía, aunque caigan los hombres como chinches fumigados.La realidad es Macondo y la soledad permanente de esa casa con un castaño en el patio y José Arcadio, en la edad de la inocencia, atado y echando raíces junto al tronco del árbol.
Y qué decir del gesto quijotesco de Úrsula que se echa al camino detrás de los gitanos que se llevan a su primogénito, otro José Arcadio, empujando la carreta del hombre víbora voluntariamente.
Siento que te hagamos trabajar tanto recogiendo todo lo que a cada uno se le ocurre sobre esta novela monumental. Agradecido por hacerlo.
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Los grandes libros se quedan atados a nuestra vida y nos podemos servir de ellos para dar luz a nuestros recuerdos apagados. Y podemos llevarlos hasta nuestra vida, así es, Pedro. Con Cien años de soledad me profeticé a mí misma, en el momento de mi última página, ay, no solo Aureliano Babilonia, no solo Macondo.

Abejita de la Vega dijo...

"Cien años de soledad" tiene sus dificultades. El lector, acostumbrado a las lecturas lineales, lo lee al principio muy relajado y le gusta; pero luego la línea se curva, los personajes, las generaciones y los tiempos se mezclan, se repiten los nombres, lo fantástico sorprende...Hay riesgo de abandono. El árbol genealógico ayuda, pero también es importante que esté un poco prevenido de lo que se va a encontrar.

Una vez superadas, llegará lo que dice una de nuestras compañeras del club : "Cuando lees algo bien escrito, disfrutas. En el año 69 me gustó mucho y ahora me ha encantado. Lo he leído con placer."

Gracias, Pedro, por tu trabajo. Y por tus palabras, ahora que me cuesta mucho más escribir una entrada.

María Ángeles Merino




Ele Bergón dijo...

En esta segunda lectura de "Cien años de soledad", le saqué mucho más jugo, aunque he de decir que la parte de la guerra, me abrumaba, pero entiendo el porqué el libro ha sido tan famoso. Tiene muchas lecturas que se pueden repetir en el tiempo, como la propia estructura del libro.

Besos

Paco Cuesta dijo...

En tiempo y forma llegará una nueva lectura.