jueves, 30 de marzo de 2017

La pausa en mitad de la batalla en A sangre y fuego de Chaves Nogales y noticias de nuestras lecturas.


A veces ocurre que el interés del tema nos oculta la técnica con la que está escrita la obra literaria. Esto es un elogio.  Esto puede ocurrir con A sangre y fuego y no deberíamos dejar de indicar que uno de los aciertos de estos relatos es, precisamente, la técnica narrativa adoptada por Chaves Nogales. El tono empleado es siempre directo y la tensión narrativa y su intensificación está magníficamente promediada. La introducción de los personajes se hace con descripciones breves pero contundentes, porque quedan grabados en la mente del lector. Chaves Nogales sabe que, para tener éxito en su propósito -la denuncia de la barbarie desencadenada en España por los extremos ideológicos enfrentandos en la guerra civil a partir de la sublevación fascista-, debe dejar hablar a los hechos por sí mismos de tal manera que no dé la sensación de un panfleto ideológico ni de una novela de tesis.

En la gradación del tempo narrativo suele haber un momento de pausa en el que el lector puede pensar que algo ocurrirá, que algo puede ocurrir y cambiar la dinámica de los hechos que conducen siempre hacia la violencia. Así sucede cuando el padre fascista y el hijo comunista comparten un cigarro en prisión en silencio en ¡Massacre, massacre! También en La gesta de los caballistas -uno de los mejores de la serie- cuando el hijo del marqués se aleja de todos para refugiarse un momento en el olivar y fumar un cigarro (es curioso este recurso repetido). El lector lo sabe -sin que se le diga expresamente- asqueado por todo y por eso no le sorprende ni su reacción ante un republicano que escapa campo a través ni su opción al final del cuento, en el que se avergüenza de su condición de español en aquella España.

Vuelve a ocurrir ese momento de pausa en Los guerreros marroquíes, cuando el cadí sale a pasear por la noche y enfrenta su tristeza con la alcohólica algarabía de los militares sublevados o cuando los moros son paseados por todo Madrid para ser exhibidos. Este relato contiene una inversión de perspectiva interesante. Frente a las leyendas que hacían de estos soldados moros al servicio de las tropas franquistas unas fieras sanguinarias, Chaves Nogales los salva y deja la barbarie a los soldados fascistas que cortan orejas de milicianos. Es también uno de los mejores de la serie, desde su arranque. La superioridad moral de estos africanos frente al burdo comportamiento de quienes los mandan queda marcada a fuego, incluso las razones para su comportamiento. Era difícil este ejercicio literario de Chaves Nogales de empatía con las temidas fuerzas moras de choque usadas por Franco. Hoy sabemos, gracias a los estudios, entrevistas y documentos, que su comportamiento no fue exactamente el que indicara la propaganda de uno y otro lado, que muchas de las acciones que se les atribuyó fueron cometidas por tropas regulares franquistas o legionarios, y que fueron utilizados como arma psicológica de guerra -instrumentos inconscientes del mal que hacían, dice Chaves Nogales anticipándose- y en gran medida abandonados después por Franco. Chaves Nogales optó por el camino difícil, por ponerse de su parte, quizá por una cuestión literaria, quizá por razones ideológicas -indica varias veces que habían sido víctimas de la situación colonial y humillados por las potencias occidentales-, provocando una inesperada humanización del enemigo. Porque este es uno de los grandes motivos que rigen estos cuentos, que reservan los comportamientos humanos para muy pocos, los que se diferencian de la masa de uno y otro bando, masa cruel y despediada independientemente de la justicia o no de sus razones. 
Curiosamente, aquellos que actúen de forma humana serán siempre víctimas de la violencia y tendrán que escapar de la guerra o morirán. Como el camarada Arnal, encargado del rescate del patrimonio artístico en las zonas de guerra, que terminará desesperado buscando la muerte al comprender que  ya nada tenía sentido. Antes de morir él también tiene su momento de pausa en mitad de la barbarie, que detiene la acción y añade dramatismo:

Mientras se moría quiso entretenerse en hacer examen de conciencia y no pudo. Se distraía. Pensó en las mil musarañas, en un cartel bonito que había visto en una esquina, en un perrillo cojo que tenían los milicianos... Se acordó también del tesoro de Briesca, cuyo secreto guardaba en aquel indescifrable dibujo que llevaba sobre el pecho, y cuando quiso poner en claro si había hecho bien o mal en aquel asunto, se murió.

Noticias de nuestras lecturas

Mª del Carmen Ugarte comenta la colección de relatos de Chaves Nogales añadiendo testimonios recogidos personalmente sobre aquellos tiempos de guerra. Centra su comentario en la posibilidad o no de equidistancia a la hora de contar la guerra. En su último comentario sobre A sangre y fuego se detiene en los relatos ambientado en el norte de España y dedica unas líneas de gran interés a los hechos sucedidos en la Dehesa de la Villa madrileña, con coda excelente dedicada a Gloria Fuertes.

La madre de Mª Ángeles Merino sigue dándonos su impagable testimonio de la guerra que vivió como niña. Este diálogo a tres voces (Chaves Nogales, Mª Ángeles y su madre), enriquece esta lectura. Aquí habla de muchas cosas: el hambre, los milicianos...

Myriam Goldenberg también presta atención a Rafael, uno de los personajes de La gesta de los caballistas.  Y coincide en su oportunísima entrada en ver en él ese sentido humanizador del relato.


