domingo, 11 de noviembre de 2018

De Chillida a Guillén. Esta es la mano de tu amigo


Se cumplen 125 años del nacimiento de Jorge Guillén, efeméride que ha pasado prácticamente desapercibida. Me extraña y no. Me extraña porque hay una línea de la poesía española actual que debería reivindicarlo como uno de los grandes maestros y si no lo hace es por injusticia o ignorancia. No me extraña porque en este país no se lee nada que no salga en las redes sociales y, además, los lectores tienen la memoria frágil.  Decía José Zorrilla que no iba a publicar en mayo un texto contra su Don Juan, que llenaba los teatros en noviembre, porque en noviembre en España nadie se acuerda de lo que se publicó en mayo. Hoy hubiera acortado los plazos a semanas.

Para conmemorar esos 125 años del nacimiento de Jorge Guillén, el Patio Herreriano de Valladolid ha programado la exposición De Chillén a Guillén. Esta es la mano de tu amigo (hasta el 3 de febrero), que recuerda la relación entre el escultor vasco y el poeta vallisoletano de la que ya he hablado aquí en varias ocasiones. Algunos podrán pensar que es una exposición menor y un tanto heterogénea por lo mostrado, el argumento y su pretensión, pero hablando de Eduardo Chillida y de Jorge Guillén no hay exposición menor.

En la sala 9 del museo, se expone una serie de dibujos y esculturas de manos -un tema que obsesionó al escultor-, que explica, en buena medida, la concepción del arte de Chillida: la mano del artista se convierte en tema pero también en poética. Se acompañan -sin explicación suficiente de la suma- de las xilografías de Más allá, que muestran la extensión del trabajo del escultor hacia el libro de artista y la relación con la escritura de Jorge Guillén. Recuérdese que en ese título de Guillén halló Chillida la clave que conectó su concepción del arte con la del vallisoletano, al que conoció en 1971 y quiso homenajear en los años ochenta. Esa clave tenía forma de verso: lo profundo es el aire. Hasta primeros de septiembre pudo contemplarse una magnífica exposición en el Arco de Santa María de Burgos -reseñada aquí- en la que se ejemplificaba mucho mejor y de manera más extensa esa relación. En esta de Valladolid también se echa en falta un mayor cuidado de los textos de los folletos, tanto en su didactismo como en su puntuación y sintaxis.

En la antigua capilla, puede contemplarse Lo profundo es el aire IV, una de las obras esenciales en las que Chillida exploró esa profundidad del aire que le llevó hasta el proyecto de vaciado de una montaña entera, Tindaya. La contemplé durante minutos, en silencio, en ese espacio de la capilla -el verdadero corazón del Patio Herreriano-. Solo por eso merece la pena la visita, incluso hubiera bastado para conmemorar la efeméride de Guillén y su relación con Chillida. Impresiona este bloque de granito, su vaciado, el trabajo de Chillida con la piedra. Impresiona también su manera de estar en ese espacio, dialogando con las piedras del recinto. Dos estilos, dos concepciones de arte, dos concepciones opuestas de lo sagrado, que se imponen al espectador en la suma excelentemente propiciada. Quien no se sienta conmovido al contemplarlo carece de sensibilidad artística. Tenerla supone verse apelado por la concepción del arte que allí se manifiesta, para comprenderla, disentir o asentir.



2 comentarios:

Sor Austringiliana dijo...

Lo profundo es el aire. Sin duda.

Ele Bergón dijo...

Muy interesante Guillén y Chillida juntos abrazados por ese aire que a los dos tanto les gustaba.

Un abrazo