lunes, 5 de diciembre de 2016

Refugio


El domingo subimos a la Peña de la Cruz. Los bancos de niebla se había agarrado a la sierra pero de vez en cuando se abrían claros que permitían disfrutar del paisaje. Apenas queda ya nieve, las últimas lluvias y que no aprieta el frío, han hecho que se retire. El refugio estaba lleno de gente y celebramos allí el encuentro y la alegría con unos buenos huevos fritos con panceta y patatas, una fuente  de carne y vino tinto. ¡Brindar porque estamos vivos en ese mismo momento! Qué más da lo que ocurra mañana.

(Alguien me hizo ver, hace tiempo, que en mis textos está presente la necesidad de refugio como tema recurrente. La vida es una intemperie que solemos atravesar solos. Por eso es tan importante estar en paz con uno y mirar tanto hacia afuera como hacia adentro, en busca permanente de un equilibrio que pocas veces se consigue. En ocasiones, consiste en pactar con uno mismo una especie de armisticio. Si nos aventuramos dejamos siempre atrás lo que nos hacía creer seguros, de ahí el temor de muchos que no se atreven a variar la rutina en la que se sienten seguros aunque esa rutina sea también cadena que no le deja lugar a la emoción o lo ata con aquello que le hace infeliz. Hay quien se amputa las emociones para no sufrir, pero es condición humana. A veces entra también la intemperie en nuestra casa y convierte las paredes en jaula de lamento o las derriba de un soplo y descubrimos la fragilidad y el frío. Si tenemos fortuna, cada cierto trecho un refugio nos acoge. Disfrutemos allí, como si ese instante fuera a ser eterno y apiadémonos de quien no tiene la fortuna de hallar nunca un refugio en el camino.)

3 comentarios:

Myriam dijo...

¡¡Eso!!, brindemos por la Vida ¡le jaim!. (en Hebreo, ese es el brindis que se hace) nada de chin- chin, ni salud, ni nasdarovie, ni prusit, sino ¡le jaim! ¡por la Vida!

Kety dijo...


Brindemos por ver la luz después de un túnel.

Un abrazo

andandos dijo...

Muchas veces la vida es simple y sencilla.

Un abrazo