El próximo martes día celebraremos el encuentro mensual del Club de lectura en su formato presencial. La lectura de A sangre y fuego nos llevará hasta el 6 de abril, día en el que publicaré la última entrada. Después comenzamos la lectura de Media vida, de Care Santos, que nos ocupará el mes de abril.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. 

Durante el resto del curso leeremos:
-Media vida, de Care Santos (abril). Esta novela ha obtenido el último Premio Nadal y su lectura se programa en conjunto por varios clubs de lectura de Burgos.
-Brillante, de Luis Ángel Lobato (mayo). El autor publicará en breve un nuevo poemario.
-Pasos en la piedra, de José Manuel de la Huerga (junio). Como es ya conocido, esta novela ha obtenido el XV Premio de la Crítica de Castilla y León, fallado el pasado día 8 en Ávila, lo que da mayor interés, si cabe, a su lectura.

Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog.

4 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

La guerra sigue su curso sangriento, los comportamientos humanos son pocos y sirven para muy poco. Es la guerra a sangre y fuego, nadie se salva. Así la vio Chaves Nogales. El hijo republicano no puede salvar a su padre fascista, el señorito Rafael no puede salvar al maestrillo rojo Julián, las enfermeras pueden curar amorosamente las heridas del moro Mohamed pero no le librarán de sus ejecutores...

Sin embargo, la vida cotidiana fue la que recuerda mi madre, la solidaridad funcionaba, los comportamientos humanos hicieron menos insoportable la guerra. Fuera de las trincheras y de los bombardeos, había pequeños o grandes gestos que salvaban. Menos mal.

Hasta el martes. Un abrazo de mi madre y mío.

pancho dijo...

A mí también me ha pasado con estos cuentos. La narración te absorbe tanto que te olvidas de averiguar las cosas de las que te tienes que acordar para después tener algo que decir a la hora de escribir.
Veo las historias muy bien escritas. Engarza a la perfección numerosos elementos distintos en todos los cuentos. Son unas narraciones para nada simples, hay mezcla de distintos temas aunque siempre haya uno principal. A veces utiliza el contraste para ser efectivo y sorprendernos con estas narraciones que van de momentos trágicos de influencia lorquiana a situaciones humorísticas e irónicas de ascendente cervantino. Todo ello sabiamente mezclado o mejor, fundido y perfectamente hilvanado. Tiene más mérito porque fueron escritos de forma rápida, en unos cuantos meses. Se nota que el autor contaba con esa rapidez de escritura, de desparpajo y de reflejos que exige el periodismo.
Estuve fuera toda la semana por cuestiones del trabajo y no tuve tiempo ni las condiciones apropiadas para pasar las notas de la historia breve de la semana.
Ya te he visto que sigues con tu apuesta solidaria por las tierras altas de Candelario. Para ayudar lo que se pueda a las tierras altas del Perú donde al pobreza achucha a la gente.

Myriam dijo...

El grafismo en los relatos de Chaves Nogales es apabullante, digno de un corresponsal de Guerra con premio Pulitzer. De todos el que más me ha gustado es la gesta de los caballistas con ese primer párrafo inicial.

Ese tiempo de pausa detiene la acción violenta a nivel personal,
se ponen en juego procesos mentales que llevan a la reflexión
y al distanciamiento. La razón que corta la sin-razón del impulso violento.
En estos casos, estarán sus vidas en peligro, desde luego, pero no pierden sus humanidad.

Recuerdo ahora específicamente a un joven de 19 años que fue uno de mis primeros pacientes en Argentina, no venía de una situación de guerra, pero si de situación de violencia doméstica. El mismo que había sido abusado por el padre, no podía manejar la ira y era propenso a explotar y golpear a otras personas. A lo largo de la terapia, aprendió a "comprar tiempo", a respirar profundo, a poder parar, alejarse, caminar, reflexionar y luego, más adelante, aprendió también a verbalizar sus desagrados sin hacer daño a otras personas de su entorno. Tomó mucho tiempo, pero lo logró.

Abrazos



andandos dijo...

Me está gustando mucho. Todavía voy por Arnal. Lo que cuenta, el estilo, lo que deja entrever... coincide con lo que mi abuela, entre otros, contaba, si la atosigábamos mucho, de la guerra civil.

La mayoría de nosotros tenemos efectos colaterales de esa guerra. A unos diez kilómetros de donde vivo mataron a mi abuelo y lo echaron a un pozo. Bien. Ese pozo fue utilizado tanto por los rojos como por los nacionales, así como por las diversas facciones de los rojos, para entendernos. Quizás sea esta la razón por la que nunca, que yo sepa, los descendientes de los que están allí dentro hemos removido con ganas el asunto. ¿Cómo saber, y a costa de cuánto sufrimiento, quien es cada quien?. Evitábamos esa carretera y ese pozo durante años, todos los que vivió mi abuela, y, de refilón, mi madre, principal afectada.

En fin, nada nuevo. creo que lo que he leído últimamente con esa intensidad dramática, y a la vez "verdadera", ha sido "Voces de Chernóbil", de SVETLANA ALEKSIEVICH. Me impresionó muchísimo.

A través de los podcast de RNE he llegado a Chaves Nogales, pero también a Cossío (Tudanca, Peñas Arriba, Pereda...) y a Azorín, algo que creo va a cambiar, en parte y sobre todo este último, mi vida.

En fin, un abrazo a todos, os debo visitas.