lunes, 25 de septiembre de 2017

Las cosas de la vida


No quieres preguntarte las razones
para este viaje. Solo
has salido de casa, caminaste
por las calles cargando una pequeña
maleta con un par de mudas limpias
y el cepillo de dientes.
En la estación cruzaste la mirada
con otros que viajaban como tú
-unos más decididos o informados
comentaban las cosas de la vida-.
El último café mientras esperas
en el bar.
                 Hace frío.
Hojeas el periódico, nervioso.
No ha salido tu esquela. Todavía.

© Pedro Ojeda Escudero, 2017



10 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Me has recordado la emigracion española de la posguerra, hubiera sido completa si la maleta hubiera sido de cartón.

Saludos

Rarra dijo...

Iniciado ya el viaje, sin marcha atrás, mirando un horizonte nada claro, pensativo. El ceño frucido por el enfado de no saber por qué te han obligado a coger ese tren con tan poco equipaje. Y también por la incertidumbre. Ignoras dónde irá a parar. En la estación has sentido el frío premonitorio de la muerte.
No te angusties, todos los caminos llevan al mismo sitio. Claro, que no es lo mismo ir por el que a tí te gustaría, costoso también, no nos engañemos, que por el que otros quieren que vayas.

São dijo...

Viajar pressupões prazer, coisa que está muito longe de acontecer neste teu texto...

Besos, amigo mio

Abejita de la Vega dijo...

Así es la vida.
Un abrazo.

Kety dijo...


Un abrazo, para el viaje. ;-))

Paco Cuesta dijo...

Hay ocasiones en las que se impone huir de nuestro propio destino.
Un abrazo

Doctor Krapp dijo...

Ni las esquelas nos redimen.

impersonem dijo...

Cotidaniedad...

No me gustan las esquelas, no sé por qué me parecen una especie de solemnidad evitable...

Abrazo

Myriam dijo...

Eso, en sí, ya es una buena noticia.

Campurriana dijo...

Siempre salen. Pero, gracias a Dios, no las vemos.