domingo, 25 de marzo de 2018

La enseñanza del león

Relieve en bronce de la basa de la escultura de Cervantes en Valladolid, hoy en la Casa de Cervantes de esa localidad tras el definitivo emplazamiento del monumento en la Plaza de la Universidad.

Uno de las mayores demostraciones de valor de don Quijote se da en el capítulo XVII de la segunda parte de la novela cervantina. Ya sabemos lo que ocurre: en su caminar se encuentra con un carro que trasporta dos leones enviados al Rey por el general de Orán. Contra la opinión de todos, hace abrir la puerta de la jaula. A su acto lo define don Quijote como verdadera valentía y apresura a adoptar el nombre de Caballero de los Leones. Todos se han alejado del riesgo y solo él permanece frente a las fieras. Pero, ¿es verdadera valentía la de don Quijote? Recordemos. Viene de quedar ridiculizado tras la aventura de los requesones; la torpeza y apresuramiento de Sancho le han dejado mal ante el Caballero del Verde Gabán, don Diego de Miranda. No es una tontería su acción: los leones son propiedad del Rey y atentar contra ellos supone ponerle fuera de la ley; por otra parte, aquellos leones no están amaestrados y pueden devorarlo. Cervantes parece poner a su héroe en lo más alto de la valentía ante una acción verdaderamente arriesgada. Parece.

Cervantes, que de hechos arriesgados y demostraciones de valentía sabía algo, deja que sea el pensamiento de Diego de Miranda quien ponga en su sitio la acción de don Quijote. No se trataría de valentía sino de locura, temeridad y disparate.

Una acción temeraria cuando no redunda en beneficio de nadie es disparate. Forzar la ley, arriesgar la vida y extremar la demostración de valentía sin más sentido que el reforzamiento de la propia identidad, es una acción estéril. Un héroe no lo es cuando está fuera de situación. Sobre todo porque, como sabemos, el león asomó a la puerta de la jaula, bostezó, se dio la vuelta y enseñó el culo a don Quijote, ignorándolo. No puede haber posterior subida la gloria de los héroes cuando la realidad se impone de esta manera y el cronista es fiel a los acontecimientos. Otra cosa sucede, claro, cuando se ocultan los hechos y se compone un retablo.

10 comentarios:

Fackel dijo...

¿Y por qué ese episodio me recuerda otro que se está viviendo en este momento en el país? De disparates y aventuras quijotescas que parlen i actuen en català.

José A. García dijo...

Leí hace muchos años el Quijote y casi que ni recuerdo la segunda parte.
Pero más que valentía me parece más otra cosa, que tampoco podría calificar como locura.

Saludos,

J.

Myriam dijo...

El Quijote siempre actual. ¿Por qué será?

Besos

andandos dijo...

Todo esto me suena.

Un abrazo

Myriam dijo...

Los leones enseñan mucho.

Más besos
y feliz descanso pascual

Emilio Manuel dijo...

Esa historia me suena más a Cataluña que al Quijote, que también.

Abejita de la Vega dijo...

el león dio la mejor respuesta

impersonem dijo...

Herméticamente claro...

Incluso a la locura temeraria es conveniente analizarla o hacerla objeto de estudio desde perspectivas diferentes...

En todos los relatos de todos los cronistas se pueden colar de rondón intenciones de parte disfrazadas de verdad y razón...

A veces, lo que para los cuerdos es el imperio de la Ley, para los "locos temerarios" sólo es la Ley del imperio... (Trasímaco mediante)...

No sé si en esa realidad implícita que sugiere tu texto habita algún Quijote, algún Sancho, tal vez sí algunos leones (por lo menos un par de ellos que sirven de paralelismo a los referidos en el texto que citas), y algunos abolengos regios, nobles y no tan nobles... tal vez sí... pero, en la misma, no reina la locura sino el interés... y eso, estimado Pedro, es, en mi modesta oponión y desde mi perspectiva, mucho peor que la locura...

Saludos.

mojadopapel dijo...

A veces me gustaría estar dentro de tu cabeza.

Paco Cuesta dijo...

De los muchos defensores que tiene don Quijote alguno seguro que atribuye al terror del león el hecho de volver a la jaula. Todo es según con el cristal que se mire.