lunes, 13 de junio de 2016

W. Eugene Smith. Capturar la esencia: Una excelente mirada al ser humano


Pocas veces he salido tan impactado por lo visto en una exposición fotográfica como en esta que recoge una muestra del trabajo de William Eugene Smith (W. Eugene Smith, Capturar la esencia. Sala municipal de exposiciones de San Benito de Valladolid hasta el 28 de agosto) y que circula por las ciudades españolas desde hace algunos años. La comisaria de la exposición, Enrica Viganó acierta plenamente con la selección y con los textos que ella firma -como con las frases del artista mostradas en los paneles-, aunque desmerece mucho que para la información general se utilice un corta/pega de la Wikipedia sin citarla (esto jamás debería hacerlo nadie y menos una exposición amparada por una institución pública, aunque sea ya algo frecuente como recurso fácil, cómodo y gratuito).

W. Eugene Smith (1918-1978) es, sin duda, uno de los grandes de la fotografía. Lo fue por la calidad de sus imágenes, por su mirada social y por su lucha reivindicativa para imponer los derechos artísticos sobre su obra a las grandes publicaciones. En esta exposición se muestran algunos de sus trabajos pertenecientes a las fotografías que tomó como reportero en la II Guerra mundial. En ellas llaman la atención los retratos de los soldados en mitad de los combates como seres desvalidos ante la brutalidad de lo que ocurre a su alrededor y sus consecuencias pero en los que se conservan algunos de los rasgos más notables de los seres humanos.

Sobrecogedoras son las imágenes que tomó en Deleitosa (Extremadura) en 1949 para la revista Life. En ellas supo partir del encargo inicial, teñido de intenciones que buscaban favorecer las nuevas relaciones entre el gobierno de Estados Unidos y el régimen de Franco visto ahora como aliado estratégico frente al comunismo (se quería documentar las consecuencias desastrosas del aislamiento internacional de España en la población), para conseguir de forma sutil un rechazo hacia la dictadura. Life retrasó la publicación del reportaje Spanish Village hasta 1951, después de firmados los tratados internacionales, con lo que diluyó el impacto de esta posición ideológica de Smith. Aún así sobrecoge esta mirada social y política del artista y su forma de documentar el atraso del mundo rural en España. Las imágenes tomadas del trabajo de las mujeres, a los guardias civiles y las del velatorio de un difunto son uno de los mejores retratos de aquella época. Una de estas últimas, El duelo, tiene una historia de esas que explican un tiempo y unas personajes y que invito a conocer en este enlace.

El resto de las series presentadas en esta exposición tienen igual interés: El médico rural (1948), La comadrona (1953), Un hombre piadoso (sobre el misionero alemán Schweitzer, con el que mantuvo una posición contradictoria) Pittsburgh, Minamata.

Un gran nombre de la fotografía del siglo XX, lleno de conciencia artística, mirada social y humana e interés. No se pierdan esta exposición si pueden verla.

4 comentarios:

DORCA´S LIBRARY dijo...

He leído tu interesante entrada sobre Eugene Smith. He visto las fotografías y las historias que acompañan a alguna de ellas, la de Josefa da para una novela o un guión cinematográfico. De todas las fotos, me quedo con la del médico rural. Ese médico con ese paisaje de fondo, parece un personaje sacado de la película "Matar a un Ruiseñor". Siempre he pensado que las fotografías en blanco dan una profundidad a los rostros, que no se consigue con el color.
Un abrazo.

virgi dijo...

Leí la historia de la foto hace unos meses, cuando salió en la prensa, terribles tiempos aquellos, aunque ahora no son mejores para tanta gente en tantísimos lugares del planeta.
Un abrazo

Myriam dijo...

Esta entrada es todo un lujo para los
que, como yo, no podemos asistir a
esta fabulosa y sobrecogedora Exposición.
He visto todos los enlaces, la entrevista con Josefa Larra,
toda una joyita.

Mil gracias, pedro, Mil gracias
y besos

andandos dijo...

Conozco al fotógrafo, claro. Me acordé de él cuando pasamos por Deleitosa en Semana Santa, camino de Cáceres. Mi hija me regaló un libro de bolsillo suyo hace unos meses. A mí me parece uno de los grandes, aunque no conocía algunas de sus historias, pero las fotos hablan por sí mismas.

Un abrazo